Capítulo 29 🥀

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Antonella

Siento que no puedo más, mi cuerpo me pide a gritos que necesita un descanso, tal vez uno eterno.

—Vamos, no es tan difícil Antonella—, Elena se arrodilla, tomándome del cabello—. ¡Párate del suelo, maldita sea! — Me exige enojada.

Han pasado 9 malditos días, 9 días en los que no he comido, 9 días en los cuales han metido mi cabeza en barriles de agua, ahogándome, 9 días en los cuales también me han dejado colgada de los brazos, 9 asquerosos días en los cuales he convivido con ratas y cucarachas.

— ¡Que te pares, mierda! ¿Dónde quedo esa Antonella que me estaba retando? ¿Mmmm? Estas indefensa ahora, ¿no es así?

—No sabes cuánto voy a disfrutar verte muerta—, hablo, tratando de no ahogarme con mi propia sangre.

—Te voy a dar una salida fácil—, me toma del brazo, levantándome. Suelto un chillido cuando es el brazo en el cual me disparó—. Prometo matarme en menos de un mes si me dices la información que te estoy pidiendo hace tres días.

—Estas jodidamente loca si crees que voy a traicionar a mis esposos o a la organización.

—Tú no tienes dignidad, ¿no? Te mintieron sobre mí, ¿Cómo es que sigues ranchándote en que no me dirás un poco de información? Vamos, simplemente dime el nombre de los laboratorios, algunos puntos, sus rutas de escape. Sé que lo sabes, sé que sabes más.

—A diferencia de ti tengo algo que se llama lealtad—, me manda al suelo de nuevo con un puño directo en mi cara.

—Eres una...

— ¿Perra? ¿Zorra? Búscate un mejor apodo—, toso—, ese ya lo has usado mucho. Tengo una pregunta para ti, ¿tú que aspiras? Finjamos que traiciono a mis maridos, ¿y después que haces tú? ¿Crees que tendrás un romance con ellos tras rejas? No seas imbécil, no sé en qué clase de fantasía estás viviendo.

—Tú lo pides Antonella, tu pides que no cese esto—, sale de la habitación, tirando la puerta lo más duro que puede, furiosa conmigo.

Me quedo en la misma posición en el suelo, mirando el foco que poco alumbra esta habitación. He llorado bastante, ya simplemente no me salen lágrimas.

Elena esta malditamente loca, se supone que estoy aquí por el FSB, porque creen que torturándome saldrá información de mi boca sobre la mafia, pero aparte de eso, por todas las actitudes de Elena ella esta... ¿obsesionada? Con los 6 hermanos Kiselev.

No me molesto en mirar quien es cuando la puerta se abre.

— ¿No es mas fácil cooperar? — Reconozco la voz de Adal. Se acerca lentamente. Busca la silla y sin mucho esfuerzo me ayuda a estabilizarme en esta.

— ¿A qué vienes? ¿Me vas a meter la cabeza en agua esta vez tú? — Fijo mi vista en él.

—No digas tonterías. Sabes que lo que me interesa es ayudarte.

—Me ayudarías más si me ayudas a huir de aquí—, toma un algodón y empieza a limpiar mis heridas.

—No puedo hacer eso, lo sabes muy bien. Elena me mataría, Elena y papá—. Adal es un chico aproximadamente de mi edad, es el hijo del superior de Elena, el viejo ese con canas.

Quieren que Adal sea como ellos; de la FSB, pero el simplemente no quiere, está prácticamente obligado aquí.

—Por favor—, murmuro, haciendo contacto visual con este—. Solo... solo necesito ayuda, una distracción para los que están afuera vigilando todo.

—Antonella...

—No es difícil para ti.

—Así no merezcas esto sigues siendo la mujer de unos mafiosos, eso es malo.

— ¿Y lo que me llevan haciendo aquí por tres días no es malo? Sé que deseas ayudarme, por favor. Puedo darte un numero para contactar a uno de mis esposos, solo avisaras, puedo prometerte que no morirás. Hablare con ellos.

Ahora no me mira, fija su vista en otro punto. Veo como traga duro. Lo está considerando.

—Acabaras con esto, no tendrás que seguir las órdenes de tu padre. Estarás lejos de él y de sus normas rehaciendo tu vida.

—Adal, ¿Cuántas veces te he dicho que esta perra no merece que la ayudes?

Asiente sin decir nada, toma sus cosas y sale de la habitación.

Mi respiración se agita cuando veo lo que tiene Elena en manos; un jodido látigo.

— ¿Todavía no quieres hablar?

—Esta mierda no es legal Elena, te puedo asegurar que toda la FSB no está de acuerdo en esto, es más, no deben estar enterados.

—Mmmm, puede ser, pero estoy segura que los resultados los amaran. Los Kiselev son buscados hace años. Me subirán de puesto al dar esta información tan... valiosa.

—Pues no sé de donde sacaras esa información, porque de mí no.

— ¡Estas casada con ellos maldita sea! ¡Se por boca de Lila que te han enseñado cosas, solo tienes que hablar!

Me levanto lentamente, y con todas las fuerzas que reúno le pego un puñetazo que la logra desestabilizar. En una sola maniobra me tiene nuevamente en el piso.

—Es mejor que empieces a contar, serán 60 latigazos, o depende; hasta que tu hables o hasta que yo me canse—, no demora en lanzar el primero que aterriza en mi abdomen.

Me abrazo a mí misma cuando los demás no cesan. Esta mierda es insoportable. Al carajo, no me importa que los Kiselev no hayan sido del todo honestos conmigo, lo único que quiero es estar con ellos y nunca irme de su lado. Estoy jodida, lo sé, lo estoy, no me interesa nada de eso ya.

— ¡Cuenta! — Me exige. Lagrimas que ya creía que no tenía empiezan a brotar incontrolablemente.

Mi voz esta ronca de tanto que he pedido que pare, pero sigue haciéndolo, deshaciendo toda su frustración en mí.

— ¡Todo lo que tienes debería ser mío! ¡Ellos tendrían que estar conmigo, no contigo! ¡Tenía planes carajo, tenía planes antes de que me descubrieran, pero luego apareciste tú y lo jodiste todo!

No sé cuánto tiempo pasa, pierdo la cuenta de cuanto me ha pegado con eso. Lo único que siento ahora en mi espalda es un frio horrible, ya no siento dolor. Espero que sea así, que el dolor cese.

Escucho como deja caer el látigo al suelo, pienso que ha terminado, que se ha cansado, pero borro esos pensamientos de mi mente cuando me ahogo con un baldado de agua fría que me arroja, logrando que me espabile. Está claro que no quiere que tenga un segundo de descanso.

¿Qué fue lo que hice para merecer todo esto? ¿Toda mi vida va a ser así de jodida? A lo mejor, no sé, estoy pagando algún tipo de karma.

—Por favor ya para...

—Dime lo que quiero escuchar.

—Estaría traicionándolos.

— ¿Y? ¿Planeas sufrir más por culpa de ellos?

—Dejó de ser culpa de ellos cuando yo misma acepte esto, Elena. Cuando yo misma decidí que quería estar a su lado.

— ¿Ah sí? ¿Y cuándo fue eso? Si se puede saber.

—Le di muchas vueltas al asunto cuando estaba con ellos, y ahora que llevo 9 días aquí, estoy más que segura de eso, aunque te duela la mujer que ellos quieren ahora soy yo.

No pasan dos segundos hasta que golpea mi cabeza contra el pavimento.

Conjuro de obsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora