Capitulo 21

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La alarma había sonado puntual como cada mañana, ya estaba más que lista para llevar a Anna a su casa e ir con mis tíos.

Salí de mi habitación tras observar por las cámaras que Anna estaba esperándome como era debido en el comedor. En su plato claro.

Me encantaba doblegarla, el que se humillara por mi me hacía mojarme como no tienen una idea.

Una vez estuve ahí le pedí que nos sirviera, traía puesto unos jeans entubados junto a unos botines negros y una blusa blanca. No le dije nada porque iría a casa de sus padres y por obvias razones debía ir vestida.

— Aquí tiene Ama — Anna dejó el desayuno frente a mi, pero al ella voltearse le di una fuerte nalgada que le hizo soltar un chillido. No me acostumbro a verla y sentirla con ropa, y no desnuda frente a mi.

— Bien, a desayunar perrita. — ambas empezamos a comer. Una vez terminamos, subimos todo al auto para poder salir de la casa.

— Listo Ama, esa es la última. — Anna me había dado la última maleta para subirla al carro.

— En el sofá de la entrada dejé mi celular, ve a buscarlo zorrita — dije sin mirarla. Anna obedeció y entró a buscarlo, claramente yo lo traía.

Caminé detrás de ella sin que me notara, una vez la encontré en el sofá agachada tratando de buscar entre los colchones mi celular, me acerqué a ella, la tomé del hombro, la giré y la senté en el sofá conmigo encima ahorcadas.

— Ama... — no pudo terminar la frase ya que la bese desesperadamente tomando su cabeza entre mis manos, Anna quise tocar mi cuerpo, pero separé nuestros labios para darle una bofetada — sin tocar — la vi seria a lo que ella asintió con la cabeza.

Seguimos besándonos hasta que nos separamos por falta de aire. La vi a los ojos, aquellos ojos que me encantaron desde la primera vez que la vi, aquellos ojos tiernos y llenos de inocencia que me ven día con día, pero aquellos ojos llenos de deseo y amor por mi.

Claro que he notado como me mira Anna, cuando sus manos quieren acariciar mi cuerpo desnudo, como me desea y yo a ella claro.

Pase mi mano por su rostro y quite parte de su pelo de su cuello para acercar mi rostro y respirar su olor, di una lamida a lo que Anna soltó un gemido, acto seguido empecé a darle besos por todo su cuello, hasta llegar justo debajo de su oreja, en el punto más débil para empezar a succionar, marcaría lo que me pertenece.

— No quiero que te tapes con nada ese chupete, no quiero saber que saliste de fiesta, ni con tus amigas, ni hombres, ni si quiera con el perro SIN MI PERMISO — la sostenía aún entre mis manos su cabeza y Anna me veía fija a los ojos — te dormirás a las 9 de la noche y te despertarás a las 7, ¿entendido?

— Si Ama. — Anna viajaba su vista de mis ojos a mis labios.

— Se una buena puta y obedece a tu Ama, pero desobedece mis órdenes y te juro que la silla te estará esperando.

— No le fallaré Ama, seré la mejor mascota de todas.

— Así me gusta putita, así me gusta — sonreí hacia ella para darle un tierno beso antes de separarnos y dirigirnos al auto para emprender nuestro camino.

Ya habían pasado al rededor de 30 minutos cuando llegamos a casa de Anna.  Antes de que se bajase la tomé de una pierna para hablar.

— Hazme sentir orgullosa de ti, no me obligues a tener que azotarte por desobediente. — Anna solo pudo tragar duro y asentir antes de bajarse del auto.

Me fui dejándola atrás, claro que la silla la estaría esperando, estuve cinco días sin su cuerpo hasta anoche y hoy tuve que dejarla en casa de sus padres. Necesitaba tiempo con mi pequeña para que disfrutara tanto de mi como yo de ella.

Llegué a casa de mis tíos en media hora aproximadamente, tenía muchas ganas de ver a mi primo. Él era 6 años menor que yo, pero juntos nos desvivíamos en locuras.

— Prima adorada y bella — mi primo gritaba a lo lejos mientras se acercaba a mi — hasta que visitas a tu familia.

— Yo también te extrañé primo. — sonreí para él. Lo abracé fuertemente. Lo amaba mucho.

— Maggy, cariño — mi tía salió por detrás de él — cuanto tiempo sin verte.

— Fue solo un mes tía, no una década. — la abracé por igual, siempre tan linda ella.

— Ya conoces a tu tía, deberías venir más seguido. — mi tío y sus consejos de adulto.

— Lo haré tío, lo prometo. — entramos a casa y estuvimos conversando sobre la familia y la empresa, al parecer se habían asociado con otra familia que tenía una cadena de hoteles turísticos, pero para cerrar el trato, mi primo se ofreció a desposar a su hija.

— ¿Que tú qué? — lo vi enojada y sorprendida.

— Cálmate prima, no es el fin del mundo, algún día debía casarme y que mejor que con una chica de mi posición social e hija de los socios de mis padres.

— Es que no eres más bruto porque no estás mas grande Oliver, ¿si quiera la conoces?

— Maggy, compostura — escuché a mi tío.

— Tío, ¿como dejaste que esto pasara?

— Relájate Maggy, Oliver está de acuerdo, dice que ha visto a la chica un par de veces. — explicó mi tío.

— Si prima — habló mi primo — además, la vas a amar, es tímida, inteligente, noble y muy amable — no me convencía — hoy iremos a su casa a cerrar el trato, estaremos saliendo un par de semanas antes de comprometernos y si todo sale bien, para Enero nos estaríamos casando.

Esto era ridículo, ¿como pensaba el idiota de mi primo que en unos meses esa chica sería suya? No se de qué me preocupaba realmente, el se la vivía viajando por negocios y regresaba una vez por mes a visitar a mis tíos un par de días, si así sería su matrimonio, adelante.

Pasamos la mañana charlando de otras cosas, aunque prestaba atención, mi mente se cuestionaba, ¿qué estaría haciendo Anna en estos momentos?

Narra Anna

— ¿Que ustedes qué? — grité exhalada tras oír a mis padres y hermano.

— Anna, cálmate, es un chico increíble, inteligente, guapo, hijo de nuestros socios, estarás bien acomodada, te podrás enamorar de él como de cualquier otro chico. — explicaba mi madre tratando de calmarme.

Pero yo no estaba enamorada de un chico, nunca lo estaría porque yo quería a Mi Ama, por ella quería vivir, por ella quería estar aquí. Además, donde se entere que me comprometeré seguro me esperará en casa la puerta negra.

— Es que yo no me quiero casar, y si el problema es el dinero, trabajaré para salir adelante — los veía sería — pero no me casaré con un extraño.

— ¡Basta Anna! — habló mi padre — no estamos pidiendo tu opinión, te casarás con él te guste o no.

Mis padres salieron del estudio y me dejaron sola junto a mi hermano. Tenía la vista abajo, se que estaba pensando.

— Anni — así me llamaba él de cariño — piénsalo — se acercó a mi para tomar mis manos entre las suyas y vernos a los ojos, ojos llorosos ya que no estaba de acuerdo — seguirás con el mismo nivel de vida, y si el no te trata como la princesa que eres, yo mismo hablaré con mis padres para tu divorcio.

Acarició levemente mi mejilla antes de salir del estudio. Yo no quería que el me tratase como princesa, solo Mi Ama.

Pero piensa Anna, hoy lo vas a conocer, si se llevan bien podrán ser de esos matrimonios en los que el hombre vive su vida y la mujer la suya, así yo podría seguir viendo a Mi Ama, seguiría disfrutando de sus caricias y castigos, cosa que me excitan. ¿Será que ya desarrollé el síndrome de Estocolmo?

Imposible, Mi Ama una vez que vea lo enamorada que estoy de ella, me tratará mejor que una princesa, después de todo, soy su putita personal, dispuesta a satisfacer sus necesidades y hacerla sentir orgullosa y feliz.

Anna Brown. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora