Capítulo 7 🥀

25.4K 2.1K 392
                                    

Antonella

—Madre—, empiezo a poner atención cuando uno de los 6, (Damien) contesta una llamada—. Si, seguimos aquí. No, en unas 4 horas aproximadamente yo creo que llegamos.

¿¡Cuatro horas!? ¿Y en avión? Ahora si me lleva el diablo. ¿A dónde voy a parar? ¿Qué tal si quieren mis órganos para venderlos al mercado negro?

—En el avión te contaremos todo—, contesta Alexander antes de que yo pueda preguntar algo, como si me leyera la mente.

— ¿Tienes algún tipo de súper poder para leer mentes o algo por el estilo?

—No, pero llevamos 8 meses tras de ti, es fácil para nosotros leerte—, ¿Qué?

—Damien...— Alexander reprocha, como si todavía no fuera hora de contarme bien todo.

—No me regañes Alexander, soy el mayor.

—Se te nota que eres el mayor—, comento.

— ¿Me estás diciendo viejo?

—Viejo y gruñón al parecer—, admito que no se ve del todo joven como Alexander o los otros, pero si está muy bueno. ¿Qué digo? Todos están muy buenos.

De la nada me da por girar mi cabeza hacia atrás y... ¿Por qué mierda hay como unas 5 camionetas siguiéndonos?

— ¿Qué carajos...?

—Bueno, al ser líderes de la mafia rusa la protección es algo que no debe faltar.

— ¡Alexander te voy a coser la boca si sigues hablando hasta antes de llegar al avión!

¿Cómo que mafiosos rusos? ¿En qué mierda estoy metida?

Mi pulso se empieza a acelerar ante la idea de que probablemente acabare muerta, tirada en algún callejón o algo por el estilo.

— ¿Me van a matar? — Es inevitable para mí lanzar la pregunta—. Yo... si me sueltan prometo no decir nada, por favor.

—Pequeña...— No es difícil deducir que el que me está hablando es Nikolai por el apodo.

—Mis órganos no están 100% buenos, no soy la mejor cocinando, sobrevivo con sándwiches y latas de soda, y menos serviría de prostituta, no tengo experiencias sexuales. Así que si están pensando en llevarme para algunas de esas cosas solo seré un estorbo. ¿Y ustedes no van a querer estorbos cierto? Por eso es mejor que me dejen ir de una vez—, me sorprendo de lo rápido que soy capaz de hablar cuando estoy nerviosa.

—Antonella deja de hablar estupideces y no te adelantes a los hechos—, no sé ni decir quién de ellos me está hablando, así que hasta nueva actualización será uno de los 6.

—Alexander tengo calor, ¿puedes dejar que me haga al lado de la ventana?

Lo duda unos segundos pero finalmente accede.

—Alexander...

— ¿Qué, Arseni? Tengo calor, ¿Por qué lo vas a regañar por eso? O que, ¿Crees que me voy a tirar de la camioneta a la velocidad en la que va, siendo de noche y con más autos atrás de nosotros?

Sí, eso mismo hare.

No dicen más y por fin estoy en el lado de la ventana.

Antonella, no, no, no.

¿Qué? sinceramente prefiero unos raspones a terminar quien sabe en dónde.

Pasan algunos minutos más y ellos se tranquilizan un poco al ver que "no tengo intensiones de escapar".

¡Resultaremos con algún hueso roto, no están manejando despacio!

Al parecer no son tan inteligentes los 6, ya que la puerta está sin seguro.

No, la no inteligente eres tú al querer saltar, ¿A dónde iremos cuando lo hagas?

Respira Antonella, respira, es ahora o nunca.

Sin pensarlo más abro la puerta de la camioneta, tirándome hacia un costado, tratando de esquivar a las camionetas que vienen atrás.

— ¡Maldición! — Grito cuando aterrizo en el duro suelo, mi espalda me odiara por esto.

La camioneta de los 6 frena en seco un poco más delante de lo que yo caí.

Al parecer no me rompí ningún hueso, así que sin pensarlo más me levanto, corriendo hacia los árboles que veo. Detallo por donde voy a correr y no hay carretera, solo árboles, por lo que será difícil que me encuentren... o eso espero.

Empiezo a correr lo más rápido que puedo. Me empiezo a alarmar cuando escucho que todos están gritando mi nombre.

Tropiezo con un palo, cayéndome, pero en vez de detenerme, tomo este y sigo corriendo.

— ¡Antonella, deja de correr, esta de noche y solo te vas a hacer daño! — No logro distinguir bien la voz de quien dijo esto, pero no me detengo.

Siento que me duele todo el cuerpo por la caída reciente, pero ni modo, es esto a acabar... ¡es que ni siquiera sé que quieren hacer conmigo!

Mi respiración se vuelve más irregular de lo normal y ya ni siquiera se hacia dónde estoy corriendo.

¿A caso desde que saltaste del auto has sabido hacia dónde corres?

Calculo que llevo corriendo sin parar unos 10 minutos, las voces no se escuchan muy cerca pero sin embargo aún las oigo. Siento que voy a desmayarme si sigo corriendo, por lo que cuando veo un matorral me tiro allí inmediatamente.

¿Qué demonios piensas hacer ahora? ¿Esperar a que sea de día y luego? ¿Ir a dónde? Ya no tenemos casa.

Oh bueno, creo que estoy tratando de salvar mi vida de alguna forma o, en el peor de los casos, alargando mi muerte.

Cuando mi respiración se está tranquilizando un poco empiezo a escuchar pasos cerca de donde me encuentro.

Giro hacia mi derecha para mirar cuidadosamente cuando de repente siento que unas manos me jalan, levantándome.

— ¡La encontr...!

Sin saber que hacer tomo el palo y le doy en la cabeza lo más duro que puedo.

Oh... ¿y este quién es? Uno de los 6 no es.

Ay no, diosito, ¿si está respirando?

— ¿Acabas de noquear a uno de nuestros hombres de confianza? — Me paralizo cuando escucho a uno de ellos hablar atrás mío.

Antes de siquiera empezar a correr Damien me carga, tal como un costal de papas.

— ¡Oye, bájame! — Empiezo a patearlo como puedo—, ¡No soy un bulto, si me vas a cargar al menos hazlo bien! — Empieza a caminar de nuevo y comienzo a ver carretera de nuevo—, ¡Animal me estas lastimando el estómago!

— ¿Cómo me has dicho?

— ¡Animal, animal, animal! — Sigo pateándolo—, ¡Suéltenme!

Siento un ardor recorrer mis nalgas a los pocos segundos, ¿me ha...? ¿Me ha dado una nalgada?

—Al parecer si puedes callarte.

— ¿Quién te crees para nalguearme? ¡Oye! — Otras 4 caen en mi trasero, todas de golpe sin dejarme reaccionar.

Auch, eso dolió.

Una vez veo que llegamos a la camioneta me sientan en la mitad mientras.

—Oye, no, no, no hay necesidad de atarme las manos—, discuto pero todos hacen oídos sordos.

Pasan los minutos y ahora me encuentro con el culo probablemente rojo, con raspones en mi cuerpo y atada de manos con algo que parece imposible de zafar. 

Conjuro de obsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora