Capítulo 35: Vida en peligro

64 12 0
                                    


Al llegar el sábado en la tarde, Andrés Castiblanco se dedicó a hacer lo que más disfrutaba, darle paso al placer. Invitó a pasar a una joven amiga de la universidad, bella y vestida de manera muy seductora. 

 Comenzaron a besarse apenas cerraron la puerta. Tan deseosos estaban por entregarse a la pasión desenfrenada que no esperaron a llegar a la habitación, cayeron en el sofá de la sala en medio de besos y caricias. 

 Andrés pidió un permiso a la joven para ir a la habitación, salió apresurado prometiendo no demorarse. 

 La chica quedó sola cuando de repente alguien entró al apartamento. Era María Paula. 

—Lárgate, necesito hablar con mi hermano —dijo la pelinegra con una actitud completamente arrogante. 

—Perdón. Yo vine con Andrés y él no me ha echado. —Se le enfrentó la otra joven. 

—Pero yo sí lo estoy haciendo. Y recuerda que yo conozco a tus padres, con una sola llamada puedo informarles dónde estás, que supongo no es el lugar donde ellos crees que estás. A ellos no les gustaría saber en las andanzas que se encuentra su hijita, ¿o sí? 

 La perversa advertencia le dio la victoria a María Paula. La otra joven se levantó de inmediato y se alistó para irse. 

 Andrés salió en el momento en el que su conquista del día se iba sin siquiera despedirse. 

— ¿Qué te pasa, imbécil? —se enojó el pelinegro y le reclamó a su hermana. 

—Andrés, por un día que no te acuestes con alguien no te vas a morir. Más bien siéntate que necesito hablar contigo. 

 El joven no soportaba que le dañaran los planes; sin embargo, ya no había nada que hacer. Después de unos segundos de analizar la situación, su enojo mermó y decidió escuchar a María Paula. 

— ¿Qué quieres? —dijo sentándose en el sofá. 

—Necesito de tu ayuda con Diego, el muy estúpido me terminó. Eso no puede quedarse así. 

— ¿Te terminó? —se burló —. Supongo que fue por Luisa. Ahora lo entiendo todo. Con razón anoche esos dos estaban tan melosos.

—De seguro apenas me botó fue a cuadrarse con la mojigata esa —María Paula ardía en ira. 

—Bueno, y, ¿qué quieres de mí?, le caigo a la muchacha, porque si es eso con mucho gusto. Luisa no está nada mal —Comenzó a fantasear con una noche de pasión con la rubia. 

—No seas iluso. Si hay algo que se le puede rescatar a la muchachita, es que es lo suficientemente inteligente para saber que no debe meterse con un cerdo como tú.

—Gracias, también te quiero hermanita —dijo con sarcasmo. 

—Tu me vas a ayudar con Diego. Le vas hacer recordar lo bien que se pasa cuando se mete un buen viaje al drogarse. 

—No creo que caiga, desde el día del robo Diego está un fastidio, disque quiere hacer las cosas bien, estar tranquilo. Yo no sé que le pasó. 

—Diego va a caer —María Paula estaba convencida de que así sería —. De pronto sea difícil, pero no imposible. Por más niño bueno que quiera ser, Diego es débil. Él no va a resistirse a la tentación cuando la tenga enfrente, eso te lo aseguro. 

—Bueno y, ¿Luisa? 

—Tu encargate de suministrarle a Diego la droga suficiente que lo haga volar hasta la luna, júpiter o donde sea, con tal de que sea fuera de este planeta. De la brujita me encargo yo. ¿Estamos? 

Andrés suspiró. Sonrió con picardía y luego anotó: —Estamos. 

 La noche parecía cargada con una energía oscura casi palpable, Esteban Granados (Juan Camilo Maldonado) tenía el corazón inquieto, y por alguna razón presentía que algo malo estaba por suceder. 

 Desde el día anterior percibió que su vida estaba en riesgo, como si alguien estuviera siguiendo sus pasos. Era cierto, el joven no lo sabía, pero él estaba en la mira de Elkin Montes; el empleado de los Sandoval llevaba dos días de encubierto analizando cada movimiento del muchacho. Ideaba un plan para matar a Esteban. El sábado en la noche se llevaría acabo el asesinato. 

 El joven salió del edificio con capota y gafas para no ser reconocido. Miró precavido en todas direcciones, cuando se sintió seguro avanzó. 

 Sin embargo, todo ese protocolo de nada le sirvió. Elkin Montes lo vio. Fue tras él manteniendo la distancia para no ser descubierto. 

 Por algunas cuadras caminaron sin novedad alguna. Las personas en las calles servían para que Elkin se retractara de atacar. 

 Entonces, sintiéndose como presa perseguida, Esteban comenzó a estar más alerta.  Precipitó el paso, obligando a su perseguidor a hacerlo también. 

 Regresando una y otra vez la mirada, el joven logró darse cuenta de la presencia de Elkin. Se lanzó a correr desesperado, el hostigador no se quedó atrás, fue por su objetivo. 

 La tensionante persecución se dio por varias cuadras más. Esteban empujaba personas al igual que Elkin. Se pasaron un semáforo en verde y al joven por poco lo atropella un auto. 

 Correr sin parar para salvar su vida. Miles de pensamientos se cruzaban por la mente. Elkin estaba cada vez más cerca de alcanzarlo. Esteban pensó que ese sería su último día. 

 Para mayor desgracia, el perseguidor sacó su arma y se dispuso a disparar. En medio de toda aquella ansiedad, el joven pudo idear un plan. Recordó que estaba cerca a una avenida principal y tomó un atajo metiéndose a una calle concurrida. 

 El flujo de personas sirvió como camuflaje, Elkin llegó hasta el otro lado pensando que el joven lo había hecho también. No obstante, Esteban se quedó unos metros atrás, escondido en un puesto de empanadas. 

 Elkin miró hacia todos los lados, pero advirtió que se encontraba en una vía principal, con la cantidad de personas y autos era imposible dar con el paradero de Esteban. Su objetivo se le había escapado. 

 Por su parte, el joven continuó oculto por un largo rato. Cuando vio que su perseguidor ya no andaba por ahí, se fue. En aquella ocasión se salvó de la muerte; pero en definitiva, tenía que tomar precauciones y actuar para no terminar muerto. 

Hola!!

Regresamos con un nuevo capítulo.

Será que el plan de los hermanos Castiblanco funciona?

Qué hará Esteban ahora?

Los leo.

No olviden votar.

Bye.

El amor es más fuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora