Capítulo 22

344 57 6
                                    

Salí de la casa del jeque con la promesa de solo regresar si se atrevían de hacerle algo a mi familia. Llegue al helipuerto para salir al desierto. Me estaban esperando. — ¿Listo señor?

—Listo —dije poniéndome el cinturón. Después de una hora llegamos al helipuerto de la mansión descendí di las gracias. Baje de las terrazas cuando llegue al salón ya eran la hora del almuerzo —Buenas provecho. Todos se pusieron en pies. Eso me sorprendió

—Hijo que bueno que llegaste. Dijo padre. —Ven déjame darte un abrazo. Llegó hasta mí y me abrazo. Me extraño el comportamiento de mi familia mi hermana llevaba el rostro descubierto es muy extrañé verla así.

— '¿Qué sucede? pregunte.

—Tu mujer estuvo aquí y debo reconocer que es muy bella a pesar que tendré un nieto mestizo. Me tense. —Pero aun si es bella.

—¿La gitana?

—Si ella estuvo aquí de hecho durmió aquí dijo Hadarah. Fuimos por ella al aeropuerto. —Mire a todos en el salón mi hermana me miraba con una mirada reprobatoria. — ¿y dónde está? dije emocionado y asustado.

—Dijo que vino porque así debía  ser. —Ok, iré a darme un baño iré a ver a zita —No pretendo tener un nieto bastardo. Me paré en seco. Me gire y mi padre me estaba mirando de manera seria.

—Así que arregla eso. Ningún hijo de mi hijo nacerá fuera del matrimonio, menos siendo un bastardo.

Zita

Después de la conversación de mi padre me acosté escuche a mi amigo fuera.

—Zita... —Pasa. — Entró como si fuera el dueño del espacio me quedé mirándolo.

— ¿Qué? —Pregunto el muy cínico y descarado — Pues que entras como pedro por tu casa. Dije mirándolo acusatoriamente.

Pero me dijiste que pasara. Se defendió.

Voy a tener que tomar en serio lo que los árabes hacen, de no dejar a los hombre solo con las señoritas. Vi como su cara se desfiguro y sus carcajadas ronca se escuchaban por toda la estancia.

—Literalmente no eres una señorita ya que tienes a un pequeño dentro de esa panza, en pocos meses no podrás ni moverte. —Dijo con malicia

—Eres... —Además esos árabes pueden meterse sus reglas por donde mejor le quepan esos estirados. —Reímos juntos no sé qué sería de mí sin este rubio.

—Rubio oxigenado de farmacia. — No lo creo bella soy rubio de naturaleza. Él se acercó a mí y me miró fijamente.

— ¿Cómo la llevas?

—Mi corazón está muriendo, me han dicho que ya no tiene remedio, pero yo sé que el remedio está en el desierto. Uno de los chicos dijo que podrías regresar...

—¿Crees que funciones?

—Zita te están buscando... dijo padre y salió. Me levante mi amigo susurro que tenía que hacer algo. Sali y mi corazón dolió.

Sadiq

Llegue al circo hable con el padre de la gitana el no dijo nada solo me guio hasta la tienda —No quisiera que le haga más daño a mi hija. Ella es todo lo que tengo.

—No haré señor vine a recuperarla. — ¿Cree que ella lo acepté?

—No lo sé pero no descansaré hasta que regrese a mí. El entro y luego salió me miró asintió. Ella salió y todo mi cuerpo tembló...

—¿Qué haces aquí? Su voz se rompía la vi agarrarse el pecho.

Joven ella tiene unos constantes dolores en el pecho—recordé las palabras de la señora

Pasión Gitana en las Arenas del Desierto Arabico (#2 Trilogía Pasión Y Cultura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora