Capítulo 12: Lo inesperado

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Pasados algunos días un imprevisto sucedió en la familia Jiménez. Eran las diez de la mañana, Cleotilde ayudaba a su esposo en la panadería, terminaba de despachar un cliente cuando vio a su hijo entrar; el rubio no traía un buen aspecto. 

—Pipe mijo, ¿y usted que hace aquí? —se angustió la madre. 

—quiubo ma'. Me quedé sin trabajo —informó el joven y se sentó en una de las mesas. 

— ¿Y eso por qué? —preguntó Argemiro. 

—Pues resulta que querían que trabajara los sábados, y yo no puedo. 

— ¿Pero luego no habían acordado que los sábados usted descansaba para poder estudiar? —indagó Cleotilde. 

—Pues si ese era el acuerdo; pero este año quisieron cambiarme las reglas. Que me necesitaban de domingo a domingo y con un día de descanso entre semana. —Felipe suspiró en señal de su molestia. 

— ¿Y entonces? ¿Qué piensa hacer? —dijo el padre. 

—Será buscar otro trabajo. Yo no puedo dejar de estudiar. 

—Dios mío. Pues sí mijo ni modo, terminar su estudio primero. Yo sé que algo bueno vendrá. —Cleotilde reveló esperanza. 

 Felipe estaba confiado, tenía muy claro lo que quería y sabía que Dios no lo dejaría abandonado. Su fe fue honrada tres días después, vino una respuesta de parte del cielo. 

 Debido a que ahora tenía tiempo, el rubio se ofreció a llevar y a traer a su hermana del trabajo en su moto para evitarle las molestias del transporte público y el tráfico de la ciudad; así lo estuvo haciendo durante todos esos días. Llegó el día Miércoles y Luisa quiso llegar unos minutos antes a la oficina para terminar ciertos temas laborales.

 Faltando veinte minutos para las ocho Felipe dejó a su hermana en Atiko. Al llegar a su puesto de trabajo, Luisa se encontró con que no estaba sola en la oficina. 

—Luisa, buen día, ¿y eso que haces por aquí tan temprano? —la saludó Gustavo Sandoval. 

—Buen día Gustavo, no sabía que ya habías llegado. Yo que vine a organizar una cosita del trabajo —dijo ella, cordial. 

—Yo siempre madrugó mija, en la casa me aburro —el hombre se sentó en la silla de Diego. 

-—Jum claro, me imagino que sin tu esposa y sin tu hija debes sentirte solito —anotó ella mientras continuaba en el computador. 

—uy si, que jartera esa casa sin nadie; pero que más se hace, esa es mi vida ahora. 

—Pero no te me pongas triste, está oficina necesita de tu alegría. —Luisa detuvo su labor para hablarle con entereza al hombre —. Además tú nunca estás solo, Dios siempre está contigo; mira que la soledad es un buen momento para acercarse a él.

—Eso sí es cierto… Un día de estos te acompañó a la iglesia donde asistes; la parte espiritual es importante, y de pronto eso es lo que me hace falta. —Gustavo fue sincero. Por más alegre y carismático que fuera él, la soledad lo estaba matando. Tal vez darle un espacio a escuchar de Dios podría ayudarle.  

—Claro que sí, estamos cuadrando, y si quieres el próximo domingo vamos — apuntó Luisa. 

—Listo, me parece. Bueno, te dejo trabajar. —El hombre se levantó de la silla —. Oye y te tocó madrugar más, si quieres salir media o una hora antes hoy dale, yo soy justo con el tiempo de mis empleados. 

—Tan lindo tú. Pues dependiendo de cómo me vaya hoy, miro si salgo temprano. Y pues la verdad mi hermano me trae entonces no fue tanto lo que madrugue. 

—¡ah! Vea, yo no sabía eso, ¿Y tú hermano siempre te trae? 

—Desde esta semana si señor. Es que se quedó sin trabajo y me hace el favor de traerme y llevarme. 

—Jum que vaina con eso. ¿Y él que hace?

—Él estudia pastelería y panadería, le gusta todo ese tema. Él le ayuda a mi papá en las mañanas y luego viene y me trae, después se regresa a la panadería. Antes trabajaba en un supermercado; pero como estudia los sábados no pudo seguir trabajando. 

—Ya, entiendo —Gustavo analizó la situación, y propuso una solución —. Mija, ¿será que tú hermano se le mide a trabajar en la tienda como vendedor?

—Pues, Pipe se le mide a todo, y él es un buen trabajador —Luisa estaba emocionada —. Ahí lo único es que los sábados no podría trabajar. 

—Eso no es problema, el trabajo en la tienda es por turnos y se puede mirar para que descanse los sábados. Que traiga la hoja de vida y haga la prueba, ya depende de como le vaya. 

 La rubia no pudo más que agradecer el gesto de Gustavo. No tardó en llamar a su hermano y darle la buena noticia. 

 Esa misma tarde, Felipe se presentó en Atiko, tuvo la entrevista y una inducción en la tienda sobre el mobiliario que hacía parte del catálogo de la empresa; lo mandaron a prueba por los dos días siguientes; el joven le metió todo el empeño y demostró sus habilidades atendiendo a los clientes y ofreciendo los muebles. 

 El viernes, al terminar su turno, recibió la notificación, iniciaría a trabajar desde el lunes. Lo primero que hizo Felipe fue levantar una oración al cielo, Dios le abría una puerta y le demostraba que cuidaba de él. Una nueva etapa comenzó para su vida, el joven tenía la fe para creer que sería un gran tiempo el que vendría. 

Hola

Que creen que pasara con la llegada de Felipe a Atiko?

Los leo. No olviden votar y comentar.

Bye

El amor es más fuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora