28. Luz

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Despierto por toques que provienen de la puerta. Me levanto de la cama todavía dormida y me acerco a la mesita donde dejé el bolso con el móvil - eso es lo único que pude traer -, voy a mirar la hora cuando los toques se hacen mas intensos y seguidos. Son solo las siete de la mañana. ¿Quién se pone a tocar una puerta a esa hora? Solo un loco.

Me extraña que no me quitaran el móvil, pues si yo secuestrara a alguien - no es que lo haya hecho - le quitaría todo lo que le permita contactar con alguien. Pues ahora mismo yo le puedo enviar mi ubicación a Killiam o a Kyle para que sepan donde estoy. Pero quiero saber quien es el que ha ordenado traerme aquí y el motivo, ya que no me iría de aquí con la duda.

Además de mirar la hora veo que tengo mensajes de mis hermanos y de mis amigas, preocupadas. Killiam no paraba de disculparse diciendo que si estaba muerta el se moriría conmigo y que no se lo perdonaría, vaya dramático. Kyle me dice que no me preocupe, que mantenga las posturas y que sea lista, que ya mismo estaría ahí, simplemente tenía que esperar un poco. Él como siempre precavido. Y las chicas, pues toda clase de cosas que se les ocurría, como que si quien me había secuestrado sabía que sus amigas se lo iban a cargar cuando lo encontraran... y una clase de barbaridades que no hace falta que diga, porque uno se las puede imaginar.

- Señorita Kayla, - grita alguien detrás de la puerta, haciendo que pegue un salto y mi móvil caiga al suelo - abra la puerta.

Es una voz femenina y por el tono, joven. Voy despacio hacia la puerta, cuando sin aviso una chica entra por la puerta con un uniforme de sirvienta, pero de sirvienta de verdad. Lleva unos vestidos al hombro, todos de color rojo sangre. Los deja en el sillón de la habitación y se dirige hacia la cama, cogiendo las sabanas para hacerla.

- Puedo hacerla yo - le quito con cuidado las sabanas de las manos -, gracias.

- No, señorita - me vuelve a coger las sabanas y me aparta -. Este es mi trabajo.

Sin poder discutir con ella, me quedo observándola mientras que hace la cama. Es una chica menuda, de mi edad más o menos. Su pelo negro está atado en un moño bajo, con una cinta blanca alrededor. Es un poco más alta que yo y tiene una gran cicatriz en la pierna derecha, de un accidente supongo.

Cuando termina de hacer la cama, se gira hacia mí.

- Buenos días señorita Kayla, soy Luz, su sirvienta durante su estancia aquí - se inclina hacia mí - Estoy aquí para lo que necesite, si quiere comida, se la traigo...

Su voz no expresa ninguna emoción y su mirada está perdida en un punto que no puedo descifrar. Supongo que no está aquí por su propia voluntad y no creo que quiera quedarse ni un segundo más. Si la convenzo de salir de aquí, ella me podrá indicar el camino y escaparemos juntas de este castillo cuando descubra todo.

- Luz - la sujeto por los hombros, lo que hace que se sorprenda -, sé que no quieres estar aquí - sus ojos se abren -. Voy a encontrar una salida y te vas a venir conmigo.

- Señorita, se equivoca - su mirada va descendiendo - sí quiero estar aquí, no conozca nada más fuera de estos muros. Es mi casa.

- Uno, no me lo creo y segundo, llámame por mi nombre, no me gusta eso de señorita - le sonrío hasta que se da la vuelta para coger los vestidos que había dejado.

- Es hora del desayuno, señorita - empieza a poner cada vestido sobre la cama, en total cinco - báñese y cuando termine elija uno de los vestidos, yo estaré fuera esperándola.

Sabiendo el frío que hace fuera, no dejaría a nadie que esperase en el pasillo. Además el uniforme de la chica es demasiado corto, y el aire fresco no perdona a nadie.

Mis secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora