Capítulo 22 🥀

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Antonella

—Nos alegra que te hayas integrado y hayas conocido cosas de la organización pequeña.

—Señores Kiselev—, Lila aparece de no sé dónde—... señorita Kiselev—, esto le cuesta un poco pronunciarlo.

— ¿Si, Lila? — El primero en hablar es Alexander.

—Era para avisarles que mañana ya es 17 y hay que alistar la donación del orfanato.

— ¿Orfanato? — Inquiero.

—Damos dinero a un orfanato y Lila de vez en cuando hace visitas y comparte con los niños, nena—. Asiento ante la explicación—, ¿mañana iras a hacerles compañía?

—Sí, tengo planeado eso. La señorita podría venir conmigo, la cena de ustedes es hasta la noche y la visita es por la mañana. Pienso que es una buena forma de que ella se integre más.

—Muñeca, ¿Quieres ir un rato mañana?

—Seguro que le encantan los niños—, agrega ella.

—Sí, estaría bien. Que amable eres en incluirme, Lila—, al parecer las únicas que sentimos esta tensión incomoda somos nosotras mismas.

—Perfecto. ¿Necesitan algo? Puedo quedarme por si necesitan...

—No Lila, que amable eres pero te puedes retirar—. Agrego, no le gusta mi respuesta pero igual se larga.

—Bien, sobre lo que te estaba comentando en el auto, pequeña, estamos pensando que ahora que somos una...

—Familia—, termina Alexander por él.

—Eso, pensamos que no es apropiado que vivamos prácticamente en un departamento.

—Un departamento inmenso—, agrego.

—A lo que queremos llegar es que podríamos mudarnos a una casa.

— ¿Me están preguntando o me estas afirmando, Damien?

—Ambas. ¿Qué opinas? Una casa, desde 0 obviamente.

— ¿Cómo?

—Si tú quieres puedes diseñarla linda. Me refiero los colores que quieras, cuantas habitaciones, con jardines, como tú lo desees.

— ¿Cómo la casa de mis sueños?

—Exacto muñeca.

Todo esto parece tan bueno para ser real, bueno y a la vez malo.

—Si es una casa a mi gusto eso significa que puede tener 20 habitaciones si se me da la gana, ¿no?

—50 si quieres nena. Obviamente no está dentro de nuestros planes vivir en una casa... chica. Ya sabes. Pero puedes hacer una jodida mansión, solo danos una idea de cómo quieres más o menos y nosotros nos encargamos del resto.

—Ya que me insisten tanto; acepto.

Hablamos durante un rato sobre negocios y cosas algo personales. Después de una hora aproximadamente decidimos que es hora de ir a la cama, así que cuando recién me pongo el pijama siento que tocan mi puerta.

—Hola—, Arman entra.

—Hola—, lo reparo y veo que en sus manos tiene un regalo, este tiene forma cuadrada.

—Esto es para ti—, lo recibo lentamente, Arman esta ¿nervioso?

—Gracias—, empiezo a abrir dicho objeto—, ¡Dios! Esto esta hermoso, ¿lo hiciste tú? — Asiente. Observo el no tan grande cuadro, es un dibujo mío, más específicamente de la boda.

Conjuro de obsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora