Boston era un lugar frío, no solo en temperatura sino en energía. En mi juventud, consideraba esto importante, ya que era un lugar que me ayudaba a enfocarme en lo que era importante, que era la educación, la carrera, la independencia, tanto financiera como personal. Pero ese día en particular, esa niebla baja, ese cielo gris, la gente distante, los árboles secos, nada de eso era lo que necesitaba. Ni siquiera sabía lo que necesitaba, pero seguro que no era el entorno en el que me encontraba. Quería algo más acogedor, con colores más rojizos, olor a café en la esquina y calidez. No me gustaba la playa, porque no me gustaba sudar, mucho menos la arena fina, pero quería algo que me calentara, que me llevara a un ambiente agradable. Quería un toque de simpatía, quería ...
- ¿Señorita Carvajal? Puede entrar a ver a su madre. - Dijo la enfermera sacándome de mis ensoñaciones.
Entré en la enorme sala blanca, con las más modernas máquinas que ofrecía la medicina occidental. Todo lo mejor y lo mejor para aquellos con poder adquisitivo, ¿no es así? Allí estaba mi madre, acostada en una cama, porque era tan grande y cómoda que no podía llamarla cama. Ella acababa de despertar, así que me advirtieron que podría tener algún tipo de efecto secundario por los medicamentos que había tomado.
- Hola mamá. ¿Cómo te sientes? - me acerqué a la cama, colocándome a su lado.
- ¿Valentina? ¿Podemos irnos ahora? - Hablaba un poco arrastrada, tenía sueño.
- Todavía no, Madre. Te mantendrán en observación hasta mañana. ¿Recuerdas lo que pasó?
- Recuerdo que te marchaste. No te despediste. Dijiste una ... una barbaridad y te fuiste.
- Lo siento madre. No era mi intención. - Ni siquiera en el hospital me daba un respiro.
- No lo eres, ¿verdad hija?
- ¿No soy qué madre? - No miraba nada, pero algo estaba en su mente.
- No eres lesbiana. Lo tienes todo. Estas bien educada. No puede ser. - y ahí estaba. El prejuicio de mi más digna madre se extendió por todo el mundo. Pero confieso que ni siquiera pude juzgarla. Hasta hace poco, podía hacer algún comentario inapropiado si vivía con diferentes personas. En mi entorno, ser gay significaba promiscuidad o rebelión. Los hijos de padres adinerados se crían hasta la fecha, se aparean y continúan ganando dinero rotando entre las mismas familias. Por supuesto que hubo gays y algunos no declarados, que usaban el matrimonio disfrazado, pero se convirtieron en los comentarios de las damas de los grupos de cartas del Club de Golf, mientras que los martinis y las botellas de whisky se consumían a gran escala. Mi madre quería este futuro para mí: un marido rico, de una familia reconocida, con hermosos hijos y una vida envidiable a los ojos de los demás. Pero nunca me llevé muy bien en las relaciones, lo que fortaleció la pequeña broma que le hice a mi mamá antes de regresar a Nueva York.
- No madre. No soy gay. - Respondí seca y un poco molesta. ¿Por qué me molestaba? No era gay en absoluto.
Me enteré con el ama de llaves de mi madre que después de que salí por la puerta, diciéndole esa falsedad, doña Lucía decidió beber una botella de vino sola y terminó inestable en las escaleras, rodando y golpeándose la cabeza. Debería sentirme culpable porque usé una mentira para lastimarla, por nada. Valentina, necesitas controlarte. Tienes impulsos y actitudes que no te convienen. Incluso parece que no te reconoces y que por cada acción hay una reacción. Sabía que debía estar molesta por todo lo que pasó mi madre, haberla hecho pasar por una situación desagradable, que mis palabras desencadenaron un accidente, pero confieso que en realidad sentí un cierto placer. Esto está muy mal, Valentina. ¿Qué es este placer es ese? Me dio una pequeña punzada de orgullo haberme enfrentado a mi madre, que su grosería finalmente había regresado a ella de una manera que la golpeó. Y no ahondaria mas, pero la única acción que me incomodaba en ese momento era que me había apartado de cierto toque. ¿Como? Fue necesario. Aquella chica hizo algo de magia para hacerme llorar con apena un roce de manos. Eso no era normal, pero ya sabía que iba a latir en mi mente durante mucho tiempo.
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Tu Toque I Juliantina I Terminada
RomanceAmbición. Esa fue la palabra que definió al heredero del legado de Carvajal. Ningún obstáculo la alejaría del inevitable destino de convertirse en la principal abogada criminalista de Nueva York. Ninguno más que ese toque. Esta historia no es mia. L...