Joaquín POV
Recordaba las luces de una ambulancia, unas esposas cerrándose en mis muñecas, Emilio sosteniendo su cabeza sobre su regazo rogándole que mostrara señales de vida y la lluvia que apago el fuego. Los paramédicos revisaron cada cuerpo en el piso buscando sobrevivientes, la policía arresto a los que podían mantenerse de pie y el forense cubrió a aquellos que ya no tenían pulso.
Después de una sábana blanca fue colocada sobre su cuerpo todo lo demás era confuso, sabía que había pisado la cárcel de nuevo, que Alejandra me hizo preguntas para saber que había ocurrido y poder defenderme, pero mi mente solo podía pensar en cómo le diría a Azul que Sian no volvería a casa, ni conocería a su cachorro.
Me dejaron salir horas antes del amanecer, la lluvia golpeo mi rostro apenas cruce la puerta y quise gritar, llorar, desaparecer... por dentro estaba destrozado en fragmentos que no sabía cómo armar, pero por fuera solo había silencio, era como estar prisionero dentro de mí cuerpo, incapaz de soltar el control al que estaba tan acostumbrado y cuando mi nombre salió de sus labios todo simplemente se desvaneció.
―Joaquín. ―murmuró apresurando el paso hasta alcanzarme en mitad del estacionamiento, estaba empapado de pies a cabeza y parecía haber llorado todas las lágrimas que yo no podía soltar. ―Necesito que me escuches. Por favor.
―Tengo que hablar con Azul, ella me necesita. ―musité sin emoción, debía ir a buscarla, Sian hubiera querido que estuviera con ella y cuidara a su pequeña familia. Pero su mano me sostuvo por la chaqueta como un niño perdido en un supermercado, desesperado por volver a casa. ―Emilio, ahora mismo no tengo tiempo para esto.
―Yo no lo hice, jamás habría puesto en peligro a Azul. ―murmuró con la voz rota y rasposa, le miré sin saber que decir, ella ni siquiera estaba ahí. ―He tratado de encontrar a la persona que dio su nombre esa noche, amenace a cada uno de mis hombres buscando al maldito que lo hizo y traté de decírselo todas estas semanas, pero él nunca contesto mis llamadas. ―comprendí entonces que se refería a lo que pasó la noche del club, quería explicarme lo que no pudo decirle a Sian. ―Lo último que supo de mí, fue que puse en peligro a su familia y ahora ya no está.
―Emilio. ―susurré con un nudo en la garganta, no tenía las palabras correctas, ni siquiera me acercaba a saber que debía hacer en momentos así. Estaba enojado por sus acciones, con mis errores y con el maldito mundo. Y al mismo cada parte de mí se hallaba destrozada, rogando por un llanto que mi cuerpo se negaba a darle. Pero él no me dio tiempo para pensarlo, su cuerpo cayó abatido aferrándose a mi vientre sollozando como si no estuviéramos en mitad de la calle. ― ¿Qué estás haciendo?
―Todo esto es mi culpa, él era mi familia y todos mis errores nos llevaron aquí. ―masculló con la voz rota, el niño que hacía rabietas ahora estaba desamparado y buscaba un consuelo en mí, sin saber que por dentro estaba tan roto como él. ―No pude protegerlo, debí insistirle a María que me dijera lo que sabía en el club o dispararle en cuanto abrí la puerta. Debí hacerle caso cuando me pidió que regresara a casa. ―sollozó cerrando la tela de mi chaqueta entre sus dedos. ―Está muerto y no pude decirle que jamás le haría daño a su familia.
Cerré los ojos un segundo, tratando de poner mi cabeza en orden, estaba molesto con él, pero en ese instante la rabia que corría entre nosotros se sentía egoísta, pelear por lo que debimos hacer o no, cuando Sian intentó con tantas fuerzas que hiciéramos las paces. Todo era tan superficial cuando imaginaba el dolor que pasaría Azul con su perdida.
Al abrir los ojos me topé con la imagen de un hombre observándonos desde la puerta, alguien que conocía demasiado bien para mi desgracia y que, a diferencia de Emilio, jamás se disculparía por lo ocurrido, aun cuando la culpa era suya. Ahora que sus planes estaban sobre la mesa, jugaría sus cartas con mayor sigilo, tenía un objetivo y no le importaban las muertes que dejara a su paso para cumplirlo.
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Sr. Bondoni
FanfictionPodemos pretender que somos buenas personas, fingir que somos capaces de amar y que esto no es más que un juego de poder, pero ambos sabíamos en que nos estábamos metiendo cuando te deje entrar en mi cama. Es mi lugar lo que deseas, lo vi en tus ojo...