JULIANA POV
En la mitología china, hay un cuento sobre Magu, un inmortal que, según las muchas historias que me contaba mi abuela, era una hermosa joven, protectora de todas las mujeres que componían la mitología china. Era idolatrada porque estaba asociada con el elixir de la vida, es decir, era en sí misma la pócima que era la solución para todas las enfermedades, el remedio para todos los males de la humanidad. Ella era la cura. Tenía belleza por dentro y por fuera y usó su don para convertir lo malo en algo apreciable nuevamente. Traté de no perderme en esos recuerdos mientras aún me recuperaba de ese elixir que era Valentina. Yo que pensaba que ya no podía pasar nada más, con lo difícil que es para ella, me vuelve a demostrar, que si realmente queremos, podemos cambiar nuestra realidad.
Y ella quería. Ella me deseaba. Estaba muy molesta por lo que acababa de suceder. En mi ingenuidad, realmente creía que podía controlarme y simplemente demostrarle a Valentina que tocar no es algo negativo, que podía confiar en mí, que no me aprovecharía de ella. Pero que he hice. Todo lo contrario. Estaba en mí poner los límites, ya que la exploración que haríamos podría tener consecuencias traumáticas para ella. Pero no lo logré. Tan pronto la vi en sujetador y pantalones cortos, supe que sería mi fin. Simplemente no pensé que ella me dejaría ir tan lejos. Cuando comencé a subir mis manos por el muslo de esa diosa, supe que me estaba arriesgando, pero lo hice porque mis dedos tenían vida propia. Apreté con voluntad, con fuerza. Quería sentirla en mis manos.
Su espalda desnuda era como un espejismo. No tenía ni una marca en la piel, que era de un blanco ligeramente sonrojado, de aspecto saludable y brillante, suave al tacto y al mismo tiempo virgen, como si nadie hubiera tenido la osadía de aventurarse a acariciarla. Todo pasó muy rápido. Tan pronto como la sentí arquear la columna al notar mi presencia en la cama, esta bien, fue un movimiento audaz de mi parte, pensé en dejarlo así, pero después mis pulgares la sostuvieron firmemente, en un lugar vital para sus pulmones, totalmente ligado a la emoción. La escuché gemir mientras pasaba mis dedos por el costado de sus pechos, lo que al principio creí que sería un gran error, y supe en ese momento que toda mi profesionalidad se había desperdiciado. Solo pensé en hacerla soltarse, pero todavía estaba tratando de contenerme para no asustarla.
En la adolescencia, fui una chica sexualmente confundida. Mi circunstancias no me ayudaban, porque vivía con mi abuela, no contaba con el lado paterno, mi hermano era drogadicto y mi madre, ni siquiera sé lo que era mi madre. Si pudiera decir que fue la esposa de un traficante de drogas, no seria suficiente. Se perdió muchas cosas de nuestra vida y nos abandonó muy joven. Hubiera sido fácil seguir los pasos de mi hermano, pero mi abuela, que es mi gran ejemplo, me necesitaba. Luché todo lo que pude contra ese mundo que siempre trató de seducirme. No tenía muchos amigos, ya que tuve que dejar la escuela secundaria para trabajar y cuidar a mi abuela. Y esa era mi realidad, hasta ese día. Ese maldito día en que todo se hizo polvo. Estaba perdida sin mi tierra, sin una familia, y finalmente me dejé seducir por aquello contra lo que tanto había luchado. Pedí ayuda a quienes no debía y tuve que convertirme en una chica que servía a los hombres. Nunca vendí mi cuerpo y muchas veces logré escapar, pero a veces, para no robar o morir de hambre, me encontraba en manos de bandidos. Me odio por esa etapa de mi vida y lo que más recuerdo es cuanto me asqueaba la piel, los olores, los líquidos, las miradas de esos hombres. Hasta el día en que probé labios de mujer y todo cambió. Encontré una pequeña parte de mí que me ayudó a liberarme del infierno en el que vivía. Pero de todas las mujeres con las que he estado, ninguna, afirmo, NINGUNA me ha hecho venir todavía en jeans mientras se tocaban debajo de mí.
Cuando retiré la toalla que cubría el trasero de Valentina, me vi a mí misma como una pervertida, porque quería más fricción, quería sentir su cuerpo más cerca del mío, incluso sobre la tela. Lo que más quería notar era el cambio de temperatura entre nuestra piel y cómo me hacía temblar de la cabeza a los pies. Se tocó a sí misma, tan deliciosa y no pude resistirme a hacerla correrse, lo que ya predije que haría, mientras arqueaba la espalda más y más y gemía constantemente cuando sentía sus propios dedos manchados. La llevé al abismo cuando le pedí que pensara que era mi toque, algo que había estado haciendo durante mucho tiempo. Simplemente que yo no anticipé que alcanzaría mi punto máximo al escucharla gemir y frotar su trasero en mi centro. Quise escapar de ese departamento cuando finalmente me baje de ella, pero en cuanto ella se movió, yo solo queria vivir aquel momento, quería tocarla para siempre y verla así, entregada, de todas las maneras posibles.
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Tu Toque I Juliantina I Terminada
RomanceAmbición. Esa fue la palabra que definió al heredero del legado de Carvajal. Ningún obstáculo la alejaría del inevitable destino de convertirse en la principal abogada criminalista de Nueva York. Ninguno más que ese toque. Esta historia no es mia. L...