La primera noche

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El tiempo había pasado de una forma lenta pero constante hasta que el sol cayó del cielo para ser remplazada por un enorme círculo blanco, la luna iluminaba la tierra con su tenue brillo y gracias a su menor fulgor el cielo mostraba su verdadera belleza con cientos de estrellas y uno que otro cometa que viajaban por el infinito cosmos.

El cielo era realmente hermoso, parecía un sueño hecho realidad el aire acariciaba suavemente mi piel, había bajado bastante la temperatura, aunque no me afectaba de hecho era realmente cómodo sin embargo me había preocupado por la niña gato así que decidí acostarme junto a ella, curiosamente me había abrazado como si fuera una almohada la niña gato no era tan molesta... Aunque quizás era por qué era el primer contacto femenino que tenía en mucho tiempo, supongo que dedicar todo mi tiempo al trabajo no fue sano para mis relaciones personales.

Dejando mi vida fuera el suelo había notado que el pelaje de la chica era bastante suave, una frase que nunca había pensado en decir, pero bueno supongo que las niñas gato tendrían pelaje, al menos su cuerpo tiene un cuerpo con forma casi totalmente humana y bueno la había visto desnuda así que podía decirlo con seguridad.

Empecé a reír mientras imaginaba que tipo de  berrinche haría por haberme aprovechado de que estaba dormida, la niña gato era bastante graciosa, seguro me divertiría con ella, ojalá este sueño durará para siempre, este sueño era agradable.

¡Espera!, Soy un dios en este sueño, entonces podría?.

Alcé mi mano y forme una una esfera de aire la cual giraba con rapidez, toma eso Naruto lo logré al primer intento..., Debo probar más técnicas realmente quiero ver qué tan fuerte soy, es decir ser uno de los 3 dioses dragón suena bastante bien, aunque prefería crear cosas que había visto en mi anterior vida.

Cuando pensé en eso me empezó a doler la cabeza mientras veía como una cosa alada con varias cabezas rugía con furia, tan rápido como llego la visión esta desapareció y al parecer se llevó el dolor de cabeza, dejándome únicamente con una duda.

¿Que demonios era esa cosa y por qué estaba en mi cabeza? Una duda que me perseguiría por mucho tiempo, oh eso  esperaba, esa cosa no se veía amigable... Sin pensarlo definitivamente me estoy quedando con la chica gato, la prefiero mil veces antes que esa cosa rara.

–Eh que a pasado... ¿!¡¿Quee?!–, la chica gato despertó y bueno al parecer no esperaba que estuviera abrazado a ella.

–Hola chica gato, es bueno que hayas despertado–.

–Ya te dije que no soy un gato, en primer lugar mi nombre es Jagā y en segundo lugar eres un idiota pervertido–.

–Solo lo hice por qué me preocupé por ti, no quería que te enfermarás... perdón si te molesto pero no sabía si las chicas gato se enfermaban–.

Jagā miró con sorpresa al dios, sus ojos eran como los ojos de un jaguar pero a diferencia de un jaguar  normal que solo podían ver a través de la oscuridad los de un espíritu podían ver a través toda la oscuridad, como la oscuridad que oculta la verdad dentro de los corazones, una maldición que probablemente la había hecho estar sola, después de todo quien quiere estar rodeada de personas que solo te quieren por algún tipo de interés, pero está vez... Está vez había roto las reglas, se había atrevido a usar su maldición en un Dios.

La razón era simple, si el único Dios le mentía entonces sus esperanzas de encontrar a alguien sincero morirían y probablemente ella moriría igual, realmente estaba desesperada, ¿Existía el amor de verdad? Un amor puro sin intereses y que nazca de la nada, no como el amor de una madre que se forja durante el embarazo y por instinto, un amor puro y desinteresado, después de todo si la maldad del mundo está en el corazón de un dios quien podría romper esto, quien podría cambiarlo, quien podría ser diferente.

Jagā sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, ella había visto la verdad del corazón del dios y se sorprendió de lo que vio, soledad, impotencia, duda, miedo, pero lo que más brillaba era amor, un amor puro y sincero, amaba cada una de las estrellas del firmamento, amaba los hermosos paisajes que la naturaleza le daba al mundo, amaba a cada especie, desde aquel pez que vivía en lo más profundo de un abismo de agua salada hasta aquella ave rapaz que merodeába en el cielo nocturno en busca de su alimento, amaba cada forma de vida, amaba a cada espíritu y porsupuesto también la amaba a ella, con algo de temor trato de observar por qué la amaba y eso la sorprendió aún mas, el la amaba por el simple hecho de existir.

Sus piernas habían empezado a temblar, había encontrado algo que había no había visto en toda su vida, desde el orfanato hasta la academia todo fue interés, talvez querer por algún interés no era malo pero al final era una inseguridad que desarrollo desde niña, después de todo cuando una persona agarra una manzana solo come lo que le interesa y después la tira.

Pero el, su dios era algo totalmente distinto, el no quería nada de ella, de hecho dudaba que hubiera algo que ella le pudiera dar y que el no pudiera conseguir de una infinidad de maneras, no, el simple la quería por nacer, el la quería por existir.

Ella cayó de rodillas mientras lloraba, sintió que un par de brazos la abrazaban y podía sentir el calor que se desprendía del cuerpo del dios.

–¿Que... Que haces?–, susurro con una voz temblorosa la niña.

–Bueno, cuando tenía miedo o estaba triste mi madre me abrazaba y cantaba una hermosa melodía... Lamento decir que no se cantar, pero supongo que podría ser útil tener alguien contigo en los malos momentos–, susurro el dios.

–No sirve de nada tener a alguien que se puede ir en cualquier momento–, susurro la chica.

–La gente puede dejarte, puede morir, puede cambiar pero no deberías alejar a los demás por eso, eso solo te hará estar sola, eso no significa que debas quedarte con muchos, solo unos pocos pero que esos pocos sean sinceros, se que no habla bien de mi mismo pero yo podría ser tu amigo, después de todo nunca dejaría a nadie a menos que no tuviera opción–.

Quetzalcóatl había dicho esas palabras, palabras que tendrían un gran peso para la chica, palabras que en un futuro afectarían a ambos, palabras que ya los habían afectado, la noche apenas había empezado y en la gran ciudad de Tenochtitlan no se dormía, al menos no temprano.

Quetzalcóatl un dios en dxdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora