Venganza

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Emilio POV

El lunes cité a toda mi gente para vernos frente a la casa de los Bondoni, Alejandra fue avisada de que estaría ahí a la hora pactada y después de horas investigando nombres di con la persona adecuada para el trabajo que necesitaba fuera hecho lo antes posible, no podría ver los informes del FBI directamente, tendrían que pasar un par de días antes de que nos entregaran sus investigaciones y Eduardo estaba atrasando el proceso según los contactos que tenía la familia, Alejandra me explicó que no podía hacer nada hasta que tomara el puesto y me aconsejo que adelantara investigaciones privadas como una vez lo hizo la madre de Joaquín.

Fue entonces que recordé los papeles que él guardaba en su oficina, no había logrado ver toda la información que tenía en ellos, tan solo me mostró las notas de advertencia y poco menos, le pregunté a Ale si tenía copias o algo parecido, necesitaba saber que era lo que había estado haciendo antes de que todo esto pasara para poder terminar con lo que él inicio, pero nadie parecía saber de que hablaba, ella no tenía idea de lo que Elizabeth encontró en el pasado y tampoco había recibido copias de dicha información. Si todo estaba en la casa donde Joaquín vivía, probablemente ahora estaría hecho cenizas y tendría que reiniciar la investigación desde cero.

Fue así que decidí tomar mis propias acciones en el asunto, no solo tenía que descubrir el resto de los nombres en la lista de Joaquín, sino que también debía conseguir el teléfono de donde salieron los mensajes que toda mi gente había recibido, así como Joaquín. Estaba cansado de andar a oscuras y estaba dispuesto a terminar con todo esto de una maldita vez.

Compré supresores para los días siguientes, necesitaba una forma de mantener a mi alfa en calma cuando lo único que quería era llorar la perdida de su omega, iba a dejarlo hacerlo una vez llegara al final, porque no estaba dispuesto a quedarme en un maldito lugar donde no podía tener mi vida a su lado, ahora era capaz de comprender a Azul cuando decía que quería estar con Sian donde quiera que estuviera, excepto que yo no tenía un cachorro por el cual querer quedarme aquí, lo único que me acompañaba era una tristeza que cegaba el resto de mis emociones y amenazaba constantemente con llevarme al lado de mi omega.

Pero por ahora necesitaba aferrarme a la rabia, a la sed de venganza que crecía al pensar en las personas que me arrebataron con sus acciones, todo tenía un momento y un lugar, por ahora me haría cargo de terminar nuestros asuntos pendientes y una vez todo estuviera arreglado, lo seguiría al mismo infierno.

El lunes a medianoche las camionetas de mi gente se reunieron frente a la casa de la familia Bondoni, Alejandra ya me estaba esperando en la puerta junto a su equipo de seguridad al que se había agregado Roy, compartí una mirada y un asentimiento antes de abrirle la puerta a mi acompañante a la reunión, la castaña frunció el ceño sorprendida, sabía que tenía muchas preguntas pasando por su mente ahora mismo y seguramente terminaría por hacerlas en cuanto estuviéramos a solas, pero por ahora necesitaba todas las herramientas que tuviera a mi alcance para continuar con la operación y Karol Sevilla era la mejor en su trabajo.

―Nunca había pisado la casa de los Bondoni. ―musitó con una media sonrisa, la conocí por medio de Uberto hacía años, pero nunca fuimos cercanos, ella no estaba metida en esto tan a fondo como el resto, en realidad era un personaje que aparecía cada cierto tiempo si se le pedía y luego desaparecía de la faz de la tierra como si jamás hubiera estado ahí.

Su trabajo le dejaba limpiar sus huellas de manera impecable y por eso era tan cotizada, no solo por nosotros, sino también por mandatarios, agencias gubernamentales y multimillonarios en problemas. Sabía lo que hacía y mantenía la boca cerrada mejor que nadie, era justo lo que necesitaba en este momento.

―No te acostumbres, si algo sale mal esta noche no creo que ninguno vuelva a estar aquí. ―musité cerrando la puerta, ella sonrió como si nada y enredó mi brazo con los suyos mientras caminábamos hasta Alejandra. ―Ale, seguramente recuerdas a Karol, trabajo con Uberto hace unos años en un trabajo privado. ―la castaña asintió mirándome confundida y le dediqué una mirada de que le explicaría después.

Sr. BondoniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora