Respira

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POV VALENTINA

No. No soy perfecta. Estoy muy lejos de serlo. La gente dice que el dinero no compra la felicidad y yo soy la prueba viviente de eso. A ojos de los demás, mi realidad podría interpretarse como todo lo mejor para un ser humano. Todos los juguetes que quería, educación de primera, viajes a cualquier parte del mundo, autos nuevos, fiestas, ropa de diseñador, un departamento digno de un sueño, pero todo estaba vacío. Siempre fue así. No puedo recordar un momento de mi juventud de amor completo, invaluable y sin interés. Y todo esto se intensificó después de los 13 años. Fue a esa edad que perdí mi sonrisa para siempre. Fue a esa edad que dejé de ser una niña y me convertí en un cubo de hielo ambulante. Fue a esa edad que mi inocencia y creencia de que el futuro podría ser mejor prácticamente murió.

La figura masculina siempre ha sido una duda para mí, sentía la fuerza imponente que me ponía la piel de gallina, pero al mismo tiempo una seguridad estructural, que era claramente el único objetivo del cuidado que me ofrecía mi padre. No tenía ningún encanto por la figura del hombre, pero tenía respeto, algo que me enseñaron era sagrado. El hombre tenía la última línea y siempre sabía más que la mujer. Por supuesto, en el transcurso de mi vida vi que esto era producto de la inseguridad del machismo estructural, porque si una mujer quisiera estar en el poder, sería mil veces mejor que cualquier hombre. Pero estos pensamientos me llegaron tarde para mi.

- ¿Qué quieres decir... Valentina...? ¿Qué pasó... cuando... cuando tenías 13... años? – Juliana estaba nerviosa y no era para menos. ¡Felicidades, Valentina! Además de toda esa mierda que llevas, sigue asustando a tu novia. ¿Novia? Ella todavía no era mi novia. Y eso era algo que resolvería pronto.

- Te lo diré, pero necesito que mantengas la calma. Sabes que tu pulmón no está en la mejor forma. - Con una mirada seria y apretando los dientes, se quedó en silencio, esperando que yo hablara. Y ahí estaba yo, por otra "primera vez" con esta morena. - Bueno, ya sabes que mi padre era uno de esos abogados tradicionales, con clientes blancos, ricos y poderosos. Trabajó durante unos años en una empresa con otros tres socios, también ricos y poderosos, que sólo atrajeron a más gente rica. Uno de estos socios era más joven que los demás. Cuando yo tenía 13 años, él debía tener casi 30. Era un niño de papá playboy, pero lo consideraba el más aceptable de los abogados que frecuentaban mi casa, porque me hacía caso, quería saber de mí, preguntaba qué libros estaba leyendo, cuando había una fiesta en la mansión de mis padres, se sentaba a mi lado para hablar sobre el mundo, sobre viajes. Era el típico seductor asquerosamente rico. Me caía bien, hasta el día...- solo recordarlo me puso la piel de gallina y tuve que parar para recomponerme. Juliana, al ver mi incomodidad, tomó mi mano lentamente, todavía temerosa de que no quisiera su toque. Pero permití que su calor me calentara y pusiera los vellos de mi cuerpo de punta por otra razón. Ese toque era solo suyo y me daba la fuerza para seguir adelante. - Hubo una celebración de un veredicto en un gran caso que habría hecho ganar millones a la firma de mi padre. Fue una gran fiesta, con buffet, con música. Recuerdo que los adultos ya estaban drogados cuando vi que era hora de irse de la fiesta. Mi habitación estaba en el segundo piso de la casa, así que cuando subí, escuché a Christian decir mi nombre. Dijo que me acompañaría hasta la puerta y luego iría al baño. Pero no lo hizo. Cuando llegamos a la puerta, dijo que quería ver mi habitación. La elogió diciendo que era igualita a mí, que era hermosa y que yo llegaría muy lejos en la vida, porque tenía libros de renombre y apreciaba cierto tipo de música. Yo, todavía una niña, estaba encantada de que un adulto me hablara así. No había nadie en mi casa que se interesara por mí de esa manera y él ya lo había notado. Se sentó a mi lado, bebiendo un vaso de whisky y, en algún momento, sentí su toque. - Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero las controlaría. no lloraría más. Necesitaba contar hasta el final sin romperme. - Él... puso su mano en mi muslo y sonriendo me pidió que me relajara, lo cual era solo un cariño amistoso. En el fondo sabía que estaba mal, pero él era un hombre, más viejo, más sabio y, según la lógica de mi padre, tenía razón. Solo de recordarlo, siento esa repugnante mano sobre mí. - Cerré los ojos con enojo. – esa mano subió por mi muslo y se fue acercando a donde nunca me habían tocado. Vi emoción en sus ojos y él vio miedo en los míos. Le encantaba que yo fuera así, quería verme frágil. Me temblaban las piernas y quería gritarle que se detuviera, pero no sabía cómo. Y cuando sus dedos tocaron mi... intimidad... debajo de mis bragas, la puerta de mi habitación se abrió inesperadamente. Él y yo miramos hacia atrás y vimos a mi madre, ligeramente alterada pero plenamente consciente de lo que estaba pasando, porque mis ojos, Juls, no podían mentir. - Una de las lágrimas que había estado conteniendo durante tanto tiempo finalmente rodó por mi rostro. - Christian salió de mi habitación, riendo y despidiéndose de mí como si nada, mi madre cerró la puerta sin intercambiar una palabra conmigo y yo me quedé allí, en esa cama, sentada, pensando que esa pesadilla era mi culpa, no de él. No había hecho nada malo, que tal vez tuve que dejarme porque el lo estaba disfrutando. – Juliana apretó mi mano con más fuerza y ​​la llevó a su boca, dándome un cariñoso beso para recordarme que ella estaba allí ahora. – Ese bastardo siguió frecuentando mi casa, pero mi madre, aunque nunca habló de este tema conmigo, nunca permitió que se acercara a mí de nuevo. Ese fue el mayor acto de amor que tuvo conmigo. Eso es lo que ella logró hacer. Mi papá dejó la firma un tiempo después y nunca lo volví a ver porque éramos de Boston y me mudé a Nueva York temprano. Pero el destino estaba jugando conmigo, justo hoy...

Tu Toque I Juliantina I TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora