XVII

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"𝑻𝒐𝒅𝒐𝒔 𝒍𝒐𝒔 𝒅í𝒂𝒔, 𝒕𝒆 𝒓𝒆𝒄𝒊𝒃𝒊𝒓é 𝒅𝒆 𝒃𝒓𝒂𝒛𝒐𝒔 𝒂𝒃𝒊𝒆𝒓𝒕𝒐𝒔"

Youngjo llegó pasada la media noche, bastante agotado.

Sus piernas y brazos dolían por tirar y cargar equipaje por seis horas seguidas, desconocía la cantidad de turistas que llegaban a Seúl, específicamente a ese hotel, considerando también cuántas porquerías llevaban en sus maletas por pesar tanto.

Su turno recién había acabado, tuvo que cambiarse el uniforme, dejándolo allí y caminar las siete cuadras que lo separaban de la casa de los Yeo, suspirando de alivio al sentirse en casa.

Subió las escaleras sin hacer ruido y se dirigió a la habitación, encontró a su pequeño tigresito dormido, abrazando la almohada que él usaba, acomodado en posición fetal sobre la cama.

Sonrió con ternura, dejó sus cosas y se desvistió hasta quedar en ropa interior, antes de meterse al lado del peliuva, intentó quitarle la almohada al chico sin despertarlo, pero se removió, abrazándola aún más fuerte.

-Ravn-Lo escuchó murmurar, mientras hundía su naricita en la almohada.

-Ya volví, bebé.

Susurró el pelirrojo, se acercó a él para dejar un beso en su mejilla y luego sobre sus labios, despertando a Hwanwoong, quien lo miró con ojitos cansados, soltando la almohada para estirar los brazos hacia él, abrazándolo en su lugar.

Youngjo rió un poco, su novio era tan lindo, que el sueño lo hacía verse mucho más adorable.

Se acomodó a su lado y Hwanwoong dejó descansar su mejilla en parte del hombro del mayor, mientras abrazaba su brazo como si fuera un peluche.

Pasaron varios minutos en silencio hasta que el menor habló.

-Me olvidé, de que tra-bajas-Murmuró, Youngjo tardó unos segundos en responder.

-Quería volver a casa y estar contigo, pero no podía-Sonrió con cansancio.

Otros segundos en silencio pasaron hasta que el chico decidió contarle al peliazul mayor la gran noticia que desde hace horas quería revelarle.

-Me dieron un so-lo-Dijo-De baile, para la mues-tra.

Youngjo se giró hacia él para besar su frente y acariciar un poco su cabello.

-Mi bebé se lo merece-Dijo, haciéndolo sonreír-Seguro te saldrá perfecto-Añadió-No me sorprendería del mejor bailarín del mundo.

Hwanwoong se ruborizó completamente, escondiendo su rostro en el brazo de Youngjo, el pelirrojo apenas lo sintió, a los pocos segundos ya estaba dormido, agotado por el cansancio de su primer día.

Acurrucado junto al cálido cuerpo de su chico, Hwanwoong tampoco tardó mucho más tiempo en dormirse con muchísima más facilidad que la que había tenido cuando Youngjo no estaba con él.

Más días pasaron igual, con Hwanwoong quedándose horas extra en la escuela para poder aprender su solo, Youngjo yendo a trabajar y regresando muy tarde y agotado para hacer otra cosa además de dormir.

Hwanwoong se entristecía por cada hora que le robaban a su Youngjo, aunque volvía a la normalidad en cuanto lo abrazaba en las noches.

Pero dónde peor se sentía era cuando su clase de baile acababa y él se quedaba solito, estirando un poco los músculos al pensar en las horas de aburrimiento que tendría hasta la medianoche.

LOUDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora