Un año después.Luisa se miró una vez más en el espejo. Se veía por completo hermosa. Una blusa blanca ceñida al cuerpo con encajes en lentejuelas, un cinturón plateado del que se desprendía una falda verde con capas sueltas. Lucía en su cabello un peinado elegante.
La rubia se sentía satisfecha. Tenía razones, ese día celebró un triunfo. En la mañana tuvo la ceremonia de graduación de la universidad. Después de tantos esfuerzos tenía el título de diseñadora de interiores. Ahora se disponía a ir a la celebración que su familia y amigos le habían preparado. Sería una noche de festejo y alegría.
Cerró los ojos para agradecerle a Dios por todas sus bondades. Familia, trabajo, amor; tenía mucho más de lo que algún día pudo imaginar. Pero Dios no había terminado con ella, todavía faltaban muchas bendiciones por llegar, y se lo hizo saber en aquel momento.
Pequeños fragmentos de lo por venir comenzaron a llegar a la mente de Luisa. Visiones del futuro que la conmovieron. Visualizó el momento en que vestida de novia caminaba hacia el altar con una felicidad infinita, se vio luego celebrando con Diego la noticia de que venía un bebé en camino, se vio recibiendo un premio como la diseñadora del año, y por último se vio unos diez años más adelante en una hermosa casa junto a Diego y dos niños que no eran otros que sus hijos, la familia disfrutaba de un divertido juego de mesa.
La plenitud que sintió en ese momento no la podía describir, tan sólo podía agradecerle a su creador.
—Mija, nos vamos —indicó Cleotilde, sin entrar a la habitación.
—Ya voy, mami —dijo la rubia.
Se miró un instante más, le pasó una retocada a su peinado y salió de la habitación.
Se había alquilado un salón para unas treinta personas. Con un sencillo decorado de forma industrial y un espacio donde se ubicaba la mesa de pasabocas preparados en el negocio de Felipe (que para esa fecha ya contaba con dos locales más).
Todos los invitados ya se hallaban allí, antes de que la rubia llegara. Estaban ansiosos esperando por ella.
— ¡Ya viene! —dijo Isabela al ver el carro ubicarse en el parqueadero.
Se prepararon para recibirla. Cuando Luisa entró al salón fue sorprendida con gran algarabía y un grito de felicitaciones. Argemiro y Cleotilde venían con ella, los padres quedaron conmovidos por la bienvenida, pues sentían el triunfo de su hija como suyo.
Uno a uno de los invitados comenzó a acercarse a la rubia para abrazarla y felicitarla. Isabela y Felipe fueron los primeros en desearle éxitos, luego vinieron Estela Mantilla, Beatriz y Carolina Maldonado, y por supuesto Diego, quien se sentía completamente orgullo por el triunfo de su amada.
La rubia recibió los abrazos del pastor Ramiro, su esposa y Magdalena. Sus líderes espirituales y su gran amiga, como agradeció que estuvieron allí.
Recibió las felicitaciones de Miranda Fonseca y el detective Casallas, ellos dos habían comenzado una relación luego de los sucesos del incendio, primero fueron salidas de amigos, hasta que unos meses después se formalizó el noviazgo.
—Habilidades como las suyas son las que se necesitan en la policía, cuando se canse del diseño puede dedicarse a resolver casos —bromeó Rodrigo.
—Gracias. Pero yo sé que no necesito ser policía para usar este don. Dios me usa como quiere —dijo Luisa.
—Así es. Pero, ¿dígame que puedo buscarla cuando necesite encontrar pruebas o agarrar delincuentes? —continuó con el juego.
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El amor es más fuerte
EspiritualLuisa Fernanda Jiménez es una joven apasionada y luchadora, es estudiante de diseño de interiores próxima a graduarse; además de ello, está entregada por completo a su fe, a tal punto que ha sido provista de un don especial con el que se dedica a se...