Capítulo 6 🥀

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Antonella

- ¿Mamá? - Me empiezo a alarmar cuando veo que el camino que toma el taxi es un poco... desolado.

- ¿Mmmm? - No me pone cuidado, solo textea algo en su móvil.

-Me quiero ir a casa-, pido, pero me empiezo a desesperar cuando no obtengo su atención-, ¡mamá!

- ¡Ya cállate! - Apaga su móvil-, ¿me quieres ver feliz? Entonces siéntate bien y cállate, ¿quieres?

El taxista carraspea algo incómodo por la situación.

- ¿A dónde vamos?

-Ya te dije, vamos a un...

- ¡No soy tan estúpida! ¡A un casino no vamos, por este camino no queda ninguno y usualmente siempre vas al mismo!

- ¿Desean un poco de agua? - Pregunta el taxista, un joven.

-Pura mierda, ¿me ves cara de que quiero agua o qué? - El taxista se disculpa tras ver cómo responde mamá.

-No gracias, así estoy bien-, respondo y no dice nada más. Sigue manejando.

Creo que la mejor opción en estos momentos querida yo, es saltar del taxi y empezar a correr como si nuestra vida dependiera de ello.

Empiezo a considerar la idea de mi subconsciente y cuando me doy cuenta al parecer ya hemos llegado a... no sé, mierda, pero esto no luce como un casino.

-Serian 4,36-, mamá saca el dinero de su billetera y paga. Me saca a jalones del vehículo y puedo ver que estamos como en un tipo de bodega.

No lo sé.

-Vamos, camina niña.

-Mamá, quiero irme a casa, por favor-, susurro cuando observo que afuera del lugar hay hombres... armados.

-No me hagas pasar vergüenzas y camina-, dice entre dientes.

Empieza a tirar de mí, me obligo a andar y una vez los dos gorilas de la puerta nos reparan, nos dejan pasar.

-Mami-, murmuro con algo de miedo.

-Ya cállate.

-No creo que esa forma de tratar a su hija, Elisabeth.

Me paralizo cuando veo a los 6 hombres, todos con trajes elegantes.

-Mamá, por favor, ya me quiero ir-, le pido cuando empiezo a observar que ellos también están armados.

-Aquí esta, tal y como lo pidieron-, me ignora.

- ¿De qué se trata todo esto?

Uno de los hombres se trata de acercar a mí pero mamá lo detiene.

-Primero lo más importante-, dice ella chasqueando la lengua.

Le entregan a mamá un maletín, que cuando lo abre está lleno de dinero, hay... hay demasiado dinero allí.

-Perfecto, toda suya-, dice y cuando observo que uno de ellos se quiere acercar a mí, lo esquivo totalmente-. Antonella, obedece y no hagas las cosas más difíciles, por favor.

No sé qué hacer, estoy... ¿Qué mierda ha sido eso?

No quiero creer que es lo que estoy pensando.

Cuando por fin reacciono veo que mamá se está yendo del lugar, dejándome sola.

- ¡Mamá! - Le grito tratando de correr hacia ella-, ¡Elisabeth! - Siento unas manos sujetarme, impidiendo que salga tras ella-, ¿¡Tan mierda he sido para ti!? - Grito lo más fuerte que puedo. Al parecer capto su atención porque se queda quieta-. ¡Al menos ten los ovarios de darme una puta explicación! - Siento que el aire que está llegando a mis pulmones no es suficiente en estos momentos.

- ¿Qué es lo que quieres escuchar, Antonella? - Se gira y me da la cara-. Nunca te quise, a pesar de que fueras mi hija no tenía esa obligación. Por tu culpa Lucca me abandono, tuve que estar sola con una bebé que no deseaba. Trato de ser feliz. Y sí, me importa más el dinero que tu Antonella-, tengo un nudo inmenso formándose en mi garganta-. No me importas en lo absoluto, grábate eso, que te quede bien claro. No me busques más. Y por si no te ha quedado claro: te vendí.

- ¡Eres una persona horrible! - Le sigo gritando-. ¡Siempre trate de hacer lo mejor para que estuvieras orgullosa de mi Elisabeth, pero en estos momentos deseo que te mueras! ¡Púdrete Elisabeth Colin!

-Shh, cálmate-. La voz de Alexander se hace presente pero yo sigo observando como la mujer que me dio la vida se marcha sin importarle nada.

-Pásame el sedante-, escucho la voz de otro.

- ¿Un qué? ¡Suéltenme! - Empiezo a patalear pero solo logro que me retengan más fuerte.

En cuestión de segundos siento un pinchazo en mi cuello mientras que poco a poco empiezo a relajarme.

-Shh, duérmete. Todo está bien ahora.

-Quiero ir a casa-, murmuro, para luego darme cuenta de que ni casa tengo ya.

-Ya iremos a casa pequeña, ya iremos.

El sueño se apodera de mí y es imposible no quedarme dormida.

──── •◦ ◦• ────

Empiezo a despertarme poco a poco. Las ganas de sentarme de golpe y empezar a gritar como loca por ayuda llegan a mí pero opto por no hacer esto... todavía.

Sin que se den cuenta empiezo a reparar todo; me encuentro en una camioneta bastante grande.

Estoy acostada, tengo la cabeza apoyada en el regazo de no sé quién.

Trato de girar un poco, como si aún siguiera dormida. Tengo aun puesto los tacones, tal vez pudiera... bueno...

¿¡Estás loca!? ¡Ni se te ocurra, moriremos al instante!

¿Qué es lo máximo que puedo perder?

Así que sin pensarlo mucho trato de quitarme un tacón sin que se den cuenta, pero en una de esas la camioneta pasa por un hueco y termino cayéndome del asiento.

-Auch, eso debió de haber dolido-, esa es voz de Alexander.

-Antonella, párate de ahí-, sigo en la misma posición, haciéndome la dormida-. Ya sabemos que estas fingiendo-, de un momento a otro unas manos me agarran por lo que me sobresalto por esto.

Arseni es el que me levanto, por lo que vuelve y me sienta.

-Ni se te ocurra hacer lo que estabas pensando.

-No sé de qué hablas-, me encojo de hombros.

-Como se te ocurre intentar darnos con ese zapato te juro que...

-Ya Damien, la estas asustando-, interviene... maldición, necesito saber los nombres de ellos o los llamare los 6 para siempre... o al menos hasta que me libere de ellos.

- ¿Me juras qué? ¿Qué me vas a castigar?

No obtengo respuesta, por lo que opto por una buena opción: desesperarlos. Tal vez así se cansen de mí y me dejen libre.

- ¿Dónde estamos?

No hay respuesta.

- ¿Ya casi llegamos a donde sea que vayamos?

¿Me están ignorando?

-Tengo hambre.

No me ponen atención.

-Tengo hambre- repito-, tengo...

-Ya te oímos, pronto estaremos en el avión y allí resolveremos todas tus dudas y te daremos comida.

¿¡Avión!?

- ¿Qué avión? ¿Cómo que avión? ¿A dónde vamos? ¿Por qué necesitamos un avión? Esto es secuestro ¿saben? Déjenme ir. Voy... voy a denunciarlos si no me sueltan ya.

-Creo que alguien quiere otro sedante-, escucho que dice uno de ellos y me quedo callada de inmediato.

Conjuro de obsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora