Ataque

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La noche caía sobre la escuela de magia y hechicería, provocando que los alumnos se dirigieran a sus habitaciones; exceptuando, por supuesto, al pequeño grupo de traviesos que se encontraba recorriendo las profundidades del bosque prohibido. Los gemelos Malfoy, junto con Euphemia Snape y el trío de oro, disfrutaban de la tranquilidad del bosque mientras intentaban trazar un mapa del lugar.

- Sigo pensando que es una locura estar aquí a esta hora, deberíamos estar durmiendo.

- No seas llorón, Malfoy. Además, estuvimos aquí todo el día y no morimos, eso ya es un gran avance.

Exclamó el pelirrojo que los acompañaba tratando de sonar valiente, sin embargo, estaba tan aterrado como el rubio; y, de no ser porque Sirius les encomendó la misión de encontrar diversas rutas de escape en caso de un ataque, ya estaría acurrucado en su cama soñando con ganarse la lotería y comprar una montaña de dulces con el dinero.

Hermione, quien logró escuchar la conversación, negó ligeramente ante la falsa valentía de su amigo y volvió su vista al mapa que ambos Potter revisaban con detenimiento. El grupo tenía en su poder El Mapa Del Merodeador y tenían como fin extenderlo, lo que los llevó a agregar nuevas áreas a este, tales como Hogsmeade y el bosque prohibido.

- Euphemia, estamos cerca de donde nos encontraremos con tu madre ¿Verdad?

- Si, ella nos está esperando en la cueva de Aragog mientras cuida de sus crías. ¿Porqué?

- No es que me moleste, pero ya me estoy cansando de escuchar a Ron y Draco chillar.

Confesó sin pena mientras Lyra asentía, se sentía de la misma manera que su amiga y estaba segura de que, si no fuera por su enorme ambición, su valentía y curiosidad la habrían llevado a Gryffindor junto a la castaña. Ambos Potter asintieron ligeramente mientras guardaban el mapa, deteniéndose en su lugar al oír murmullos provenientes de un enorme arbusto que estaba junto a ellos.

- El niño que sobrevivió y los hijos de los traidores, nuestro señor estará complacido de saber que acabamos con sus enemigos.

Se escuchó desde el arbusto antes de que la voz mostrara la apariencia de su dueño, un mortifago que los rubios conocían perfectamente y Euphemia detestaba con todo su ser: Bartemius Crouch Jr. El hombre miró a los niños con una filosa sonrisa en su rostro mientras levantaba su varita contra ellos, apuntando primero a aquél que llamaban ''El elegido'', y volvió a abrir su boca mientras estaba atento a cada una de sus acciones.

- Mi señor estará tan contento cuando le lleve tu cabeza, Potter, que me tendrá bajo su ala. Reemplazaré a esos asquerosos Malfoy, esos amantes de lo impuro que lo llevaron a ese mestizo asqueroso y me aseguraré de que esa traidora a la que llamas tía reciba el castigo que Azkaban no le dió.

A pesar de sus palabras, los niños no demostraron temor y sonrieron a su amenaza con gran valentía puesto que ellos sabían algo que aquel mortifago ignoraba, que todas las criaturas del bosque estaban de su lado, no solo por Jessica, sino también por todo lo que los Snape habían hecho por ellas.

- Suerte intentándolo, Crouch.

Le retó Euphemia mientras se colocaba entre su primo y el mortifago; el hombre, quien temía al igual que todos a los poderes que la madre de aquella muchacha poseía, dudó respecto a su siguiente movimiento, si mataba a la niña para llegar a Potter estaba seguro de que todas las criaturas que rodeaban Hogwarts se alzarían contra él y podría llegar a morir en una estampida, además de ser tratado como traidor al hacer que su mayor recurso, Jessica, los abandonara.

Sin darle tiempo a pensar en como actuar, un centauro apareció a su lado, embistiendo al mago oscuro con su cuerpo para alejarlo de los niños antes de que el resto de su manada hiciera presencia; Crouch terminó en el suelo, abatido y sin su varita mientras veía como aquellas criaturas subían a los menores a sus lomos para huir con ellos a lo más profundo del bosque.

El cuervo y la serpiente - Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora