Sospechas

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''𝒜 𝓂𝒾 𝓆𝓊𝑒𝓇𝒾𝒹𝒶 𝒽𝑒𝓇𝓂𝒶𝓃𝒶, 𝒥𝑒𝓈𝓈𝒾𝒸𝒶 𝒫𝑜𝓉𝓉𝑒𝓇, 𝑒𝓈𝓉𝒶 𝑒𝓈 𝓂𝒾 𝓇𝑒𝓃𝒹𝒾𝒸𝒾𝑜́𝓃.''

El ambiente se volvió pesado en la mansión Malfoy ante la misión que el señor tenebroso había encomendado a Lucius; Narcissa, temerosa por sus gemelos, no dudó en acercarse a su esposo antes de comenzar a hablar.

- Tenemos que hacerlo, Lucius. Tienes qué, piensa en Draco, en Lyra, no arriesgues a nuestros hijos solo por ella.

El rubio, quien se había mantenido en silencio y con una expresión inerte, la observó indignado; Malfoy no podía creer que su esposa hablara de esa manera, sobre todo por sus hijos, conocía lo suficiente a sus gemelos como para saber que, en caso de actuar, lo repudiarían el resto de su vida. Pero, lo que más le molestó, fue la hipocresía de la mujer con la que se había casado.

- ¿Cómo puedes decir tal barbaridad en un momento como este, Narcissa? ¿Cómo me pides que mate a mi hermana? ¿A mi familia? ¿O es que olvidas que es tu amiga?

- No tergiverses mis palabras, Lucius. Por supuesto que Jessica es mi amiga, es una de las mejores personas que he conocido, pero mi familia está por encima de mi amistad con ella.

- Andrómeda.

Ambas mujeres se tensaron ante la mención de su hermana y temblaron ligeramente mientras veían al rubio con ligera indignación.

- ¿¡Como te atreves a nombrarla!?

- Es exactamente la misma situación, él les pidió a ustedes matar a Andrómeda ¿Y que hicieron? Corrieron a Dumbledore, buscaron soluciones, a ninguna le importó Draco o Lyra en ese momento, simplemente no querían matar a su hermana.

- No podíamos, Lucius. ¡Es mi hermana de quien hablas!

- ¡Pues Jessica es como una hermana para mi! Ella me ha apoyado en todo desde el primer momento, ella nos ayudó, nos llevó por el buen camino. ¿Imaginas lo que hubiera pasado si ella no nos hubiera llevado con Dumbledore ese día? ¡Tal vez también seríamos malditos mortifagos! ¿Y sabes que hubiera pasado con tu hermana si hubiéramos seguido las creencias que ellos predican?

Y así, finalmente, Narcissa comprendió las razones de su esposo. Jamás había querido hacer daño a su amiga realmente, sin embargo su deber como madre había tenido mayor peso ante tal decisión, sabía que pronto su vida daría un brusco giro y temía por el bienestar de sus hijos. Lucius no podía culparla, puesto que estaba tan atemorizado como ella, pero su decisión era firme, no iba a matarla, no podía matar a su hermana.

- Bella, ve a Hogwarts, busca a Dumbledore, a Severus en su defecto, que tomen a los niños y se oculten. Cissy, empaca y llama a los Weasley, que te lleven al N°12 de Grimmauld Place. La veo allí.

- Lucius ¿Qué harás?

- ¿Recuerdas el plan?

- Es un suicidio.

- Pues lo vale si es por la seguridad de mi familia. Te amo, Narcissa, intentaré regresar a casa, o al menos ser un héroe para nuestros hijos.

Con lágrimas en los ojos ambos se besaron y, después de un fuerte abrazo de despedida, cada uno partió a cumplir su tarea.

Una vez en Hogwarts, Bellatrix causó terror entre los alumnos, quienes corrieron a buscar protección en sus profesores, más específicamente, en Minerva McGonagall y Filius Flitwick; quienes, lejos de atacar a la mujer, se acercaron para saludarla. No era la primera vez que aquella mortífaga pisaba Hogwarts, sin embargo, nunca había echo tal aparición, solía entrar de incógnito y dirigirse directamente a la habitación de su pareja, Sybill Trelawney.

El cuervo y la serpiente - Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora