Andrés Castiblanco nunca se imaginó lo que se le venía. Él, que creía tener el control, estaría a punto de tener la peor de las vergüenzas.
El joven conversaba con su madre en la sala de su casa. El timbre sonó. Un instante después la policía se adentraba en la casa para dar captura al pelinegro por la violación de Magdalena.
—Llama a mi papá —le decía el joven, aún muy confiado, a su madre mientras le ponían las esposas. La mujer no entendía nada y gritaba angustiada, lo que llevó a que Andrés se desesperara —. ¡Mamá que llames a mi papá!
Comenzó un proceso de juicio que terminó por hundir al joven. El pastor Ramiro y su esposa, con ayuda de su abogado presentaron pruebas. Magdalena narró los hechos de aquella terrible tarde.
Pero la humillación más grande estaría por llegar. Isabela Sandoval quiso redimirse y ayudar con el proceso. Para ello, logró contactarse con varias ex novias de Andrés que habían recibido amenazas por parte de él.
Cuando el pelinegro se veía atacado por parte de las mujeres, utilizaba los videos que grababa mientras tenían relaciones sexuales y les advertia en publicarlos si no lo dejaban tranquilo.
Isabela convenció a las jóvenes de dar su testimonio y exponer la mala actitud de Andrés ante los medios de comunicación. Ellas accedieron. Isabela utilizó sus contactos, el caso de Andrés Castiblanco fue conocido por todo el país.
La campaña en contra del joven fue tremenda. Todos exigían justicia y se alzaban en apoyo a Magdalena.
—Es cierto que nosotras accedimos a tener relaciones con él, y también que permitimos ser grabadas. Pero eso no significa que él pueda aprovecharse de eso y amenazarnos con exponer nuestra intimidad —dijo una de las ex novias en una entrevista.
—Ninguna de nosotras fue violada, pero Magdalena sí lo fue. Y no podemos permitir que este patán siga en las calles causando más daño —dijo otra.
#CastigoparaAndres fue tendencia en redes. La reputación del pelinegro por el suelo.
Con todo en su contra, el joven pensaba que el único que podía salvarlo era su padre. Pero quedó boquiabierto cuando su familia también le dio la espalda.
Mauricio Castiblanco entró al cuarto y arremetió contra su hijo. Le lanzó un fuerte golpe en la cara que mandó al joven al piso.
—No puedo creer en la persona que te has convertido —El hombre estaba furioso —. Un depravado sexual. Tu mamá y yo no te criamos así.
—Papá son mentiras, todo lo que dicen son calumnias.
— ¡No seas cínico, Andrés! —dijo entre lágrimas la madre —. Esa pobre muchacha intentó suicidarse, ¿no eres consciente del daño que has causado?
—Tu vas a tener que responsabilizarte por tus actos —anotó el padre —. Sea cual sea el castigo, te digo de una vez, que yo no voy a mover ni un dedo para ayudarte.
—Tu no puedes hacerme esto, papá —comenzó a angustiarse.
—Todo tiene consecuencias, y tus malas acciones no son la excepción. Yo te enseñé respeto y honestidad. Tu quisiste tomar otro camino, pues afronta tus decisiones.
Los padres salieron del cuarto. Impotencia y lágrimas por parte del joven. Toda la seguridad que le daba el apellido Castiblanco ya no valía nada. Pagaría por el delito cometido.
Fue condenado a doce años de cárcel. Tal como su padre había dicho, no lo ayudó. Por el contrario, junto con su esposa se acercaron a Magdalena y sus padres y le ofrecieron pagar los gastos de terapia psicológica por si era necesario. Los Restrepo agradecieron el gesto. Ambas familias quedaron en seguir en contacto.
En cuanto a su hijo, Mauricio Castiblanco habló ante la prensa, y con dolor en el alma dijo que la justicia era para todos. Dio un discurso de como cada quien debía asumir la responsabilidad de sus malas decisiones sin importar posición o clase social.
Isabela también asumió sus equivocaciones. De corazón, le pidió perdón a Magdalena y a Felipe por lo sucedido.
—Gracias por lo que hizo. No era necesario —apuntó Magdalena.
—Si, si era necesario —dijo Isabela —. Yo cometí un error y tenía que reponerlo. Andrés se lo merecía. Hice lo que él siempre quería hacer con nosotras. Exponerlo a la luz pública.
—Pues sí. Igual gracias —habló Felipe.
—Magdalena, ¿usted me puede dejar un momento a solas con Pipe?
La morena agradeció una vez más el gesto y los dejó solos.
—Pipe, de nuevo perdón. No medí las consecuencias de mis actos.
—Lo importante es que aprendió la lección… y… ¿Qué va a hacer ahora?
—Me devuelvo a Medellín. Tengo que terminar mi tesis.
—Claro… Bueno, entonces, que le vaya bien —dijo, disimulando su tristeza.
—Gracias. Yo le deseo lo mejor con lo del nuevo local. Voy a extrañar sus galletas —sonrieron —. Entonces… ¿Amigos?
—Amigos —fue difícil para él decirlo.
Se despidieron de manera amable. Habiendo arreglado las cosas, Isabela se fue. El rubio la vio partir con el corazón estrujado, realmente se había enamorado de ella.
La justicia llega.
Bendiciones.
Nos leemos en el siguiente capítulo.
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El amor es más fuerte
EspiritualLuisa Fernanda Jiménez es una joven apasionada y luchadora, es estudiante de diseño de interiores próxima a graduarse; además de ello, está entregada por completo a su fe, a tal punto que ha sido provista de un don especial con el que se dedica a se...