2. Crecimiento

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El resurgir del miedo me envolvía con una intensidad insoportable, una sombra persistente que se negaba a desaparecer. La desesperación se apoderaba de mí al darme cuenta de que regresaba al mismo punto de partida. En ese instante, la idea de rendirme y dejar que la muerte me abrazara se volvía tentadora, sin importar el peso de mis emociones. Mis piernas, guiadas por un impulso visceral, corrían sin descanso mientras las lágrimas se mezclaban con el pavor que me consumía. Atravesaba el bosque, incapaz de liberar mi mente de las imágenes gráficas de la muerte que había presenciado. Empujaba nuevas ramas, repetía los mismos movimientos iniciales, sumiéndome en una desesperación cada vez más profunda. La idea de quedar atrapada en un ciclo interminable me aterraba.

Perdida en la espesura, opté por seguir recto en busca de algún indicio de cambio. Cada paso era un recordatorio de mi impotencia frente a la situación. Exhausta, me detuve unos minutos, permitiéndome un breve respiro para descansar mis fatigadas piernas. Aproveché para calmar mi sed con un sorbo de agua de la botella que guardaba en la mochila.

Al reanudar la marcha, caminé en silencio hasta que el sonido de pasos resonó a mi derecha. Mi mano, de manera instintiva, aferró el cuchillo que reposaba en mi cintura, preparándome para enfrentar lo desconocido. Sin embargo, la cruel realidad se hizo presente: mi propio miedo amenazaba con dejarme indefensa ante cualquier peligro.

—Sal, por favor, no quiero más problemas — intenté mantener firmeza, pero tenía más miedo que cerebro.

La otra persona que estaba escondida detrás del árbol salió, pero no estaba sola; era Brahim y Becka, estaban más asustados que yo.

—No queremos problemas — dijo Becka.

—¿Dónde están los otros? — No confiaba en ellos y no quería arriesgarme a que me hagan daño.

—Los demás lograron escapar, pero se fueron hacia otro lado — volvió a responder. —Los estábamos buscando, solo que con él nos perdimos y te encontramos en medio del camino.

—Es probable que ahora estén muertos — Brahim siempre habló de esa forma; al tener cuatro años más que nosotras, actuaba y pensaba de otra forma. —No mantengan muchas esperanzas.

—¿Por qué ahora me hablan como si nunca hicieron nada? — Los miré con duda mientras me preparaba con el cuchillo para poder defenderme.

—Primero que nada, baja el cuchillo. No vas a lograr nada, y menos si tus manos tiemblan tanto.

—Solo díganme qué quieren.

—Yo de ti no quiero nada; la que sí quiere algo es Becka. Tiene miedo de estar sola — dijo. Becka le dio un fuerte golpe en el hombro, y él empezaba a reír. —Alex, lo que hicimos eran bromas.

—Yo no quería que me hagan bromas.

—Entonces, ¿por qué bromeabas con que estabas mal? Todos sufríamos, pero de igual manera vivíamos tranquilos. No lo sé siempre creí que era mala idea tenerte en el grupo, una niña tan "indefensa" no es capaz de sobrevivir sola en el bosque.

—Brahim, deja de molestarla — Me sorprendió que ella me defendiera; antes, solo observaba lo que pasaba. Levanté mis cejas sin darme cuenta. —¿Podemos acompañarte?

— No lo sé, Siempre y cuando no me hagan daño.

Dejé el cuchillo en mi mano, di media vuelta y comencé a caminar mientras mi mente se llenaba de pensamientos tumultuosos. El frío y el miedo se apoderaban de mí, sin tener claro hacia dónde dirigirme. Observaba a mí alrededor, pero la sensación de estar perdida persistía. Aunque ellos intentaban hablarme mientras avanzábamos por el bosque, mi concentración estaba en otra parte, apenas escuchaba sus palabras. El pensamiento de mis padres volvía a atormentarme, y luchaba por contener las lágrimas que se escapaban sin permiso.

Will All This End?  Parte IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora