— Ama — me acerco a ella quien se encuentra en su oficina con una falda color melón y una blusa blanca de manga larga — ¿puedo pasar?
— Pasa putita — dice sin verme, pero con cariño — ¿que necesitas?
— Yo... yo quería pedirle algo — hablaba nerviosa — verá, han pasado ya unos días desde que, bueno, desde que...
— Ya se lo que quieres — sonríe y me ve — pero estoy ocupada. Ahora bien, si es tanta tu urgencia puedes darte un baño y esperarme como es debido en la entrada de mi habitación.
— No, Ama, no es necesario, no me refería a eso — hablé rápidamente — es solo que mis padres llamaron y me dijeron que el sábado anunciaran mi compromiso con su primo, así celebrarían mi cumpleaños y... y la pedida de mi mano. — dije por lo bajo sin verla a los ojos.
— ¿Cumples años el sábado? — me miraba seria.
— El viernes de hecho, pero no es que lo celebre mucho.
— De acuerdo, el Sábado te llevo temprano y paso de visita a casa de mis tíos para alistarme.
— Si Mi Ama.
Salí de la oficina y subí a mi habitación para darme un baño. Pronto entraría a la escuela, de hecho lo haría la semana que viene, así que empecé a buscar mis útiles escolares y ver mis horarios. Tendría que trabajar en una empresa en este año para mi experiencia, pero eso era lo de menos.
Mi celular suena sacándome de mis pensamientos.
— ¿Bueno?
— Hola Anna, ¿cómo estás? — era Oliver.
— Hola Oliver, muy bien, de hecho estoy buscando mis cosas para el regreso a clases, ¿que estás haciendo tú?
— Estoy empacando para volver a casa, ya sabes, con eso de nuestro compromiso, debo ir a preparar unas cosas.
— Si, supongo que si. — suspiré.
— Escucha Anna, se que es algo a lo que podemos hacernos una idea, pero nunca será lo mismo esta boda que casarte con la persona que amas, y no trato de ser esa persona porque sería hipócrita de mi parte, pero lo que si puedo ser es tu amigo y tu amante, pasaremos nuestra vida entera juntos, y... y yo quiero que nuestros hijos no vean un matrimonio como el de nuestros padres, sino uno en donde ellos se sientan libres de ser quien son.
Y tenía razón, tenía la boca llena de razón, el nunca sería Mi Ama y yo nunca seria su... bueno, la persona que el ama, pero si podíamos ser amigos, si podíamos establecer esa relación en donde hubiera amistad, confianza y respeto, una donde nuestros futuros hijos se sintieran libres.
— Claro, estoy de acuerdo Oliver, yo pondré todo de mi parte para que funcione. — sonreía aunque no podía verme.
— Yo igual Anna, quiero ser esa persona que te saque tu sonrisa por las mañanas, que te llene de besos por las noches y que te de vida en los días.
— Basta Oliver — reí — guarda eso para los votos.
— Estuve practicando — ambos reímos. Nos despedimos y yo seguí con mi maleta. La tenía lista. Era Miércoles hoy, pero mañana no quería estar a las prisas, a parte de que estaba acomodando mi ropa bien para tenerla a la mano.
— Aquí perrita, perrita — escuché el llamado de Mi Ama y bajé para ver qué necesitaba.
— ¿Si Mi Ama? — me senté recta en el suelo al pie de las escaleras que era donde se encontraba ella parada mientras me sonreía.
— ¿Dejaste listo tus cosas de la escuela y tu maleta para el fin de semana? — acariciaba mi pelo como un perrito.
— Si mi ama, está todo listo, no quiero estar a las carreras. — la veía con una sonrisa.
— Bien, dame tu correa — estiró su mano y yo la puse en ella — ven. Caminamos escaleras arriba y vi que nos dirigíamos al pasillo que daba con la puerta roja y negra, ¿entraremos? Pero no, Mi Ama abrió la puerta de a lado, una color lila.
Entramos y era una habitación normal, solo que tenía una cuna, una silla mecedora, un sofá, juguetes en el piso, una mesa no muy grande y un mueble café de varios cajones así como su propio baño.
— Ama, ¿quiere tener un bebé? — pregunté curiosa.
— Ay pequeña, tú ya eres mi bebé, pero estos días jugaremos a que si lo eres 100% — me quitó la correa y me subió a la mesa para acostarme en ella.
— ¿Jugar? Ama, pero mañana debo ir a inscribirme a la escuela de nuevo y el sábado iré con mi familia, no tengo tiempo para jugar ya. — la veía mientras ella cambió su sonrisa y me miró seria.
— ¿No tienes tiempo para tu ama? — me amenazó — haremos tiempo.
Amarró mis manos a cada esquina de la mesa al igual que mis pies, caminó hacia el mueble café y sacó de ahí un pañal tamaño adulto al igual que un chupete.
— Parece que mi bebé quiere su chupete — sonreía hacia mi — abre cariño — pero yo cerré fuertemente mi boca, no tenía tiempo para jugar — abre — volvió a decir, pero la ignoré.
Solo sentí un golpe en una de mis tetas que me hizo abrir la boca para soltar un gritito y aprovechó para ponerme el chupete.
Acomodó el pañal entre mis piernas y puso un poco de talco para cerrarlo, me desamarró de la mesa y me bajó de ella.
— Sentada frente a mi. — ordenó y yo obedecí. Me amarró el pelo en dos coletas, una a cada lado y me cargó poniéndome abierta de piernas a un lado de su cuerpo mientras yo la tomaba con ambas manos del cuello para no caerme.
— Muy bien, como sabrás estaremos jugando al bebé y a la mamá, por obvias razones tú serás el bebé, y actuaras como uno, yo te cuidaré y te atenderé como se debe, no podrás salir de tu habitación sin que yo te cargue, solo puedes gatear y jugar como bebé, debes ser uno 100%.
— Ama... — retiré mi chupete con una mano para hablar, pero ella me interrumpió.
— Los bebes no hablan cariño — puso de nuevo el chupete y yo obedecí — esto es la prueba final de tu entrenamiento como sumisa, si la pasas, entonces serás una esclava sexual oficial y reconocida — me veía sonriente mientras seguíamos caminando por al rededor de la habitación — porque serás perfecta desempeñando tu rol y me harás sentir orgullosa de ti, la prueba dura 2 días.
Abrí los ojos como platos, ¿2 días? Pero este fin de semana es mi comida y la próxima semana entro a la escuela.
— Pero si fallas la prueba, no solo deberás repetirla, sino que serás merecedora de un castigo, y ya llevas 5 azotes, bebé. — se acercó a la cuna y me acostó en ella — ahora a dormir princesa — me puso una manta color lila, como todo lo de la habitación a excepción de los muebles que eran blancos, y me dio un beso en la frente — descansa que yo vuelvo en unas horas.
Se fue y apagó la luz de la habitación, y yo como por arte de magia me quede profundamente dormida.
ESTÁS LEYENDO
Anna Brown.
General FictionUna profesora se enamora de su alumna en una de las universidades más prestigiosas del país. Anna de 20 años, es una chica tímida con el corazón recientemente roto por su ex novio quien le fue infiel. Margaret de 33 años, es profesora de la univer...