Capítulo 36: Despertando a la realidad.

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Conocer a los familiares de Esteban Granados/Juan Camilo Maldonado produjo muchas más inquietudes en Gustavo Sandoval. El hombre se presentó en la comisaría cuando la familia estaba dando indagatoria. 

 Beatriz y Carolina Maldonado, la abuela y la hermana del joven, rindieron su testimonio indicando a la policía que nunca estuvieron de acuerdo con el actuar de Esteban. Sabían que cobrar venganza traería malas consecuencias. Advirtieron también que no sabían nada de él desde hace un buen tiempo. 

 Terminado el interrogatorio, las mujeres se despidieron anotando que colaborarían con la justicia por sí Juan Camilo/Esteban se comunicaba. 

 Gustavo Sandoval salió a su encuentro en el pasillo de camino a la salida. Se saludaron amablemente. 

—Mi nieto no es mala persona, él solo busca que los culpables paguen. —La anciana se hallaba por completo agobiada. 

—Él está confundido, mi hermano no es un asesino —dijo Gustavo. 

— ¿Está seguro? —apuntó Carolina —. Averigüe quién realmente es su hermano, quien realmente es Gonzalo Sandoval. Hay veces que el enemigo lo tenemos más cerca de lo que pensamos. 

—Entonces, ¿por qué quitaron la denuncia? Si están tan convencidas de que Gonzalo mató a Iván Darío, ¿por qué no siguieron con el juicio? 

Las mujeres compartieron una doliente mirada, como si traer a memoria el pasado les hubiera devuelto el sufrimiento. 

—Mire… su hermano es un hombre muy peligroso —dijo Carolina, indignada —. Si en ese tiempo se quitó la denuncia no fue porque se quisiera, fue porque su hermano nos amenazó. Fue él mismo con un par de matones, entró en nuestra casa y amenazó a mi mamá y a mi abuela. Yo era una niña de cinco años, no paraba de llorar. Su hermano amenazó con hacerme daño si no retirabamos la demanda. 

—No, eso no puede ser, ¿por qué Gonzalo haría eso? —Gustavo estaba impactado con tan semejantes acusaciones. 

—Es la verdad —intervino la anciana —. Pregúntele a su cuñada, ella sabe el porque. 

—Estela, ¿qué tiene que ver ella en todo esto? 

—Mucho, tiene que ver mucho —replicó Beatriz. 

 Carolina comenzó a revelar los secretos. Contó que Iván Darío Maldonado y Estela Mantilla habían tenido una relación, el hombre estaba dispuesto a dejar a su mujer y a sus hijos por ir detrás de su amante. Planearon escaparse juntos y dejar todo atrás para comenzar de nuevo en otro lugar. 

Gonzalo supo del romance y de los deseos de huir. Tomó cartas en el asunto. Mató a Iván Darío un día antes de la escapada. 

 Como si todo le pareciera una historia de ficción, Gustavo no se atrevía a creer lo que escuchaba. ¿Quién era su hermano? ¿Quién era su cuñada? ¿Por qué tantos secretos? 

Para terminar de confundir al hombre, las mujeres revelaron un secreto más; esta vez uno que dejó sin palabras a Gustavo. Según la anciana y la joven, Gonzalo Sandoval sí tenía razones para matar a Iván Dario, pues Iván Dario era el verdadero padre de Diego.

— ¿Qué? Eso no puede ser. —La cabeza de Gustavo se revolvía con todo lo escuchado. 

—Es cierto —dijo con firmeza Carolina —. Esto que le dijimos a usted es lo mismo que le dijimos a la policía, y no estamos mintiendo…Gonzalo Sandoval, su hermano, es un criminal, un asesino… Y para que sepa, su hermano es estéril, no puede tener hijos. 

—No, no es cierto —sintió como si un edificio se le cayera encima. 

—Mi hijo nos contó. Él estaba decidido a escaparse con Estela y el bebe que estaba en camino. Él sabía que era suyo, de nadie más podía ser. 

—Investigue quien es su hermano. Nosotros hemos callado por miedo a lo que él pueda hacer. Ese hombre esconde muchas más cosas. 

 Revelaciones impactantes. Gustavo quedó atónito ante todo lo escuchado. 

 Argemiro Jiménez se mantenía mirando por la ventana con cara de preocupación. Miró el reloj de la pared y se percató de que iban a ser las nueve de la noche, razón suficiente para continuar en su angustia. 

 Minutos después vio asomar por fin a la persona que esperaba. Vilma venía muy campante, sin advertir que el hombre aguardaba por ella, afanado. 

—Quiubo Vilma, ¿Dónde andaba? —le dijo, apenas la mujer entró a la casa. 

—Con mis amigas —respondió como si nada.

—Otra vez, pero usted se la pasa mucho con sus amigas, ¿qué es lo que hacen? 

—Pues hombre que vamos a hacer —se enfureció —. Chismear, disfrutar, compartir. 

— ¿Estuvieron tomando?, uish, hasta aquí se siente el aliento. 

—Mire Argemiro, vuelvo y le dijo, yo no soy como la mojigata de Cleotilde. A mi me gusta pasarla bien; y si mis amigas me invitan un trago, yo se los recibo. 

—Pero es que yo llego de trabajar y quisiera verla aquí cuando llegue a la casa. Que compartamos como una pareja, que comamos juntos. 

— ¡Ay, no, no, no!, yo no soy de esas viejas que se quedan en la casa cuidando al marido. Faltaba más, ahora no va a ser que me pida que deje de trabajar. 

—No, como se le ocurre. Pero sí que estemos juntos, como antes. 

—Pues si mi gordo —se puso coqueta —. Pero yo le digo a usted que me acompañe y nos echamos una bailadita bien buena, una noche de fiesta bien loca; pero usted no quiere. 

—Pero usted sabe que yo no comparto eso. 

—Pues entonces estamos fregados —Se dispuso a ir a la habitación —. Y sabe que, me voy a dormir porque estoy rendida. 

 La mujer se fue dejando al hombre envuelto en pensamientos. Su relación con Vilma no estaba resultando como lo había pensado. Aquello que lo había cautivado de ella estaba quedando en el olvido, y era como si estuviera conociendo a otra persona. Argemiro se sentía desilusionado y triste. Estaba reaccionado, entendiendo que había cometido un error. 

Holaaaa!

Que gusto saludarlos.🤗

Esta historia continua con toda. 👌

Dejen los comentarios que tal les pareció este capítulo.

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