нєу, ѕιℓℓу кιтту - мιηѕυηg

тωєηту ƒσυя

Minho observaba su reloj mientras esperaba a que el de mejillas regordetas apareciera por la puerta del edificio, las clases habían terminado hace media hora y este seguía sin salir.

—Hola...

Aquella voz saliendo de la nada lo hizo dar un brinco en su lugar.

—¿De dónde saliste?

El menor rio mientras lo tomaba del brazo.

—De los árboles...

—¿Ya te mudaste con tu familia? —Jisung le dio un suave golpe haciéndolo reír—. Tú empezaste.

—Calla...—rio—. ¿Nos vamos a casa?

—No...—sonrío mientras volteaba para acomodar la bufanda del menor—. Vamos a dar una vuelta.

—¿Con este frío? —un puchero inconsciente se formó en sus labios.

—Pareces un pingüino y así te quejas del frío...—Jisung soltó una pequeña risita—. Vamos.

—¿Por qué la emoción de salir hoy?

—Porque sí.

—Minho...

—Jisung...

El menor se quedó en su lugar como forma de berrinche haciendo al mayor poner sus ojos en blanco.

—Solo ven conmigo ¿sí? —se acercó para poder tomar su mano nuevamente—. No seas una ardilla molesta como siempre.

—¡No soy molesto!

—¿Una ardilla sí?

Jisung negó pero antes de poder decir algo los labios del contrario chocaron con los suyos haciéndolo sonrojar.

—¡No hagas eso!

Minho rio mientras empezaba a tirar del menor para poder avanzar con él en dirección a donde quería llevarlo.

—Solo camina sin quejarte.

—Quejarme es mi pasión...—dijo divertido.

—Sí, lo he notado.

Compartieron una pequeña risa mientras empezaban a caminar, Jisung no volvió a preguntar después de que el mayor lo regañó como por cuarta vez.

—¡Llegamos!

Jisung observó todo el lugar con una gran sonrisa, desde que viajó a Malasia hasta hoy no había puesto un pie en aquel lugar.

—¿Me trajiste al parque del monte Namsan?

—Me sorprende que no hayas reconocido el lugar...—rio.

—En mi defensa...—dijo el menor mientras se adentraba en el sitio—. Viví en Malasia por un tiempo y desde que volví solo conozco el camino de casa al instituto.

—Touché.

El menor tomó esta vez al mayor de la mano halándolo para perderse más en el lugar.

—¿Me dirás por qué me trajiste?

Minho negó.

—Ya lo verás —sonrío.

Jisung hizo un puchero pero aceptó, esperar no le gustaba pero si eso hacía que aquella sonrisa en el rostro del mayor se mantuviera intacta lo haría las veces que sea.