Capítulo 44: La máscara es quitada

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Sin que nadie se enterara, Gustavo comenzó a investigar la parte contable de Atiko. Luego de una intensa revisión pudo concluir que los números estaban alterados. Le parecieron extrañas varios valores elevados en la parte de proveedores. De manera discreta le preguntó a Luisa y Diego, pues eran materiales comprados para proyectos en los que ellos habían trabajado. La pareja anotó el error que había en los números y mostraron las facturas donde se reflejaba el valor real. Con todo esto, la sospecha de que Gonzalo estaba actuando de forma ilegal cobraba fuerza.

 Gustavo se reunió con el contador de la empresa, lo confrontó con firmeza. El hombre no tuvo más opción que decir la verdad. 

 El contador estaba manejando una doble contabilidad por órdenes de Gonzalo. Avergonzado y atacado en llanto, narró como en un principio había accedido porque se encontraba en una mala situación económica, y Gonzalo lo sobornó con una gran cantidad de dinero que le pagaba mensualmente. Después, cuando quiso dejar de hacerlo, conoció el lado más oscuro del mayor de los hermanos Sandoval; el contador recibió amenazas contra su familia, y por salvar la vida de su esposa e hijos se vio obligado a seguir maquillando la contabilidad de la empresa. 

— ¡Por favor! ¡Don Gustavo no le vaya a decir a don Gonzalo que yo le dije la verdad! —suplicaba, desesperado —. Él es un delincuente muy peligroso. Si él se entera de que yo hable, me mata y mata a mi familia. 

 Gustavo lo tranquilizó, le prometió no delatarlo.

Pero Gonzalo Sandoval era astuto, a pesar de no poder ir a la empresa por estar recuperándose del atentado, se las arregló para enterarse de todo lo que pasaba en Atiko por medio de una secretaria. Fue así como supo que su hermano andaba de fisgón, metiéndose en lo que no le convenía. 

 Gonzalo decidió hacer una visita a la casa de Gustavo con la idea de tantear que tanto sabía éste. Para fortuna de él, lo encontró sólo en casa. 

—Supe que estuviste revisando algunos documentos de la empresa —dijo sin titubear. 

 Gustavo quedó paralizado. Y aunque quiso aguantarse las ganas de enfrentar a su hermano, no fue capaz. Terminó por declarar lo que había descubierto. 

—No puedo creer que mi propio hermano me haga esto —Gustavo dejó salir toda su indignación —. Muchos de esos documentos también están firmados por mi. Iría a la cárcel si se descubre que están alterados. ¿Por qué nos haces esto, Gonzalo? ¿Qué clase de monstruo eres? 

— ¿Por qué? ¿De verdad no sabes por qué? —Tan furioso estaba que comenzó a destapar su corazón. Algunas lágrimas fluyeron al hablar —. Yo nunca la tuve fácil, siempre tuve que esforzarme para que mi papá se sintiera orgulloso de mi, y aún así no lo lograba. Él siempre te prefirió a ti, eres el hijo que siguió sus pasos, el gran diseñador, el que heredó su talento. ¿Y yo qué?, siendo ignorado por completo, ¡Todo porque no pude fabricarle a don Efrain un asqueroso mueble! 

—El que mi papá haya sido duro contigo no justifica que te convirtieras en un delincuente. Y tampoco que me hayas envuelto en tus asuntos, yo siempre estuve a tu lado para apoyarte. 

— ¿Apoyarme?, no seas imbécil, Gustavo. Tu nunca te interesaste en lo que yo hacía. Si no, ¿por qué hasta después de más de veinte años te das cuenta de que en Atiko se está lavando dinero? —Gonzalo pasó del dolor a la rabia —. Te diré porque. No era porque confiaras en mí y creyeras que yo era bueno para manejar la parte administrativa. No, era porque lo que yo hacía no tenía relevancia para ti, yo no te daba la talla, y me pusiste a la sombra mientras tú brillabas y gozabas de reconocimiento. 

—Eso no es así —La respiración de Gustavo comenzó a ser más agitada —. Yo no tengo complejos, ni me ando comparando. Él que siempre tuvo una necesidad de aprobación fuiste tu. 

Gonzalo se echó a reír: —Yo ya no busco que me aprueben, me di cuenta que es mucho mejor que me teman. Eso lo entendí cuando llegué al mundo de la delincuencia. Y sabes que, en esto, si soy bueno, se me da muy bien ser un jefe del crimen. 

— ¿Te estás escuchando? Ese mundo en el que estás metido solo puede traer sufrimientos y malas consecuencias. Deberías buscar a Dios y pedirle perdón. 

—Gustavo, yo no creo en esas fantasías. Aquí mi dios, soy yo mismo. 

—Entonces atente a las consecuencias. 

—¿Qué piensas hacer? ¿Vas a ir corriendo a la policía y me vas a denunciar? 

—Pues sabes que si. Ya es hora de que todos sepan quien eres en verdad, de todo el mal que has hecho y del sufrimiento que has causado. 

—Atrévete y no respondo —dijo, tajante. 

— ¿Vas a matarme?, la verdad no me extrañaría, ya has matado antes, quien sabe cuantas veces… Lo que hiciste con Iván Darío Maldonado es inconcebible. Pobre Diego, toda la vida queriendo complacerte para saber que no eres su padre. 

Una mirada de asombro por parte de Gonzalo, tal parece que todos sus secretos habían salido a la luz. 

—Ya que estamos revelando secretos familiares, sabías que tu amada esposa se acostaba conmigo. 

—Eso no es cierto —Gustavo sintió un frío que le recorrió todo el cuerpo. 

—Gustavo, Gustavo. Tu amada y querida Constanza se me entregó una y otra vez. 

—Deja de decir embustes, ella era una mujer decente —La ira lo dominó por completo. Su respiración cada vez más elevada. 

—Es la verdad. Al principio ella no quería; pero yo seguí buscando, seduciendo. Hasta que cayó rendida a mis brazos. Tantas noches de placer que tuvimos. 

— ¡Ya calla… —no pudo continuar hablando, el dolor en el pecho se incrementó. Un infarto. 

 Gonzalo se percató de la situación. En un principio no supo cómo reaccionar, y aunque pensó en ayudar a su hermano, terminó por convencerse de que no se lo merecía. Además, con la muerte de Gustavo se libraba de ir a la cárcel.

—Ayúdame, soy tu hermano —Gustavo clamó por su vida mientras agonizaba sentado en el sofá. 

— ¿Sabes por qué me metí con Constanza? —se sentó al lado de su hermano —. Porque me fastidiaba ver lo feliz que eras mientras mi vida era un fracaso, tenía que lastimarte de alguna manera. Tu fuiste un privilegiado, yo tuve que ganarme un lugar en el mundo, tu lo obtuviste sin mucho esfuerzo, eso no me parece justo… Adiós hermano. 

Se levantó, lanzó una última mirada al enfermo y salió de allí. Gustavo no tenía la fuerza para moverse y pedir ayuda. 

 Pasada una hora, Isabela y Felipe llegaron a la casa. Venían en un plan muy romántico, celebrando que el rubio pronto tendría su propio local donde vendería sus productos, todo gracias a la reunión que tuvo con el empresario que lo contactó. 

 Cual sería la sorpresa de la pareja cuando entraron a la sala y encontraron a Gustavo en el sofá. 

 De forma rápida se acercaron a auxiliarlo. Ya era demasiado tarde. 

—No, papito tú no me puedes dejar —El llanto desgarrador de Isabela. 

 Felipe la tomó entre sus brazos, la consoló y le hizo saber que no estaba sola. 

 Un evento inesperado, una muerte repentina. El carismático, alegre y espontáneo Gustavo Sandoval había partido de este mundo.

¿A cuántos les caía bien Gustavo?

Pido perdón por haberle dado este final tan triste al personaje 😭🙈

Quería darle un giro a la historia.

Y quería mostrar hasta donde puede llevarnos el odio como es el caso de Gonzalo quien dejo morir a su propio hermano por rencor.

Bendiciones, nos leemos en el próximo capítulo.

El amor es más fuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora