Vivir bajo un puente

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¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Unos segundos? ¿Un minuto? ¿más de cinco minutos? Las luces de los flashes la deslumbraban, sus retinas habían recibido tantos destellos luminosos de golpe que ya no veía nada más que un velo blanco

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¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Unos segundos? ¿Un minuto? ¿más de cinco minutos? Las luces de los flashes la deslumbraban, sus retinas habían recibido tantos destellos luminosos de golpe que ya no veía nada más que un velo blanco.

¿Qué podía decir? Sabía exactamente qué responder, pero recordaba que estaba en vivo y podía sentir la mirada de todos los presentes además del casi millón de espectadores clavándose en ella; esperando que sus labios pronunciaran una palabra.

Le hubiera encantado escapar en ese momento, pero estaba acorralada. Frente a ella estaba Steve, a su lado derecho la mesa, rodeada por casi todos los presentes y sentía a un camarógrafo a sus espaldas. ¿Podían invadir más su espacio personal?

Cerró los ojos de golpe para recuperar algo de su visión y agarró la mano de Steve. El joven tomó suavemente la de la chica, esperando escuchar una mágica y dulce respuesta afirmativa, sin embargo, Sophie lo jaló, obligándolo a pararse.

Se abrió espacio a la fuerza y dirigió al chico hacia la salida del salón. Las cámaras la seguían, así como algunos invitados a la fiesta, causando un alboroto a su alrededor.

— ¡Dejen de seguirnos! —les gritó apartando a la fuerza una cámara de su rostro.

—Sophie espera. —Steve intentó detenerla. Ella lo jaló de nuevo.

—Sígueme —sonaba molesta, muy molesta y eso era genial para los reporteros, quienes aún la rodaban con insistencia.

Casi corriendo, Sophie llegó al segundo piso, donde estaba la habitación que había reservado, el único lugar donde tal vez tendrían algo de privacidad.

— ¡Sophie! ¿No vas a responder? —Uno de los reporteros de "Cara a cara con Octavio" se paró frente a ella, interrumpiéndole el paso.

— ¡Sin comentarios! —volvió a gritarles, buscando la llave en el escote de su vestido.

Steve estaba impactado, trataba de calmar a Sophie y a la prensa, quienes les exigían respuestas.

Ni bien abrió la habitación, entró y metió a Steve del cuello. Cerraron la puerta y se sintieron aliviados al haber escapado de todo ese caos.

—Sophie...—comenzó diciendo Steve. Ella no hablaba, se veía un poco consternada.

La chica se sentó en una de las dos sillas preparadas junto a la mesa. Donde un par de velas esperaban ser encendidas y una botella de champagne se enfriaba en un bote de hielo.

—Preparé esta habitación para traerte después de la fiesta y pedirte que volvieras conmigo —habló al fin, mirando alrededor.

El pecho de Steve se inflamó, sintiendo alivió y una felicidad extrema.

—Entonces pensamos en lo mismo —afirmó—. ¿Es un sí?

— ¡No! ¡No es un sí! —Sophie cambió su tono—. ¡¿En qué rayos estabas pensando?! Tengo diecisiete años, ni siquiera he acabado el colegio. No puedo casarme, hay cientos de cosas que quiero hacer antes.

Mi vida un showDonde viven las historias. Descúbrelo ahora