Capitulo 26

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Me dirigí a la habitación de puerta roja para sacar un collar de perra como los míos y regresé a la habitación para ponerlo en su cuello. Junte ambos tobillos para amarrarlos con las esposas y lo mismo hice con sus manos por enfrente de su pecho.

— Ponte en cuatro en el suelo — la veía divertida aunque trataba de ser seria.

— En tus sueños putita, te daré una última oportunidad, suéltame o te juro que... — no alcanzó a terminar la frase cuando yo la tomé del pelo y la oblique a ponerse en cuatro, le amarré una cadena a su collar y me subí sobre ella montándola.

— A la habitación de puerta roja perrita — ella no se movía — ¡ahora! — le di una fuerte nalgada a lo que ella empezó a caminar a pasos pequeños ya que el estar amarrada le impedía realizar movimientos grandes.

Una vez llegamos a la habitación de puerta roja, nos introdujimos en ella y me bajé.

— A la alfombra, ya sabes cómo — la vi sonriente. Ella a regaña dientes lo hizo no sin antes amenazarme que cuando esto terminé me va a dar un escarmiento grande.

La tomé de las manos y la amarre para dejarla rodando sus pies en el suelo como ella lo hacía conmigo, tomé mi azotador favorito y empecé a acariciar su cuerpo con el.

— Yo seré tu Ama por todo el día y tu serás mi esclava, deberás dirigirte hacia mi con respeto o te ganaras unos azotes, ¿entendido? — la veía lo más seria posible.

— Si. — solo contestó.

— Si qué — le di su primer azote en su culo a lo que ella gritó.

— Si Ama. — respondió, pero no era suficiente para mi.

— "Si Mi Sexy Ama." — le di otro azote — así me llamaras cada que yo pregunté algo y tú debas confirmar, ¿de acuerdo? — volví a azotarla, esto era excitante y divertido.

— Si mi sexy Ama — respondió — te dejaré intercambiar los papeles por un día para que sepas que es estar en los lados de la balanza, pero tan solo acabe maldita perra...

— Sin amenazas — le di un azote — y debes pedir permiso para hablar perrita — le di dos azotes más. Su culo ya estaba rojo.

Le di un par de azotes más mientras me sentía como niña en dulcería, había tanto que quería hacer, pero no sabía por donde empezar, me estaba volviendo loca, aunque para ser honestos, aprendí de la mejor.

— Muy bien perrita, es hora de dormir — le di un último azote para besar su culo rojo y levantar mi "bebé" hacia su boca, le había puesto un apodo ya que era increíble — besa al creador.

Lo hizo y guarde las cosas en su lugar para dirigirme a la salida.

— Wow wow espera ahí — volte a verla divertida — quiero decir, Ama, espere, ¿me dejará aquí colgada?

— Si mi perrita, mañana vendré por ti y veremos a qué más podemos jugar tú y yo — me miraba incrédula — buenas noches amor. — y salí de la habitación.

Era la primera vez que le decía "amor" y es que realmente quería hacerlo, mis sentimientos por ella eran aún más fuertes, pero digo, apenas iba a cumplir el mes con ella, faltaban tan solo un par de días.

Me acosté en mi cama y dormí como un bebé, estaba cansada, pero activa ya que toda la semana me había estado desvelando un poquis y me levantaba temprano al día siguiente, muy temprano.

Me desperté por el sonido de mi alarma a las 8 de la mañana, me removí en mi cama y di un largo bostezo antes de levantarme y dirigirme a la puerta negra con Mi Perrita.

Anna Brown. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora