Las heridas de una leona

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Para alguien como Minerva McGonagall, le era inconcebible ver como una digna leona se venía abajo. La entendía, nadie mejor que ella la entendía pero eso nadie lo sabía.

La carta que había recibido la noche anterior la dejo de piedra; los eventos de esos meses se repetían en su mente y suspiraba muy triste. Recordaba cómo había hablado con esa joven, después de todo se encontraban a fin de año así que no era necesario exámenes; el joven Harry fue quien se había hecho cargo de las semanas que quedaban mientras la castaña seguía en reposo. Resulto que la agresión del pelirrojo había sido mucho más fuerte de lo que todos esperaban y la castaña no podía hacer mucha magia sin agotarse, pero también sabían que eso se debía al estrés y depresión que estaba pasando.

Cuando hablo con ella para acompañarla a casa de sus padres, la joven pensó por un instante que la estaban dejando de lado, pero nada más alejado de la realidad; querían cuidarla y pese a que le costó hacerle entender eso, al fin había aceptado.


Ahora todo cambiaba, pese a la fecha en la que estaban y las vacaciones que cursaban; preparo un pequeño bolso, cargo a su hija y juntas llegaron a la casa de Andrómeda que ya las estaba esperando con algo de té y galletas.

_Tíiiaaa- La pequeña corría para subirse en brazos de su tía que le regalaba muchos besos.

_Ven princesa.... Mira, aquí te tengo galletas de chocolate como tanto te gustan, y Teddy te está esperando para preparar más.

_Tiiii...- La pequeña se encamino a la cocina donde su amigo ya estaba mezclando ingredientes, pese a ser tan pequeños y que la mayor parte del tiempo nadie entendía las charlas que esos dos tenían; eran muy tiernos de ver los balbuceos y palabras sin sentido que decían.

_Gracias Andrómeda.... Iré a verla, Narcissa ya me comento de igual forma como está tu sobrino. Hoy si es necesario los arrastrare hasta el castillo de la oreja si es que se niegan- Soltó un suspiro cansino y vio cómo su amiga sonreía.

_Son jóvenes.... No tuvieron una infancia normal, y mucho menos su adolescencia, eso los hace tan inmaduros como la velocidad con la que tuvieron que madurar- Minerva asentía triste- Sé que están preocupadas, las tres, pero solo necesitaban su espacio para poder sentirse diferente, normales por así decirlo y olvidarse.... Confía en lo que te digo, no resultará nada que requiera suma intervención; aparte sé que William y Bathy los estuvieron cuidando indirectamente.

_Lo sé, me lo dijo.... Que solo fue un poco de descontrol, pero nada que sea diario o de mucha preocupación. Aunque Bathy....- Suspiro preocupada- Hay muchas veces que se pone a su altura.

_Solo les sigue el juego.... En este caso les siguió la corriente, pero no te olvides que no están solos. Se sienten así, acaban de perder a un hijo, mucho dolor los corre y eso es triste. Hay que acompañarlos, no regañarlos.

Minerva solo asentía con la esperanza de que esa mujer tenga razón en todas esas palabras. Seguía preocupándose por esos jóvenes, y esa era la causa por la que no quería verlos caer más de lo que ya habían caído.



Se apareció en un callejón, y camino esas par de cuadras que la acercaban a su destino; la hermosa entrada la recibía como cada vez que iba a esa casa, pero no podía evitar pensar que esa vez era por otras cuestiones. Solo esperaba que solo sean preocupaciones de esas madres que solo pedían su ayuda.

Toco el timbre y espero apenas unos minutos antes que una mujer con abundante cabellera la reciba, se le notaban los ojos cansados y esas ojeras que solo hablan de poco sueño.

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