Capitulo 28

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— Ama — me acerco a ella quien se encuentra en su oficina con una falda color melón y una blusa blanca de manga larga — ¿puedo pasar?

— Pasa putita — dice sin verme, pero con cariño — ¿que necesitas?

— Yo... yo quería pedirle algo — hablaba nerviosa — verá, han pasado ya unos días desde que, bueno, desde que...

— Ya se lo que quieres — sonríe y me ve — pero estoy ocupada. Ahora bien, si es tanta tu urgencia puedes darte un baño y esperarme como es debido en la entrada de mi habitación.

— No, Ama, no es necesario, no me refería a eso — hablé rápidamente — es solo que mis padres llamaron y me dijeron que el sábado anunciaran mi compromiso con su primo, así celebrarían mi cumpleaños y... y la pedida de mi mano. — dije por lo bajo sin verla a los ojos.

— ¿Cumples años el sábado? — me miraba seria.

— El viernes de hecho, pero no es que lo celebre mucho.

— De acuerdo, el Sábado te llevo temprano y paso de visita a casa de mis tíos para alistarme.

— Si Mi Ama.

Salí de la oficina y subí a mi habitación para darme un baño. Pronto entraría a la escuela, de hecho lo haría la semana que viene, así que empecé a buscar mis útiles escolares y ver mis horarios. Tendría que trabajar en una empresa en este año para mi experiencia, pero eso era lo de menos.

Mi celular suena sacándome de mis pensamientos.

— ¿Bueno?

— Hola Anna, ¿cómo estás? — era Oliver.

— Hola Oliver, muy bien, de hecho estoy buscando mis cosas para el regreso a clases, ¿que estás haciendo tú?

— Estoy empacando para volver a casa, ya sabes, con eso de nuestro compromiso, debo ir a preparar unas cosas.

— Si, supongo que si. — suspiré.

— Escucha Anna, se que es algo a lo que podemos hacernos una idea, pero nunca será lo mismo esta boda que casarte con la persona que amas, y no trato de ser esa persona porque sería hipócrita de mi parte, pero lo que si puedo ser es tu amigo y tu amante, pasaremos nuestra vida entera juntos, y... y yo quiero que nuestros hijos no vean un matrimonio como el de nuestros padres, sino uno en donde ellos se sientan libres de ser quien son.

Y tenía razón, tenía la boca llena de razón, el nunca sería Mi Ama y yo nunca seria su... bueno, la persona que el ama, pero si podíamos ser amigos, si podíamos establecer esa relación en donde hubiera amistad, confianza y respeto, una donde nuestros futuros hijos se sintieran libres.

— Claro, estoy de acuerdo Oliver, yo pondré todo de mi parte para que funcione. — sonreía aunque no podía verme.

— Yo igual Anna, quiero ser esa persona que te saque tu sonrisa por las mañanas, que te llene de besos por las noches y que te de vida en los días.

— Basta Oliver — reí — guarda eso para los votos.

— Estuve practicando — ambos reímos. Nos despedimos y yo seguí con mi maleta. La tenía lista. Era Miércoles hoy, pero mañana no quería estar a las prisas, a parte de que estaba acomodando mi ropa bien para tenerla a la mano.

— Aquí perrita, perrita — escuché el llamado de Mi Ama y bajé para ver qué necesitaba.

— ¿Si Mi Ama? — me senté recta en el suelo al pie de las escaleras que era donde se encontraba ella parada mientras me sonreía.

— ¿Dejaste listo tus cosas de la escuela y tu maleta para el fin de semana? — acariciaba mi pelo como un perrito.

— Si mi ama, está todo listo, no quiero estar a las carreras. — la veía con una sonrisa.

— Bien, dame tu correa — estiró su mano y yo la puse en ella — ven. Caminamos escaleras arriba y vi que nos dirigíamos al pasillo que daba con la puerta roja y negra, ¿entraremos? Pero no, Mi Ama abrió la puerta de a lado, una color lila.

Entramos y era una habitación normal, solo que tenía una cuna, una silla mecedora, un sofá, juguetes en el piso, una mesa no muy grande y un mueble café de varios cajones así como su propio baño.

— Ama, ¿quiere tener un bebé? — pregunté curiosa.

— Ay pequeña, tú ya eres mi bebé, pero estos días jugaremos a que si lo eres 100% — me quitó la correa y me subió a la mesa para acostarme en ella.

— ¿Jugar? Ama, pero mañana debo ir a inscribirme a la escuela de nuevo y el sábado iré con mi familia, no tengo tiempo para jugar ya. — la veía mientras ella cambió su sonrisa y me miró seria.

— ¿No tienes tiempo para tu ama? — me amenazó — haremos tiempo.

Amarró mis manos a cada esquina de la mesa al igual que mis pies, caminó hacia el mueble café y sacó de ahí un pañal tamaño adulto al igual que un chupete.

— Parece que mi bebé quiere su chupete — sonreía hacia mi — abre cariño — pero yo cerré fuertemente mi boca, no tenía tiempo para jugar — abre — volvió a decir, pero la ignoré.

Solo sentí un golpe en una de mis tetas que me hizo abrir la boca para soltar un gritito y aprovechó para ponerme el chupete.

Acomodó el pañal entre mis piernas y puso un poco de talco para cerrarlo, me desamarró de la mesa y me bajó de ella.

— Sentada frente a mi. — ordenó y yo obedecí. Me amarró el pelo en dos coletas, una a cada lado y me cargó poniéndome abierta de piernas a un lado de su cuerpo mientras yo la tomaba con ambas manos del cuello para no caerme.

— Muy bien, como sabrás estaremos jugando al bebé y a la mamá, por obvias razones tú serás el bebé, y actuaras como uno, yo te cuidaré y te atenderé como se debe, no podrás salir de tu habitación sin que yo te cargue, solo puedes gatear y jugar como bebé, debes ser uno 100%.

— Ama... — retiré mi chupete con una mano para hablar, pero ella me interrumpió.

— Los bebes no hablan cariño — puso de nuevo el chupete y yo obedecí — esto es la prueba final de tu entrenamiento como sumisa, si la pasas, entonces serás una esclava sexual oficial y reconocida — me veía sonriente mientras seguíamos caminando por al rededor de la habitación — porque serás perfecta desempeñando tu rol y me harás sentir orgullosa de ti, la prueba dura 2 días.

Abrí los ojos como platos, ¿2 días? Pero este fin de semana es mi comida y la próxima semana entro a la escuela.

— Pero si fallas la prueba, no solo deberás repetirla, sino que serás merecedora de un castigo, y ya llevas 5 azotes, bebé. — se acercó a la cuna y me acostó en ella — ahora a dormir princesa — me puso una manta color lila, como todo lo de la habitación a excepción de los muebles que eran blancos, y me dio un beso en la frente — descansa que yo vuelvo en unas horas.

Se fue y apagó la luz de la habitación, y yo como por arte de magia me quede profundamente dormida.

Anna Brown. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora