Sacerdotisa enamorada

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La comida estaba apunto de empezar, el señor Quetzalcóatl se había ido al palco principal donde comería con las demás sacerdotisas, hoy las sacerdotisas podríamos comer sin tener que servir miles de platos antes, el poder de Quetzalcóatl transportará los platos, haciendo una muestra increíble de su asombroso control mágico, mover miles de objetos con presión a distintos lugares era algo que muy pocos podrían hacer.

Pero las sacerdotisas lo habían convencido para que les dejara traer sus platos, no esperaba que eso me incluyera a mi, aunque no me quejaba... Exepto por qué todas me miraban de una forma rara mientras sonreían de una forma demasiado amable.

–Suerte... No te mueras–, susurro Quetzalcóatl a mi oído.

El siempre hacia sus bromas tontas... ¿Eso fue una broma verdad?, ¿Verdad?.

Dos de las cuatro sacerdotisas me tomaron de los brazos mientras que otra se queda en mi espalda... Creo que no fue una broma, mire a Quetzalcóatl pidiendo su ayuda pero el simplemente estaba de espaldas, así las sacerdotisas empezaron a arrastrarme hacia la cocina.

–Eh, chicas... Creo que puedo caminar sola–.

–Oh, Jagā-sama no se preocupe, nosotras la llevaremos... Sería malo que escapara–.

–¡¿Escapar?!–.

–Es hora de su novatada, el ritual con el que recibimos a una nueva sacerdotisa... No sé preocupe no sentirá casi nada–.

Okey a hora Jagā si estaba nerviosa, tenía ganas de pedirle a su Quetzalcóatl que la ayudara pero con sus bromas no sabe si en verdad puede escucharla, ojalá pudiera escuchar sus pensamientos... Olvida eso ojalá no pudiera escuchar sus pensamientos, que pensaría de ella si hubiera escuchado sus pensamientos cuando miraba su torso o sus ojos, Jagā se puso tensa mientras un gran rubor crecía en sus mejillas.

–¿Estas pensando en Quetzalcóatl?–, pregunto una de las sacerdotisas.

–¡Que tierno!–.

–Hacen una bonita pareja–.

–¿¡¡Q-que!!?–, chillo Jagā mientras negaba con su cabeza.

–Vamos eres una sacerdotisa, no puedes negar lo que tú corazón siente–, dijo una sacerdotisa.

–¡Miko, no puedes decir eso!–, la regaño otra sacerdotisa.

–Vamos Aiza–, dijo la anterior sacerdotisa, parecía que iban a empezar a discutir.

–Ustedes dos ya fue suficiente–, la anterior sacerdotisa principal y la sacerdotisa más antigua hablo con seriedad, las otras dos se callaron rápidamente siguiendo la orden de su compañera.

La antigua sacerdotisa era alguien de corazón amable, una sirviente de los que sobrevivió al gran cisma de los Dioses, antes servía a otro Dios pero Quetzalcóatl al ver su corazón puro le pidió que se uniera a el, una historia que la mayoría de espíritus conocía de memoria, con eso en mente era fácil ver el por qué las demás sacerdotisas la obedecían.

La antigua sacerdotisa se paró frente a Jagā y la tomo de los hombros mientras se inclinaba para sentarse, Jagā imitó sus movimientos quedando sentada frente a ella, las dos se miraron, una analizando a la otra y Jagā solo la miraba nerviosa.

–Dime Jagā-sama, ¿Quien es la persona más importante para ti en este momento?–.

–Creo que sería Quetzalcóatl-sama–.

–¿Que es lo que sientes por el?–.

Jagā simplemente miro hacia el piso mientras murmuraba cosas inaudibles, la antigua sacerdotisa sonrió mientras acariciaba la cabeza de Jagā.

–¿Podrías repetirlo?–, pidió amablemente.

–No se que es lo que siento por el–.

–¿Chicas porfavor podrían traer la caja que está en la mesa?–, las sacerdotisas asintieron mientras caminaban hacia la una de las mesas.

–Jagā, ¿Que sabes sobre los rituales antiguos de unión entre Dioses?–.

–Bueno la unión entre Dioses era de dos tipos, política y romántica... Los Dioses declaraban sus intenciones y apartir de eso se hacía una ceremonia específica–.

–Exacto, gracias chicas, Jagā ¿Sabes que es esto?–, señaló la sacerdotisa mientras abría la caja que le habían traído.

–¿Una piedra?–.

–Es una piedra de alma, para que los Dioses no pudieran mentir usaban una de estas, la colocaban cerca de su pecho y decían el nombre de su pretendiente, si la piedra se volvía roja significaba que amaba a esa persona, porfavor toma la piedra y di tres veces el nombre de nuestro señor–.

Jagā tomo la piedra mientras temblaba y con una fuerte mezcla de emociones susurro un nombre tres veces, su voz temblaba, sus piernas temblaban, estaba increíblemente nerviosa, tan nerviosa que su pelaje se había erizado, su nerviosismo acabo cuando un fuerte brillo rojo nació entre sus manos, justo frente a su pecho.

–¡Eso lo confirma!, Aunque ya lo sabíamos después de todo Quetzalcóatl-sama nos dió el poder de ver las emociones–, exclamó Miko algo enojada.




Quetzalcóatl un dios en dxdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora