Capítulo 57: La paga del pecado (Parte 1)

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Estela Mantilla subió a su automóvil. Después de tanta insistencia, había aceptado la invitación de Diego para asistir a una reunión en la iglesia. Era miércoles y el culto empezaba a las siete de la noche. Iba con el tiempo exacto para llegar. La mujer no se daba por enterado de que su vida estaba corriendo peligro. Hasta que sintió la punta de una pistola en la parte baja de su espalda.

-Hola, querida esposa -Gonzalo se encontraba en la parte trasera del vehículo.

-Tu, ¿Que estás haciendo aquí? -Estaba paralizada por la presencia del hombre.

-Estoy arreglando cuentas pendientes, y voy a empezar contigo. Me enteré de que estuviste diciendo cosas de mi a la policía.

-Gonzalo, te están buscando, eres un criminal. No seas imbécil, crees que matarme va a solucionar algo.

-La imbecil eres tú -se alteró -. Te di la clase de vida que querías y me pagas traicionándome.

-Por favor, la vida que tuve contigo fue un infierno.

-Pues la pasaste muy bien en el infierno. Vamos. Arranca.

- ¿A dónde vamos?

- ¡Que arranques te dijo! -la amenazó utilizando la pistola.

Sin encontrar otra opción para salvar su vida, Estela obedeció la orden. Encendió el auto y avanzó según las indicaciones de Gonzalo.

Diego revisó el reloj una vez más. Estaba empezando a preocuparse por su madre.

-Amor, ¿Nada que llega? -Llegó Luisa.

-No. Y la he llamado mil veces y no me contesta.

-Seguro se le hizo tarde.

-O seguro no quiso venir -dijo el castaño, decepcionado -Entremos.

- ¿De verdad? ¿No quieres esperar un poco más?

-No, amor. Mi mamá no va a venir .

Luisa lo abrazó buscando consolarlo mientras caminaban hacia el templo.

Estando en el momento de alabanza, sumergidos en la adoración, la rubia tuvo una visión de lo que estaba sucediendo con Estela.

-Gonzalo, piensa muy bien lo que vas a hacer -decía Estela Mantilla mientras caminaba cargando dos recipientes con gasolina.

-Tu sigue caminando -el hombre iba detrás, apuntándole con el arma.

Luisa abrió los ojos. Estaba por completo angustiada. Sacó a Diego de su momento intimó para advertirle de los hechos. La pareja salió del templo, junto a Miranda, Argemiro, Cleotilde y Felipe.

- ¿Amor que fue lo que viste? -Diego tenía los nervios alborotados.

-Tu mamá. Gonzalo la tiene secuestrada -dijo sin poder contener su ansiedad. Todos expresaron su asombro -. Yo vi que ella estaba cargando unos frascos con gasolina. El sueño, hoy va a suceder lo del incendio.

- ¡Dios mío, mi mamá!, tenemos que encontrarlos.

-Yo ya sé donde están -se apresuró a anotar Luisa -. En la visión que tuve ahorita pude ver el lugar. Es la fábrica de Atiko. Gonzalo va a incendiar la fábrica.

Miranda reaccionó de inmediato. Se puso en contacto con el detective Casallas. Diego quiso ir a la fábrica, y le pidió ayuda a Felipe para que lo llevara en la moto mucho más rápido.

- ¡No! -gritó angustiada Luisa -Tú no puedes ir. Si tu vas Gonzalo te mata.

-Luisa, amor, entiende. Es mi mamá, yo tengo que ir a ayudarla -la tomó de los brazos -. No te preocupes, ya sabemos lo que sucede, voy a estar prevenido y nada me va pasar. Como cuando me salvaste el día del robo.

-Yo voy a estar con él. Lo voy a cuidar -apuntó Felipe.

-Más bien tú quédate. En el sueño estábamos los dos. Si tu te quedas el sueño no sucede.

Diego y Felipe se despidieron. Salieron apresurados hacia el parqueadero, y de la misma forma emprendieron camino hacia la fábrica. Luisa intentó tranquilizarse, pero le fue imposible. Tenía un fuerte presentimiento de que algo malo sucedería.

En la fábrica, las circunstancias no eran muy alentadoras para Estela. Obligada por Gonzalo, derramó la gasolina por todo el lugar. Cuando hubo terminado la tarea, el hombre comenzó a amarrarla con una cuerda a una de las columnas.

-Gonzalo, no me hagas esto. No me dejes aquí -clamó por su vida.

-Eso debiste pensarlo antes de abrir tu boca -Terminó de amarrarla -Viviste un infierno a mi lado. Pues ahora vas a arder en un infierno de verdad.

Gonzalo se fue. Dejó a la mujer forcejeando de forma inutil para liberarse. Estela gritó desesperada por ayuda.

El malvado hombre llegó hasta la salida, volvió su siniestra mirada a la fábrica, y acto seguido sacó de su bolsillo un mechero y encendió la llama. Estaba a punto de enviarlo hacia un sector lavado en gasolina, cuando se escuchó el sonido de las sirenas de la policía. Quedó paralizado al instante.

-Gonzalo Sandoval, lo tenemos rodeado. Entréguese. Salga con las manos en alto -habló Rodrigo Casallas por medio de un megáfono.

Afuera de la bodega dos escuadrones de la policía comenzaban a distribuirse por delante y atrás de toda la edificación. Apuntaban hacía ella. Diego y Felipe llegaron en ese momento. El castaño arrebatado quiso entrar disparado al lugar. No lo logró. Fue retenido por Felipe y el detective. Lo tranquilizaron y le dijeron que buscarían poner a salvo a Estela.

-Señor. Hay una mujer amarrada en el segundo piso -informó un policía por el intercomunicador. El agente, que se ubicaba en la terraza de la bodega continua, vio a Estela través de la ventana.

-Es mi mamá -apuntó Diego.

-Tranquilícese -le dijo Rodrigo Casallas. Tomó el megáfono y envió un mensaje a Gonzalo -Sabemos que tiene retenida a Estela Mantilla. Ya no tiene salida. Entréguese.

Lejos de sentirse intimidado, Gonzalo analizó una forma de escapar. Corrió con prisa hacia la otra salida pensando que no había policia. Una vez llegó, lanzó el mechero encendido hacía un mueble envuelto en combustible. El fuego comenzó a esparcirse.

El amor es más fuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora