Epilogo

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* Narra Anabelle *

19 años después.

Cómo vuela el tiempo, ¿no creen? Habían pasado ya 19 años desde la última vez que vi a mi familia. Mi rostro y mi actitud habían cambiado, mi pelo es largo y con estilo California, utilizo lentes por fachada y soy una doble de Margaret.

En esa cabaña me enseñó que el amor no es más que una obsesión por corregir y someter a tu pareja, su amor no era bueno, no era real, no era sano, pero supongo que es el precio que pagan aquellas quienes encajan en las solicitudes de las Amas.

Por ejemplo Layla, es dueña de la compañía de su Ama, tiene sus propios condominios y está en busca de otra sumisa, tuvo una, pero su contrato caducó y ahora está en busca de carne fresca.

Somos amigas, nos visitamos seguido y ambas somos profesoras en la universidad acá en Alemania, yo ya tengo mi presa, solo debo ingeniar un plan para retenerla.

Layla por el contrario, está indecisa entre dos chicas, pues ambas son perfectas.

— Vamos, debes ayudarme, solo necesito una. — caminábamos por los pasillos de la institución.

— Layla, es quien tu quieras, de igual forma la dejarás ir, o ¿piensas llevarla a la cabaña?

— Si, la quiero conmigo para siempre, más ahora que me siento sola. — Su Ama había fallecido hacia un año de cancer, Layla buscaba su próxima presa.

Iba a responderle cuando alguien choca con ella y ambas caen al piso. Era mi chica y una de primer semestre.

— Lo lamentó mucho señorita Collen, no la vi — mi chica ayudaba a levantar a la otra de quien no sabía su nombre.

— ¿Quien es ella Brighton? — Selena Brighton era mi chica, aún no definitivamente, pero era mi presa.

— Ella es... es mi... mi... — ambas se veían nerviosas.

— Su novia, ¿y usted? — la otra chica me veía de abajo hacia arriba. Yo la veía tan seria como podía.

— Así no se habla a una profesora — Layla ya se había levantado y estaba molesta. — Discúlpate.

— ¿Yo? — ambas se veían retándose, Layla había encontrado a su chica.

— Discúlpate Emily — pidió Selena.

— Lo lamentó — cruzó los brazos y rodó los ojos — vámonos — Emily tomó de la mano a Selena y ambas se fueron.

— Mi chica — dijo Layla mirando lascivamente a la tal Emily mientras caminaban lejos de nosotras.

— Esto será divertido — nos volteamos a ver y ambas sonreímos, ya sabíamos cómo las tendríamos en contrato.

Es tan bueno estar del otro lado de la moneda, aunque lo estuve una vez, ahora es diferente, tengo mi propia presa, cazo cuando quiero y Mi Ama y yo vivimos juntas. En casa ella manda, pero cuando no estoy ambas mantenemos a una chica.

Mi vida es nueva, es fresca y llena de ideas renovadoras sobre la sumisión y el bondage, aunque sufrí al inicio junto a Mi Ama, me gustaría ver a mi presa sufrir, arrastrarse y suplicar a mis pies que me quede con ella.

El solo hecho de Imaginarme a Selena a mi merced, implorando por mi, y siendo dominada tanto física como emocionalmente me hace mojarme las bragas como no tienen una idea.

Me disculpo con Layla un momento y llamo a casa para pedirle a Mi Ama iniciar con mi plan.

— ¿Si? — responde.

— Cariño, ¿estas ocupada? — pregunto, sabia que tenía a una chica en casa.

— Un poco — escuche los jadeos del otro lado de la línea, debe ser ella — ¿que necesitas?

— Me gustaría iniciar mi caza.

— Ya es septiembre Belle, debiste iniciar hace un mes, conoces las reglas. Solo es en inicios de...

— Semestres — terminé por ella — lo sé, quiero iniciar en Enero, pero necesito ir juntando mis pruebas.

— De acuerdo, adelante.

— Gracias ama, se lo recompensaré. — dije con un tono seductor.

— En ese caso... — ¡A la habitación negra, ahora! - escuche que dijo por el teléfono - — o castigo a una o me follo a otra cariño. — respondió.

Esto siempre ha sido así, y siempre lo será, encuentra a una Ama a quien servir y ruega porque no seas la chica que busca para la cabaña o tu vida dependerá de solo un momento en el que puedan manipularte para atraparte. Es comer o ser comido, y en un mundo como el nuestro, encuentras de todo menos elegancia.

Sirve correctamente y tendrás tu recompensa, fracasa y solo serás el ejemplar de cómo no ser Ama.

Anna Brown. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora