Vacio

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Ansorm suspiro de cansancio al notar que tenía unas pocas horas libres debido a su falta de  club pero que la propia escuela no lo dejaría ir temprano a su hogar así que tenía que ir al consejo estudiantil o buen ir a ver los clubs y empezar a buscar uno que se adecue a su personalidad o gustos o lo que sea.

El chico iba arrastrando los pies por los pasillos de la escuela, realmente no tenía ganas de hacer mucho ni el humor para hacerlo, se sentía cansado y bueno se sentía algo triste por el ambiente solitario que lo rodeaba, aunque de alguna forma se podría decir que estaba algo acostumbrado a esta sensación, no importa a qué lugar fuera nunca encajo completamente y no esperaba que en otro país fuera diferente, aún así no le importaba mucho y era algo raro que estuviera pensando en eso.

El rubio decidió pasar algo de su tiempo en el techo de la escuela, algo que suponía era normal en Japón debido a bueno el anime en general aunque no lo sabía a ciencia cierta pero almenos pensaba que ningún profesor lo molestaría en ese sitio y podría descansar un poco de las aburridas clases en las que estuvo, así fue como subió a la parte más alta de la academia donde se sentó en una pequeña banqueta, una pequeña sonrisa apareció en su rostro al ver que los animes tenían un poco de razón.

–Parece que me encontré una linda serpiente, ufufu–.

–Tambien es bueno verte Akeno, ¿Que haces aquí?–, pregunto el chico sin voltear a ver a la chica que estaba detrás suyo.

–Oh, ¿No puedo estar aquí?–, pregunto sarcásticamente la chica.

–No me refería a eso–, murmuró él chico mientras seguía mirando las nubes.

–Mmm, pensé que estarías buscando un nuevo club, quizás tengas algunos problemas con algunos clubs raros pero generalmente cualquier club te dejaría entrar sin muchos problemas, sobretodo los que tienen una mayoría femenina... Me sorprende que estés aquí–, dijo Akeno mientras se sentaba a lado del protagonista.

–Oh, ¿No puedo estar aquí?–, pregunto el rubio igual de sarcástico, provocando una risita de la pelinegra seguida de un silencio largo.

–No suelo sentirme muy cómoda en mi casa por cosas del pasado y Rías tuvo un asunto familiar así que no hubo actividad en el club de ocultismo–, confesó Akeno después de un buen rato.

–¿Problemas familiares?–, pregunto el chico.

–Es algo complicado–, respondió la chica.

–Siempre suele serlo...

El tiempo pasó y ambos chicos permanecieron en un silencio largo, cada uno parecía incómodo por algo pero al mismo tiempo estaban algo agradecidos por la ligera compañía que se proporcionaban mutuamente, realmente ambos compartían un problema similar, no querían regresar a sus casas y parecía que ambas se iban a quedar así hasta que fueron interrumpidos por una niña de pelo blanco que abrazo sorpresivamente a Akeno.

–¿Shirone?–, pregunto sorprendía Akeno.

–La presidenta regreso–, susurro algo alegre la chica.

–Ya veo–, murmuró Akeno mientras se ponía de pie, miro hacia atrás buscando algo que decirle al rubio pero fue rápidamente despedida por el con un simple "nos vemos luego".

La pelinegra simplemente asintió mientras giraba, Akeno no era como Rías que se mostraba incapaz de dejar que otra persona sufriera en su presencia pero tampoco le gustaba dejar a alguien que claramente lo estaba pasando mal, aún así no podía perder su tiempo sabiendo que rías había regresado de esa llamada urgente de Sirzechs-sama así que sin más dejo la terraza junto a la albina.

Así una vez más el protagonista se encontró solo, algo que, en principio no le molestaba mucho.

Después de todo siempre estaba solo, una conclusión que hasta hace poco había notado y que en poco tiempo había empezado a afectarlo, sobretodo cuando pensaba en todo lo que le había pasado, estaba en Japón después de una pelea familiar y bueno realmente se la había buscado, apesar de lo  ridículo de su situación el mismo había llevado a su padre al límite con su actitud arrogante y racista además de que su poca convivencia no lo ayudaba en nada.

Nunca se tomó nada enserio pero realmente no podía culparse a si mismo, tenía el potencial suficiente para lograr cualquier cosa incluso sin el dinero de su padre adoptivo pero quizás fue eso lo que molesto tanto, desperdiciar el potencial para ser solo un chico racista y presumido.

Realmente no pensaba mucho en las razas pero siempre lo hizo por qué era conveniente en si situación, actuar asi no solo le daba la gran  aprobación de su abuelo que era el único que pasaba tiempo con él si no que también hacia que su padre pasará algo de tiempo junto a él, claro el tiempo era de pláticas largas y regaños ligeros pero era tiempo.

Además su actitud era parte fundamental de su círculo social, las únicas personas con las que le fue fácil convivir, con las que pudo estar desde la niñez, los nietos del grupo de viejos amigos de mi abuelo... Aunque su propia amistad era falsa en un intento inútil de tratar de juntarlos siempre para preservar la sangre aria, el estatus y riquezas de sus familias.

Realmente no sabía bien que era una familia y nunca le interesó mucho, siempre fue solitario pero sentía que el mismo era suficiente, siempre talentoso, siempre brillando, siempre aclamado... Incluso sabiendo que su "abuelo" lo trataba más como un trofeo que como a una persona se sentía agusto con la veneración que recibía de todos como si realmente mereciera ser adorado como un ser superior.

Pero ahora todo había cambiado, por primera vez se había dado cuenta de lo que significaba estar solo, en un país desconocido sin ningún tipo de contacto con otras personas pero realmente no importaba, incluso si pudiera contactarlas seguiría solo y eso había empezado a afectarlo.

Por unos momentos se sintió mareado mientras recordaba una silueta familiar, una voz alegre y  un sentimiento de felicidad que nunca antes había sentido, solo para ser reemplazado por un cruel y frío sentimiento de vacío.

Quetzalcóatl un dios en dxdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora