POV JULIANA
Y el día pasaba lento. Pensaba que al ocuparme me sacaría de la cabeza el hecho de que mi madre estaba siendo juzgada en ese momento, pero era un gran error. Me engañaba pensando que no ir al juicio evitaría pensar en todo lo que pasó. La realidad era que yo podía estar en mi cubículo en ese aeropuerto y dar mil masajes, pero, a todos los que hoy tocara, quedarían cargados de energía negativa. Me sentía culpable por hacerles pasar por esto a mis clientes, pero no veía otra alternativa. Tenía la opción de ir al juicio, pero después de una gran batalla interna, decidí no hacerlo. Espero que haya sido la elección correcta. Pronto saldría de ese aeropuerto y sabría el final de la historia de doña Lupe. Cuando se acercaba a mi hora de salida, vi a una persona en la puerta de mi cubículo que me hizo sonreír.
- Hola Juliana. ¡Cuanto tiempo!
- Hola, Doña Vera. Se ve que ha estado ocupada. – Vera era mi cliente habitual, pero después de mudarse de Nueva York, casi no venía más aquí.
- Te dije que me llamaras Vera. Y sí, he estado totalmente concentrada en el spa, pero eso ahora va a cambiar.
- ¿Ah, sí? ¿Nuevos planes en la ciudad?
- Sí. Y me gustaría saber si quieres formar parte de ellos. Fruncí el ceño y no pude decir nada, solo entrecerré los ojos haciendo una mueca de confusión. - Déjame explicarte. Voy a abrir un spa en la ciudad, enfocado en personas adineradas que no tienen tiempo para escaparse por mucho tiempo pero necesitan un momento de paz. Y vine a preguntarte de nuevo si no quieres trabajar para mí. – Era la segunda vez que Vera me buscaba. La primera vez acepté, pero poco después llamé diciendo que por problemas familiares no podía irme de Nueva York, lo cual no era mentira, ¿no? Pero ella estaba allí ahora, de nuevo proponiéndome un cambio. ¿Cómo podría negarme?
- Vera, me siento muy halagada..
- Juliana, no me voy de aquí sin un sí. Te quiero como mi masajista principal y te veo en un futuro. Creo en tu potencial. ¿Qué necesitas para decir que sí?
- Yo... no sé...
- Doblaré tu salario, ¿qué tal eso?
- En serio, no necesitas hacerlo...
- Lo que necesito es que aceptes, porque nunca he tenido un masaje como el tuyo y quiero que mis clientes tengan lo mejor, ¿sabes? Así que por favor acepta. – En el mundo ideal, le llevaría esta propuesta a Valentina, debatiríamos y llegaríamos a una conclusión como pareja, lo cual me pareció hermoso y me dio mucha felicidad poder tener esta complicidad con ella, pero ese momento era solo mío. Sentí que la respuesta sólo podía ser una y sabía que Val estaría feliz por mí.
- Acepto, Vera. ¡Trabajaré contigo! – y así, mi vida dio un paso más, un paso más hacia adelante, una transformación más. Eso era lo que llamaban crecer, ¿verdad?
Después de celebrar un rato con Vera, salí del trabajo, ya tarde para mi clase y aún tenía que ir al supermercado. Ese día se había convertido en una gran prueba para mi cabeza y mi corazón. Miré el reloj y vi que en ese mismo momento Valentina y mi madre debían estar recibiendo el veredicto. No lo pienses, Juliana. Va a ser lo que tenga que ser. Haz tu vida y céntrate en ti y en tu relación. Y con eso en mente, pasé por el mercado a comprar lo que faltaba para la receta de mi abuela. Creo que ahora estaría orgullosa de mí. Yo luchaba, como ella toda su vida, sin hacerme la víctima. Solo quería ser feliz y esa fue la enseñanza que me transmitió, pero que solo ahora tenía la madurez para comprender completamente.
Brócoli, papas, zanahorias... ¡faltaba la soya! Sí, vi el estante desde lejos y me acerqué. Mientras me acercaba a buscar el producto, una mujer, con un rostro familiar, se me acercó, sus intensos ojos verdes me miraban de arriba abajo. Al principio no la reconocí, pero de repente me di cuenta de quién me estaba mirando. Eva Carvajal, la hermana de la mujer que amaba, estaba frente a mí, vestida para intimidar a la persona sencilla que yo era.
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Tu Toque I Juliantina I Terminada
RomanceAmbición. Esa fue la palabra que definió al heredero del legado de Carvajal. Ningún obstáculo la alejaría del inevitable destino de convertirse en la principal abogada criminalista de Nueva York. Ninguno más que ese toque. Esta historia no es mia. L...