XVI

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"¿𝑬𝒏 𝒔𝒆𝒓𝒊𝒐 𝒄𝒓𝒆𝒆𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒍 𝒅í𝒂 𝒅𝒆𝒃𝒆𝒓í𝒂 𝒕𝒆𝒏𝒆𝒓 𝒎á𝒔 𝒉𝒐𝒓𝒂𝒔? 𝒔𝒊 𝒆𝒔 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒑𝒐𝒅𝒆𝒓 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒓 𝒎á𝒔 𝒕𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐 𝒋𝒖𝒏𝒕𝒐𝒔, 𝒆𝒏𝒕𝒐𝒏𝒄𝒆𝒔 𝒆𝒔𝒕𝒐𝒚 𝒕𝒐𝒕𝒂𝒍𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒅𝒆 𝒂𝒄𝒖𝒆𝒓𝒅𝒐 𝒄𝒐𝒏𝒕𝒊𝒈𝒐 𝒃𝒆𝒃é"

Para el almuerzo, ambos jóvenes estaban visiblemente avergonzados, se ruborizaban de más cuando alguno de los señores Yeo los miraban con una cara extraña, dedicándosela toda la bendita mañana como si supieran su mayor secreto.

Hwanwoong estaba todo un tomatito y se iba a ocultar en el pecho de Youngjo cuando alguno de sus padres preguntaba por los sucesos de esa madrugada y la noche anterior, la señora Yeo fue quien decidió romper esa pesada atmósfera de incomodidad a la hora de almorzar.

—Estaban ofreciendo un trabajo de botones en el hotel donde nos quedamos, Ravn. Podrías ir a dejar tu currículum allí, no queda muy lejos y es un lugar muy bonito—El pelirrojo asintió ante las palabras de su madre postiza, escuchando las indicaciones de cómo llegar—Cuándo pregunté, me dijeron que hacían turnos de seis horas—Continuó la mujer—Pueden arreglar para que el horario sea en la tarde o en la noc... Binnie ¿Hijo, te pasa algo?—Se detuvo para ver al peliuva.

Solo bastó esa pregunta para que los dos hombres voltearan a ver al menor con preocupación, Hwanwoong estaba con una expresión notoriamente molesta, su ceño estaba fruncido y un ligero mohín se plantaba en sus labios.

Youngjo se acercó un poco más a él, tomando su mano y haciendo que el chico lo mirara, el mayor ya sabía lo que ocurría.

—Woongie, ya hablamos de esto—Habló con suavidad, el menor solo asintió.

Hwanwoong quería a Youngjo, su tiempo y su paciencia, solo para él. Le parecía injusto que unas estúpidas valijas, hoteles y turistas le quitaran a su novio.

Pensó que si tan solo les pagasen por quererse y amarse, ya serían millonarios.  

—Leedo, no quiero—Se quejó Xion, apretando con fuerza los posabrazos de su silla.

El peliverde tenía el manubrio de su silla sujeto y no dejaba que se fuera.

*Bae, ya lo hiciste con la terapeuta, puedes hacerlo de nuevo.

—¡Mis piernas se doblan Geonhak, me caeré!

—Xionnie, no voy a dejar que te caigas.

Dongju negó, no quería hacerlo.

Estaban en el salón de baile, donde una barra en la pared como a un metro del suelo lo esperaba, durante el fin de semana, en sus terapias, había logrado ponerse de pie por primera vez en muchos años.

Leedo había estado presente en ese momento y lucia mucho más emocionado que su novio por mostrarle aquello a sus amigos, así que habían quedado después de clases en la sala de baile, con los chicos algo alejados, mirando al peliazul con una sonrisa expectante.

Xion no quería decepcionarlos, pero no podía hacerlo por sí mismo.

Su terapeuta le había colocado unas especies de barras metálicas en sus piernas, sostenidas con vendas elásticas que rodeaban sus extremidades, manteniendolas rectas y firmes, sin hacer fuerza con ellas y apenas preocupándose un poco por mantener el equilibrio, aunque se había sostenido del andador con fuerza.

Todo muy diferente y más profesional que una estúpida barra de baile frente a él y a un molesto novio que le insistía en pararse.

—No, no puedo hacerlo—Negó, su vista se nubló debido a las lágrimas.

LOUDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora