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-¡Vamos Ness!, sigue corriendo, solo te faltan dos ejercicios-el grito de ánimo por parte de mis hermanos, me daban fuerzas para seguir corriendo.

Corre con el balón, se sentí a libertada. No importaba si ya no poseía fuerzas para continuar, o si mis piernas estaban quemándose de dolor por tanto ejercicio, no importaba.

Lo único que importaba era sentir el balón en mis manos, el sonido que hacia al rebotar en el piso y regresar a mis manos, el control que sentía cada vez que cambia de dirección o hacia fintas. La sensación de saltar en el aire para un rebote o colada era lo que más me gustaba hacer.

Pero lo que me apasionaba de este deporte era la unión del equipo, como el equipo tenía que ser una familia dentro y fuera de la cancha, y eso era por qué jugaba.

-¡Broute detente ya!-el sonido de su voz, hizo que dejara de correr.

Camine de regreso hacia donde todos se encontraban y me quede a la espera de su regaño o cualquier cosa que pudiera salir de su boca.

Me incline sobre mis rodillas, dejando que mis manos tocaran mi pierna para poder recuperar un poco de aire. Podía escuchar el sonido de mí corazón latir con tanta fuerza y como mis pulmones me pedían más aire del que estaba dándoles, las gotas de sudor las sentía en toda mi frente y cuello, algunas resbalándose para ser acabadas en mi blusa de deportes.

Unos pies aparecieron enfrente de mí y fue cuando me incorpore y observe a lo que sería mi maestra durante todo un mes. Ella parecía neutra, ningún tipo de sentimientos o expresión había llegado a su cara por mi entrenamiento.

Por lo que simplemente me miro y no dijo nada.

Les grito a todos mis compañeros que empezaran con el entrenamiento y se marchó al otro lado con su libreta y una cara seria.

-Ness-el sonido de su voz hizo que retirara mi mirada de la maestra y la posara en él.

Ninguna gota de sudor corría por su cuerpo o cara, su respiración no era rápida, no tenía las manos sucias por haber tocado el balón, su cuerpo estaba perfecto como siempre ha estado, sin ningún tipo de esfuerzo.

Me acerque a él, lo suficientemente cerca para que su respiración se combinara con la mía, donde pudiera ver cerca esos malditos ojos color café-miel.

-Nunca más te volveré a salvar-dije con un sentimiento que recorrió en todo mi cuerpo, pero que nunca antes había experimentado.

Me separe de el para observar como sus ojos cambiaron a un color más brillante y lleno de luz.

-Eso lo veremos ricitos-sus palabras fueron claras y fuertes.

Se acercó hacia mí para después pasar por mi lado haciendo que nuestros brazos chocaran por segundos causándome una sanción familiar.

-¡Broute!, ¿Acaso quieres correr más?-el grito de la maestra me distrajo de Haynes, la observe y rápidamente corrí hacia el grupo de chicas que estaban formadas.

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-¿Por qué se tardan tanto?-.

-Hannah te juro que si te vuelves a quejar otra vez, ¡te dejare dormir con el perro esta noche!-.

-¡Pero ni siquiera tenemos perro!-se quejó haciéndome abrir mis ojos y observarla fruncir el ceño, a lo cual respondí con una sonrisa.

Ella iba hablar, pero la llegada de los chicos le impidió seguir quejándose. Nick y Chase venía con el pelo mojado y con la ropa de la mañana.

Ella la... ¿chica mala?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora