¿Una cafetería? ¿Una cafetería, Juliana? En serio, ¿había elegido un restaurante a medias para llevar a la mujer más emocionante y hermosa que jamás había visto? Pero dije que quería compartir la cuenta y ya era a fin de mes, no podía ir a un lugar caro. ¿Me odiaría por siempre? Ella nunca debió poner un pie en un basurero como este. Estas perdiendo puntos, Juliana. Pero, ¿qué puntos tenía que perder? Seamos honestos, ¿no? No soy nadie, solo una exaltada que trabaja en el aeropuerto y parece ser todo lo que es perfecto en este mundo. Ella debe estar encantada con el inframundo, no sé, alguna conquista que represento para ella, pero tengo que estar segura en mi cabeza que esto es un cana al aire, un juego. No puedo entregarme a esta relación que claramente no va a llegar a nada. Contrólate y ten en claro tus opciones, Juliana. Este es tu mundo.
- Curioso lugar al que me trajiste. ¿Alguna razón especial? - Valentina, con toda su pose y cortesía, trató de iniciar una conversación mientras estábamos sentadas en la mesa de la cafetería cerca de mi antiguo trabajo. Antes de ir al aeropuerto, trabajaba por la mañana en una pequeña sala de masajes y por la noche allí. Era una parte de Brooklyn habitada casi en su totalidad por alemanes y polacos.
- Trabajé aquí un tiempo y me gusta mucho la hamburguesa que hacen aquí. Espero que comas carne ya que es el buque insignia de la casa. - dije tensa, pensando en por qué no había preguntado esto antes.
- Ahh claro que si. Hace tiempo que no como carbohidratos ... - Por supuesto, para mantenerme en forma - Tacha para Juliana.
- Discúlpame. No te pregunté. Si quieres, podemos ir a otro lugar, yo ...
- No, no ... lo elegiste por una buena razón. Aqui es genial. - me interrumpió para sacarme de esa incómoda situación.
Mientras mirábamos el menú de bebidas, una persona se acercó detrás de mí apretando mis costillas y haciéndome sobresaltar.
- Juliana, picarona. No ibas a saludarme, ¿verdad? - Miré hacia atrás y abrí una amplia sonrisa, yendo directamente a darle un fuerte abrazo al hombre que me estaba saludando.
- ¡¡¡Alex!!! Maldita sea, cuanto tiempo. Que bueno verte.
- Yo digo lo mismo. ¡Cada día estás más guapa! - Dijo mirándome de arriba abajo y escuché un carraspeo al otro lado de la mesa.
- Ahh, Alex, ella es Valentina. Una amiga mía.
- Placer. Encantada. - la mujer le tendió la mano y lo saludó.
- El placer es todo mío, princesa. - volvió su mirada hacia mí y asintió con la cabeza - Amiga, ¿verdad?
- No empieces, Alex. ¡Vete al trabajo! Iré a hablar contigo más tarde.
- Disfruten, les traeré dos hamburguesas, como a mí me gusta - Nos dejó sonriendo mientras se sentaba a la mesa de nuevo.
- ¿Ex?
- ¿Perdona?
- Ustedes parecen íntimos. - ¿Eran celos? ¿Es grave que todavía no lo haya descubierto?
- ¿Y si lo fuera? - No iba a dejarlo pasar. Quería verla más rendida que yo.
- Si lo fuera ... bueno ... bien. Sería ... ok, bien. - Valentina, nerviosa y tartamudeante, era mi favorita. Hasta ese momento. Estoy segura de que tendría otras facetas favoritas más adelante.
- No hay necesidad de tartamudear. Alex no es mi ex. Es un amigo de cuando trabajaba aquí. Y es un hombre.
- Sí me di cuenta. Y tu eres una mujer.
- Bíblicamente creo que seríamos perfectos el uno para el otro, pero no encajo del todo con la definición bíblica. - El rostro confuso de la señorita Carvajal me hizo sonreír antes de sacarla finalmente de esa duda. - Valentina, si no te has dado cuenta, soy totalmente gay.
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Tu Toque I Juliantina I Terminada
RomanceAmbición. Esa fue la palabra que definió al heredero del legado de Carvajal. Ningún obstáculo la alejaría del inevitable destino de convertirse en la principal abogada criminalista de Nueva York. Ninguno más que ese toque. Esta historia no es mia. L...