Emilio POV
Noche tras noche nos encontrábamos en la oscuridad de su impecable mansión, me volví sigiloso, revisando siempre por encima del hombro con cada paso que daba, aprendí a mentirle a cualquiera que tuviera preguntas sobre mi paradero en las madrugadas y me aprendí cada regla que importaba en su familia como si mi vida dependiera de ello. Quería que dejara de verme como un traidor, sabía que era mejor que eso, pero necesitaba que él lo supiera también y que se diera cuenta que podía cuidarlo si me daba una oportunidad.
Lo estaba intentando, de verdad me estaba esforzando por cumplir sus expectativas y ser la persona que pudiera estar a su lado permanentemente, pero en el proceso todo se volvió abrumador, él daba instrucciones que yo seguía sin preguntar, mi gente se convirtió en un grupo rebelde que no comprendía nuestros objetivos porque no podía decírselos y las personas externas me veían como el peor de los traidores pues pensaban que trabajaba para las personas que asesinaron a Sian.
Quizás esa era la peor parte, porque ni siquiera había lograba superar su muerte todavía y a veces me veía llamándolo solo para escuchar la voz en su contestadora, con la esperanza de que pudiera darme un consejo de nuevo, pero el consejo nunca llegaba y los rumores seguían creciendo. Al final del día la rabia era tan grande que solo quería golpear en la cara a cualquiera que repitiera la tontería de que yo había orquestado su muerte. Pero no podía hacerlo, porque si mis emociones se me iban de las manos y hablaba de más, Joaquín me apartaría sin pensarlo.
Después al enterarme que mi propia gente era de poca confianza, me volví un tanto paranoico, tenía miedo de que nos descubrieran por mi culpa o que alguno de ellos filtrara información antes de tiempo, así que cuidaba cada palabra que salía de mis labios, repitiendo lo que les diría al menos treinta veces antes de salir de casa y aun así siempre sentía que podía haber dicho algo mal.
Y cuando trataba de acercarme a él, buscando un consuelo en la locura que nuestras vidas se habían convertido, se sentía como si me empujara cada vez más lejos, me daba migajas cuando sentía que iba a hacer preguntas, me miraba con esos ojos calculadores y me besaba hasta que mi alfa estaba a sus pies, sin darse cuenta que con cada caricia mis miedos crecían. Había enemigos que no conocía, secretos que no me contaría jamás y verdades a medias que me pesaban cada vez más. Sin mencionar su necesidad de recordarme que la muerte nos pisaba los talones.
Era como si me vendaran los ojos y me dieran un arma con instrucciones de protegerlo, escuchaba voces, daba vueltas mientras jalaba el gatillo, pero al final siempre había ese pequeño hueco en mi pecho que temía que el tiro le diera a él. Joaquín no podía entenderlo y llamaba a mis reacciones exageradas, pero yo sentía que él no estaba preocupándose lo suficiente, cada día sus ojeras eran más profundas, su rostro se hacía más delgado y su cuerpo duraba menos tiempo dormido, estaba malgastándose poco a poco, y pensaba estúpidamente que contarme lo que sea que estuviera pasando le haría bien, pero terminé por armar una pelea de nuevo.
Esa noche después de salir de su casa sin respuestas, conduje por las calles de la ciudad sin saber a dónde ir, en el fondo lo único que quería era volver a su lado, escuchar su voz adormilada y rodearle con mis brazos una vez estuviera dormido, pero no quería regresar cuando sentía que mis emociones eran una bomba de tiempo, no podía darme el lujo de arruinarlo todo de nuevo con algún comentario que le hiciera desconfiar más de lo que ya lo hacía y decidí regresar a mi apartamento.
Me pase la noche en vela mirando por la ventana, desde hacía años me consideraba una persona solitaria, irónicamente ahora le tenía miedo a la verdadera soledad, estar en silencio, con demasiados problemas sobre tus hombros, sabiendo que no había nadie a quien pudieras llamar, era la sensación más angustiante que había experimentado. Incluso cuando mi familia me dio la espalda, tenía a Sian para hablar y de una forma extraña Uberto estaba ahí también, ahora la única persona que quería a mi lado no estaba dispuesto a escucharme o dejarme escucharlo.

ESTÁS LEYENDO
Sr. Bondoni
FanfictionPodemos pretender que somos buenas personas, fingir que somos capaces de amar y que esto no es más que un juego de poder, pero ambos sabíamos en que nos estábamos metiendo cuando te deje entrar en mi cama. Es mi lugar lo que deseas, lo vi en tus ojo...