Andrew no paraba de insultarme, y aunque Leon trataba de detenerlo, sus palabras resonaban como ecos en mi cabeza, cada vez más distantes, más vacías cuando logre ver mis manos; ambas manchadas de mugre, tierra y sangre. Mi cuerpo se sentía pesado, casi como si no estuviera allí, y solo ahora, al mirar mis manos temblorosas, me di cuenta de todo lo que había sucedido. La culpa me golpeó como una ola. Todo lo que la adrenalina había mantenido enterrado comenzó a emerger con fuerza, dejándome aturdida, incapaz de procesar la magnitud de lo que había hecho. De repente, Andrew empujó a Leon con tanta fuerza que perdió el equilibrio, y antes de que pudiera reaccionar, ya estaba viniendo directo hacia mí. Brahim, quien había estado sentado cómodamente hasta entonces, saltó de su lugar con una rapidez que apenas alcancé a notar. En un solo movimiento, lo agarró del brazo y lo tiró al suelo, gritándole que se quedara quieto. Leon se recuperó y se apresuró a sostenerlo, ayudando a mantenerlo inmovilizado mientras intentaba hablarle para calmarlo.
Yo solo podía mirar, paralizada, mientras mis emociones se desbordaban. Sentí cómo mi respiración se hacía más rápida y superficial, como si no pudiera encontrar suficiente aire. Todo lo que antes parecía borroso ahora era insoportablemente claro: los gritos, las miradas, la tensión en cada músculo de mi cuerpo. A lo lejos, noté a Brahim riendo, siempre tan burlón, aunque esta vez su risa sonaba más como un intento por mantener el control de la situación que como una verdadera burla. Andrew finalmente dejó de forcejear, respirando con dificultad mientras su mirada se clavaba en mí. Era una mezcla de odio y algo más que no podía descifrar, pero que hizo que un escalofrío me recorriera. Lentamente, se levantó con la ayuda de Leon, aunque su cuerpo seguía rígido, como si estuviera conteniéndose de hacer algo más. Dio un paso hacia mí, pero Leon lo sostuvo del brazo.
"No voy a hacer nada", murmuró Andrew con un tono bajo, pero su voz aún estaba cargada de furia. Sus ojos seguían fijos en mí, y después de un breve silencio, añadió: "Esto es una advertencia. No vuelvas a tocarme porque va a terminar todo mal".
Asentí débilmente, incapaz de encontrar las palabras. Mi garganta se sentía cerrada, y mis manos seguían temblando. Por primera vez desde que todo empezó, noté un zumbido agudo en mis oídos que me hacía difícil concentrarme en lo que sucedía a mi alrededor. Vi a Guillermina acercarse, su rostro lleno de preocupación, pero apenas escuchaba lo que decía. Solo pude bajar la mirada, avergonzada y abrumada, mientras sentía cómo una lágrima caliente caía por mi mejilla. Era como si mi cuerpo apenas ahora empezara a registrar cada golpe, cada grito, cada decisión.
—No vuelvan a actuar así, tienen que aprender a manejar los problemas —dijo Guillermina, mirando a todos con seriedad.
—A ver, hay que reconocer que Andrew... Se comió muy bien ese golpe —dijo Brahim, haciendo una pausa y luego soltando una risa mientras se tocaba la mandíbula—. ¡Ay, qué risa me dio!
—¡Brahim! —gritó Becka— ¡Deja de ser tan idiota!
—Bueeeno, bueeeno... Andrew comió bien, ¿De esa forma esta bien? —Brahim se rió aún más, mientras Leon y yo no podíamos evitar soltar una carcajada.
—No me causa gracia que hagas chistes en medio de esto. A veces deberías pensar antes de hablar —dijo Guillermina, mirándolo con desaprobación.
—Lo siento, Andrew —dije rápidamente, interrumpiendo por completo el momento incomodo de Brahim—. No quería que llegáramos a esto.
—Yo tampoco, pero ya ni sé qué pensar de ti —contestó Andrew, claramente frustrado.
—Ya basta, Andrew —Exigio Becka—. Ya la mató, sea como sea, era lo que todos queriamos hacer. Vamos a dejarlo ahí, por favor.
—Chicos, tratemos de dormir. Mañana seguimos con esto... yo me quedo despierta, ¿sí? —propuso Guillermina, buscando terminar con el tema.
—Bueno, después me despiertan y cambiamos turno —dijo Brahim, como si nada hubiera pasado.
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Will All This End? Parte I
Science FictionOcho años. Apenas contaba con ocho años cuando mis ojos inocentes se encontraron por primera vez con la sombra de la muerte. A los once, fui testigo de cómo mis acciones desencadenaron ese oscuro e inevitable encuentro. Desde ese fatídico día, la mu...