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-¡Tanto tiempo mis ovarios!-dijo, provocando una carcajada de mi parte.

-¿Quieres hablar enfrente de todo el mundo, o lo hacemos en privado?-pregunte cruzándome de brazos, al igual que ella.

-¿Enserio le vas a llamar a eso hablar?-pregunto soltando una pequeña risa, yo solo me encogí de hombros sonriendo.

-¡Todos fuera de aquí ya!-grito y a los segundos, la oficina estaba sola aparte de nosotras dos. Ella se acercó hacia la puerta, pasándome por un lado y le puso candado.

Después bajo todas las cortinas impendo que alguien nos vea y se volteó a verme. Sonreí y me senté arriba de la mesa de la secretaria, la cual es un poco larga y ancha de color negro.

-Así que después de todo, cumpliste todo lo que acordamos, ¿no es así?-pregunto mirándola fijamente.

Ella toma una silla que estaba pegada a una pared y se sentó enfrente mío, para terminar cruzándose de brazos.

-¿Y verdad que me quedo perfecto?- Pregunto alzando una ceja, yo solo sonreí y negué con la cabeza.

-Al parecer la calle no te ha cambiado, ¿o me equivoco?-pregunte juguetona, ella soltó una carcajada y me miro.

-Y a ti no te supo callar la boca, ¿o me equivoco?-dijo para pararse de la silla y caminar hacia a mí, me baje de la mesa y espere a que estuviéramos una enfrente de la otra.

-¿Entonces me enseñaras mi escuela, o tendré que ir yo sola?-pregunte sonriendo.

-Querrás decir, nuestras escuela estúpida-dijo para sonreír. Asentí y segundos después me vi abrazándola con mucha fuerza.

Al sepáranos, me removió el pelo como lo hacía cuando yo estaba más pequeña y ella se creía la mayor, solo porque me llevan algunos meses más de edad.

Qué tiempos aquellos.

-Sera un placer, vieja amiga-dijo para después caminar hacia la puerta roja, me quede quieta a la espera de su regreso. Cuando salió de su oficina traía una mochila colgada en su hombro derecho y jugaba con unas llaves.

Quito el cierra de la puerta y la abrió, pasamos por ella y empezamos a caminar por el mismo pasillo que me trago aquí.

-Al parecer pudiste encontrar la oficina por tu cuenta,-dijo mirando hacia enfrente.

-Te recuerdo que yo te di la idea de cómo poner la oficina, estúpida-dije para darle un suave empujón.

Caminamos por los pasillo vacíos, ya que el timbre ya había sonada hace un tiempo, me llevo a todos los lugares que alguna vez tomaron parte de mi imaginación.

-Así que dime, ¿Cómo suena la campana de horarios?-pregunte metiendo mis manos en mis bolsillos de mi sudadera.

-Espera unos cinco minutos más y la escucharas tu misma-dijo checando su reloj, asentí.

Caminamos afuera del primer edificio y nos dirigimos hacia unas mesas que se encontraban afuera. Nos quedamos platicando acerca de lo que había pasado con nosotros atreves de los tiempo, cuando los aullidos de un lobo empezaron asonar por toda la escuela.

Solté una fuerte carcajada para después aplaudirle a Jessica.

-¿Y bien? ¿Te lo esperabas?-pregunto recargándose en la silla, negué con la cabeza. Ella sonrió y me dijo que era hora que me enseñara una de las cosas más magnificas que hay en la escuela.

Caminamos por los pasillos haciéndonos bromas, riendo, y empujándonos, para poder llegar a la cafetería donde me dijo que era el mejor lugar porque siempre lago mágico pasa en él.

Ella la... ¿chica mala?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora