ƒιƒтєєη

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El silencio lo empezaba a enloquecer, quizá ahora entendía como se había sentido el menor con aquellos dos días que había ido de viaje con su madre.

—Pero sé que estás ahí...—susurró. La luz de la habitación estaba encendida y de vez en cuando, pequeñas sombras se divisaban a través de la cortina.

Un suspiro escapó de los labios del mayor mientras desenredaba sus cabellos con sus manos.

—Odio esto...

Ingresó nuevamente a su habitación dando pequeñas patadas al aire, como si hiciera un pequeño berrinche.

—¿Quién dice que te quiere y luego se porta idiota? —susurró.

Se lanzó sobre su cama dejando escapar un gran y fuerte suspiro de sus labios, por eso no quería sentir, no deseaba hacerlo pero... ¿alguien podría explicar por qué el querer a alguien siempre era tan complicado?

El pequeño aparato a su lado empezó a sonar, lo levantó y colocando el altavoz lo dejó en su lugar nuevamente.

¿Cariño?

Aquí estoy, má.

Es que no hablabas, me preocupe... —Minho soltó una pequeña risa—. ¿Comiste?

Sí, señora.

El señora me ofende pero no diré nada porque si comiste.

El pelinegro soltó una fuerte risa haciendo que su madre se le una a ella.

Recuerda que hoy tampoco estoy en casa, pide algo sano para la cena y si deseas, invita a Seungmin para que se quedé contigo. Mañana estoy ahí temprano ¿sí?

¿Te espero para desayunar?

Sí, llevaré el desayuno...

Minho sonrío como niño pequeño al sentirse mimado por su madre.

—Nos vemos mañana mami.

Te quiero pequeño.

—También te quiero.

La llamada terminó y el menor optó en obedecer lo que su madre le había recomendado.

Minnie

Minnie ¿estás?

No hubo respuesta alguna y aquello sorprendió en demasía al mayor, pues, este siempre solía responder prácticamente al instante que este le manda un mensaje.

Minnie

Bueno, quizá estés ocupado...

Mamá no estará, ya sabes, como casi siempre.

Sí deseas venir puedes hacerlo tranquilamente, te esperaré.

Dejó el pequeño aparato en la mesa junto su cama y soltando el aire que tenía aprisionado en sus pulmones, cerró sus ojos buscando la paz mental de los tortuosos recuerdos con Seonghwa que solían apareciendo y más cuando había revivido aquellos días recientemente, aquel viaje que tenía con su madre habían sido por ello mismo.

Morfeo parecía estar haciendo efecto en el menor, quien empezaba a caer en un profundo y negro vacío que lo cerraría de cualquier ruido o situación ajena a él, por fin, una pequeña paz mental lo invadía después de un largo tiempo.

Las horas transcurrían y el mayor seguía en un profundo sueño, un sueño que ni siquiera lo hicieron percatarse de los incesantes timbres que se presentaban en la puerta de su casa, unos que no parecían ni siquiera dejar de sonar, como si aquella persona tuviera su dedo pegado al timbre de aquel lugar o como si no fuera a cansarse de tocarlo.

нєу, ѕιℓℓу кιтту - мιηѕυηgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora