Joaquín POV
Los días pasaron lentamente, nos movíamos en silencio, ocultando pistas por donde sea que estuviéramos y tirábamos anzuelos por toda la ciudad, el FBI seguía un montón de rastros falsos mientras tratábamos de descifrar que tan arriba iba la filtración de información, debíamos dar con cada traidor que estuviera en las filas de nuestros enemigos para terminar con esto.
Había investigado a fondo esa primera carpeta que mi madre me entregó tiempo atrás, donde los nombres resaltaban del texto poniendo rostros a aquellos que jalaron el gatillo la noche en que Uberto murió y que seguían moviendo los hilos para terminar con nosotros como si fuéramos una víbora a la que debían cortarle la cabeza para lograr vencerla.
El plan era bastante simple cuando comenzó, creyendo los rumores de mi muerte y sabiendo que Uberto no tenía un heredero pronunciado, fue fácil creer que, al eliminarlo de la ecuación, el resto de la organización caería lentamente. El crédito los haría subir como espuma, serían reconocidos y alabados, hasta que mi nombre reapareció en sus vidas.
Mi madre contrato al mejor equipo que de detectives que tenía la mafia para dar con cada coma de su orquestado plan, el dolor de perder a su alfa la hizo rompió, pero en el dolor decidió que necesitaba una venganza, ella no tenía los medios, la familia la relegaría tan pronto terminarían los servicios fúnebres de mi padre y sabía que la única manera de terminar con todo era encontrarme. Una vez lo hizo fue bastante claro lo que quería de mí.
Podía considerarse egoísta, pero solo cumplió con su promesa a Uberto, yo debía volver cuando él se hubiera ido, debía tomar mi lugar como siempre quiso que fuera y cumplir las responsabilidades para las que fui educado. Ni siquiera dude en aceptar, en cuanto apareció en el colegio y me entregó toda la información, supe que era mi momento de limpiar el desastre que Uberto había creado.
Después de años siendo entrenado para matar a cualquiera mirándole a los ojos, deshacerme del primero en la lista fue la parte más sencilla. Lo difícil fue cuando Emilio despertó una parte de mí que había estado dormida por mucho tiempo, la que me dijeron me haría débil e incapaz, no podía evitar querer protegerlo, mi naturaleza me impedía dispararle como lo habría hecho con cualquier otro al desafiarme de esa manera tan altanera.
Al traer de vuelta a mi omega, me fue más difícil mirarme al espejo cada mañana, la sangre que corría en mis manos me revolvía el estómago y aun cuando trate de mantenerlo alejado, ya era demasiado tarde. Ahora no podía tenerlo todo, debía aceptar las migajas de lo que pudo ser, porque sabía los riesgos de una operación tan grande, el problema era que él no lo entendía así, él lo veía como un día más en el trabajo y que al final podría pasar las noches en mi cama haciéndome preguntas sobre las reglas como un niño que quería aprenderlo todo en un minuto.
Le mentía tratando de protegerlo, sabiendo perfectamente que, si ocurría lo inevitable, sería el primero en sufrir las consecuencias y la única forma que encontré para dejar las cosas a mano, podría resultar en un problema mayor para todos los involucrados. Había culpa, pero al menos podía decir que fui sincero en una cosa, estaba dispuesto a sacrificar la vida de cualquiera con tal de mantener esta familia.
El último movimiento en tablero estaba por darse y ninguno de los jugadores podría ver quien era el verdadero ganador.
― ¿Estás seguro de esto? ―murmuró Alejandra entregándome la hoja con todo lo que le había pedido que escribiera, pero con un lenguaje más formal y propio de un documento oficial, asentí leyendo los primeros párrafos. ―Tendrá acceso a demasiada información, creo que deberías tomarte unos días para pensarlo mejor, quizás hablarlo con la familia.
―Lo sé, pero ya lo he pensado demasiado y creo que es la única salida. ―musité encogiéndome de hombros, nunca haría algo así sin haberle dado cientos de vueltas al asunto, analicé cada resultado posible y creía seriamente que era la mejor decisión.
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Sr. Bondoni
أدب الهواةPodemos pretender que somos buenas personas, fingir que somos capaces de amar y que esto no es más que un juego de poder, pero ambos sabíamos en que nos estábamos metiendo cuando te deje entrar en mi cama. Es mi lugar lo que deseas, lo vi en tus ojo...