Quetzalcóatl estaba en su cuarto mientras consolaba a Jagā, la noche estaba apunto de terminar y su unión había concluido, habían disfrutado en silencio de la tranquilidad de la noche hasta que Quetzalcóatl noto algo, el sello se había roto... Miro a su amada y tuvo que decirle la verdad, hace tiempo Tezcatlipoca y el habían encontrado un ser terrible, una bestia increíblemente poderosa, los dos lucharon fuertemente y lograron sellarla hasta el fin de los tiempos, eso había sido antes de la creación y antes de que su amistad se rompiera, habían pasado un sin fin de años desde ese día.
La guerra de los dioses fue horrible, el cielo se divido en dos cada bando apoyando a uno de los dos hermanos y al final solo había sobrevivido un solo dios, Quetzalcóatl había encontrado la forma de escapar de la muerte y eso fue lo único que lo salvó de compartí el mismo destino que sus hermanos, Tezcatlipoca había enfurecido al ver que su derrota había llegado y con sus últimos alientos había retirado su poder del sello de esa bestia, Quetzalcóatl sabía que algún día tendría que luchar y morir contra esa criatura por lo que siempre estaba meditando vigilando atentamente el futuro cercano, su obsesión fue tanta que se había aislado del mundo atrapado entre recuerdos del pasado.
Fue poco antes de que iniciarán los preparativos del festival cuando pudo ver a la bestia liberada atacando la ciudad, pero algo lo había afectado y por alguna razón su mente olvidó todos sus recuerdos, su semana de ventaja se convirtió en un día pero almenos fue suficiente para proteger a sus ciervos.
Sabía que este día sería el último de su vida y se sentía feliz de poder amado una última vez, pero también sentía un odio inmenso, no odiaba a la criatura se odiaba a si mismo por ser tan egoísta, cuando el muriera dejaría sola a la pequeña espíritu, aún así ella merecía saberlo y esa era la razón de sus lágrimas.
La noche estaba apunto de morir, el regreso del sol estaba por ocurrir y cuando el sol naciera nacería una nueva era, está era sería recibida con los gritos de horror de los espíritus de Tenochtitlan, la ciudad estaba bajo ataque, algo que no había pasado en milenios.
Las sacerdotisas estaban luchando para proteger a su pueblo mientras que los pocos espíritus guerreros se centraban en contraatacar, el ataque había iniciado sin ningún avisó, criaturas hechas de magma y oscuridad habían atravesado las defensas y la situación rápidamente se había ido al infierno, gran parte de la ciudad estaba en llamas pero todavía no había perdidas espirituales, pero un ataque como este terminaría con gran parte de la población en horas, los espíritus estaban casi en su límite por tener que luchar contra decenas de enemigos, el ataque fue tan grande que los guerreros de la ciudad se vieron forzados a retroceder siendo rodeados por cientos de criaturas obsidianezcas pero en un segundo todo cambio, una gran corriente de viento sacudió la ciudad, junto al viento los enemigos desaparecieron, su dios los había salvado.
Un portal empezó a aparecer sobre la gran ciudad y está empezó a ser llevada a otra dimensión, Quetzalcóatl tenía que darse prisa, había subestimado a esa maldita bestia y su pueblo podía pagar sus consecuencias, necesitaba sacarlos antes de que la bestia llegará llegara.
La ciudad estaba por ser llevada a la otra dimensión cuando varias cadenas la tomaron la ciudad impidiendo que está se moviera, todo el mundo estaba aterrado el poder de la cosa que los había detenido era horrible y su tamaño no era medible, su presencia era infinita y eso solo podía significar algo, su atacante era un dios dragón.
Quetzalcóatl miro a su pueblo por una última vez, su poder envolvió a la ciudad llenando lo de un aura tranquila, todos los espíritus pudieron escuchar con claridad la voz del dios susurrando dentro de sus oídos, –Hijos míos, al lugar donde los estoy llevando será un lugar seguro donde ninguna otra criatura podrá encontrarlos jamás, en el infinito jardín que creé podrán vivir en paz, junto a los demás espíritus que ya fueron evacuados, les prometo que algún día volveré–.
Así su dios salto hacia el vacío a grandes velocidades, su pie choco con la cara de la bestia que detenía a la ciudad haciendo que está soltará las cadenas, la ciudad fue teletransportada y la lucha estaba por empezar
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Quetzalcóatl un dios en dxd
Fiksi PenggemarHace miles de años los aztecas perdieron a su Dios más importante, Dios de la vida, la luz, la fertilidad, la civilización y el conocimiento, señor del viento, había partido del continente prometiendo que volvería, su promesa había acabado con los a...