Capitulo 19

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— Aquí pasarás la noche, está de más decirte que debes quedarte 20 días más — me miro sonriente — buenas noches cariño.

No podía dejarme aquí. No quería, quise moverme, pero la cuerda hacia fricción y me dolía, no quedaba de otra que quedarme aquí.

20 días más estaría aquí, y ya no quiero, aunque aprenda a comportarme no quiero. Ella es cruel conmigo, aunque sus caricias se sienten bien, pero no Anna, escúchate, ella no es buena y en cuanto se acabe el contrato no la volverás a ver y pedirás un cambio de Universidad. Si, eso harás, es lo correcto.

Vi como caminó hacia fuera del mini bosque que rodeaba la casa de Mi Ama, yo quería llorar del miedo, ¿y si salía alguien y me atacaba? Peor aún, ¿y si venía algún oso polar y me comía?

No seas tonta Anna, aquí no hay Isaí polares, no estás en el polo norte. Mis pies a duras penas tocaban la tierra húmeda que era pararte del bosque.

De lo cansada que estaba por el largo día que había tenido, me quede profundamente dormida. Ni si quiera me di cuenta en qué momento había sido, tan solo lo hice.

No se cuanto tiempo había pasado, pero desperté por unos rayos de luz que me daban directo a mi rostro, seguía en la misma posición, pero a lo lejos pude observar a Mi Ama que venía para conmigo.

Estaba muy feliz de verla, ya quería que esto terminase si o si.

— Mi putita personal, ¿como pasó la noche? — me miraba sonriente. Tenía puesto su traje de baño color rojo con el pelo suelto, se veía exquisita. No Anna, espera, ¿que piensas?

Yo solo pude verla ya que no podía hablar. No me había quitado mi mordaza.

— Es verdad, no puedes hablar, deja te ayudo. — me bajó de donde estaba y me quito todos los accesorios que me había puesto. En cuanto pude hablar, lo hice.

— Ama, muchas gracias ama, le prometo que seré la mejor esclava que jamás haya tenido. Me portaré como es debido, pero por favor Ama — gatee hasta sus pies mirándola como perra arrepentida. No podía perder más dignidad de igual forma — no vuelva a castigarme ejemplarmente. Seré muy buena lo prometo.

Mi Ama me vió con los ojos llenos de ilusión y triunfo, parecía que estaba esperando exactamente esas palabras de mi. Y así lo tuvo.

— Se que aprendiste la lección zorra, por eso serás muy buena en estos días. — me amarró mi correa de nuevo y caminamos juntas hacia la casa.

Era un completo desastre, la cocina estaba invadida de trastes, comida tirada, el comedor desordenado, todo era un desastre. Sabía lo que me tocaba hacer.

— Limpia todo y deja como nueva la casa perrita, después, vas a lavar todas las colchas y sábanas, así como las cortinas, las vas a planchar, harás la comida, y lavarás mi ropa. Quiero todo antes de las 4 para comer. — ¿qué? Era demasiado trabajo.

Yo solo pude verla sorprendida y responder casi de inmediato un "Si Ama."

Hice todo lo que me pidió como un rayo de sol, era ya medio día y aún me faltaba lavar la ropa de mi ama y planchar las sábanas. Estaba parada acomodando las cosas dentro de la lavadora cuando sentí que alguien me jaló fuertemente del pelo hacia atrás. Era ella.

Sentí como acariciaba mi coño con una mano y con su boca dejaba besos por mi cuello y hombro. Sus dedos recorrían los labios de mi coño y giraban en círculo mientras yo empezaba gemir de placer.

— A... ama, aún no terminó ama...— jadeaba.

— ¿Para que estás aquí putita? — su respiración en mi cuello me hizo estremecer y excitarme aún más, sus dedos se movían como todos unos expertos haciéndome doblar mis rodillas, no podía sostenerme ya.

Anna Brown. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora