Dame un minuto, ¿de acuerdo? Yo me ocuparé de ti.
- Esperaré, Juliana.
Esa voz era inconfundible. Bueno, al menos para mi. Incluso después de cinco años sin contacto y prácticamente toda una vida de odio entre nosotros dos. Me volví incrédula y probablemente pensó que iba a gritar y se acercó.
- Por favor, no grites. No haré nada.
- ¿Cómo estás ... qué haces aquí, Javier? Por favor vete. - Caminé hacia atrás, alcanzando el borde de la habitación mientras él no dejaba de caminar hacia mí.
- Necesito hablar contigo. - Su voz aún era baja y trataba de mantener la calma, aunque sabía que estaba drogado. Para mí estaba claro, ya que lo he visto en ese estado muchas veces.
- ¿Cómo entraste aquí? ¿Como me encontraste? Por favor vete. - Quería llorar, pero no le quería hacer saber en qué estado se encontraba. Quería me viera fuerte.
- Te confieso que difícil encontrarte. Pero tengo algunos conocidos que me deben favores. Hermoso lugar para trabajar. - Asintió aprobando mi sala de masajes.
- Gracias. Ahora, por favor, vete. No quiero problemas.
- Tranquila. Vine aquí por una razón. Necesito ser rápido, pero es bueno verte bien. - Normalmente no creía en esa oración, pero todo indicaba que era verdad, lo que resultaba muy extraño. Seguí mirándolo a los ojos, esperando lo que vendría después. - Bueno, no quiero arruinarte el día, pero necesito que me guardes algo.
- Javier, ya no hago eso ... - Negué con la cabeza y mi tono más alto.
- Juliana, no son drogas. - y levantó un sobre manila sin nada escrito en él, para que pudiera ver.
- No guardaré nada. No quiero saber qué hay ahí dentro. Te quiero fuera de aqui
- Yo entiendo. No confías en tu hermano y con razón. - el sobre todavía estaba en su mano extendido para que yo lo tomara. - Pero necesito que confíes en esta última vez. Por favor. Por nuestra abuela. - y con eso, fue más allá de todos los límites. Trajo exactamente el punto de nuestro odio, a la conversación. Mi temperamento latino se apoderó de mí.
- ¿Cómo te atreves a poner a mi abuela en ésta plática? ¿Después de todo lo que pasó? ¿Quieres que te ayude, o no sé, con algo citando a la abuela?
- Yo se. Lo sé ... pero es lo único que nos une y necesito que me lo guardes. Por ella. Por el amor que ella nos tenía. Por el amor que te tenía, Juliana. - La lágrima que estaba luchando por contener cayó, lo que me enfadó aún más por esa situación.
- No guardaré nada. ¡VÉTE DE AQUÍ! ¡AHORA!
- NO ME IRÉ HASTA QUE AGARRES EL SOBRE.
- ¿No escuchaste lo que dijo? Vete ahora, de lo contrario llamaré a seguridad. - nos interrumpió una voz que nos hizo mirar hacia la puerta. Y ahí estaba ella, hermosa, fuerte, decidida y curiosamente defendiéndome una vez más.
- ¿Y puedo saber quién te crees que eres?
- Soy el cliente de Juliana con suficiente poder para meterte en la cárcel ahora por acoso. Así que, por favor, haz lo que te pide. Ahora.
Mi hermano nos miraba a ella y a mí, asegurándose de que esto era lo que realmente quería. Mi mirada también lo dejó y se dirigió a Valentina en una fracción de segundo. Empezó a darse la vuelta, pero antes de alejarse de mí, dejó caer el sobre sobre la mesa en la pequeña habitación, me miró y habló de modo que solo yo pudiera escuchar.
- Creo que será mejor que te quedes con este sobre. No hagas nada de lo que puedas arrepentirte. Gracias hermanita. - y se dio la vuelta. Caminó hacia la puerta y pasó con la cara pegada al rostro de Valentina, como si la estuviera retando para un combate. Ella no cedió y mantuvo su mirada fija en la de él hasta que, él, con una sonrisa entumecida, caminó hacia la puerta del área VIP.
ESTÁS LEYENDO
Tu Toque I Juliantina I Terminada
RomanceAmbición. Esa fue la palabra que definió al heredero del legado de Carvajal. Ningún obstáculo la alejaría del inevitable destino de convertirse en la principal abogada criminalista de Nueva York. Ninguno más que ese toque. Esta historia no es mia. L...