IX

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— No creo que sea necesario decirte que tipo de flor es ¿cierto? Senku-chan

Senku estaba observando el frasco de vidrio donde guardaba florecillas blancas, mismas que estaban por secarse.

— Solanum nigrum. Y tampoco creo que sea necesario decirte que esas flores son venenosas ¿cierto?

— ¡Ding dong! Diez mil millones de puntos para ti. Son las flores que uso para mis espectáculos, no me las comeré —respondí rodando los ojos.

Encendí el calefactor del balcón y nos sentamos, a la par de que tomábamos nuestra comida. Esperando que olvidara el tema de conversación que nos aguardaba, decidí soltar datos sobre aquellas flores.

— Prefiero llamarlas Hierba Mora, te dejo a ti su nombre científico. ¿No es fabuloso? La gente podría dejar pasar desapercibida esa planta ya que se confunde con simple mala hierba e ignora que tan venenosa es.

— No obstante, los conocedores saben que en dosis pequeñas tiene propiedades curativas. Suele ser así con la mayoría de los venenos —añadió Senku.

— Cierto~ olvidé que estoy con un gran científico —dije, mientras comía una bolita de takoyaki—. Aunque lejos de interesarme sus propiedades curativas, decidí utilizarlas por su significado en el lenguaje de las flores: falsedad, pensamientos oscuros, hechicería, brujería y escepticismo. Es perfecto para mí~.

— Para un ilusionista es una descripción detallada kukuku —soltó una risita, después giró su torso hacía mí y preguntó—: Pero ¿qué hay sobre los pensamientos oscuros?

Y ahí entró en terreno complicado. Por supuesto, ilusionista puede ser tomado como sinónimo de hechicería, magia o brujería, toda esa parte mística del conocimiento no científico. Claro que el trabajo de un ilusionista se basa en la falsedad, son meros trucos que envuelven una mentira, tocando las fibras escépticas de las personas durante los espectáculos.

— Excelente pregunta. Los pensamientos oscuros fueron precisamente los que me sumergieron hace un rato —esbocé una sonrisa amarga—. Pero aún no es el momento de contar mi historia, aunque debes tener una idea después ver mi cuello.

Senku no dijo nada y agradecía que se mantuviera en silencio. Se dio cuenta, era obvio, puedo decir que él y yo compartimos esa parte de análisis y valoración de situaciones, llegando a conclusiones (o meras hipótesis), sobre acontecimientos que solo otorgan pistas.

— Bien, tampoco pretendo insistir; hablarás cuando llegue tu tiempo —concluyó mientras se encogía de hombros.

— ¿Y estás seguro de que te diré la verdad? Es un mentiroso profesional con el que hablas, Senku-chan.

­— Realmente no importa si mientes —respondió—. Pero lo que he aprendido sobre ti, es que tus mentiras son usadas en situaciones completamente necesarias, no creo que lo hagas por gusto. Así que, si quieres crearte una falsa historia, adelante; siendo el mejor mentiroso, no me cabe duda de que incluso eres capaz de engañarte a ti mismo.

Sus palabras me tomaron totalmente por sorpresa, a tal grado de generarme incomodidad porque pareciera que Senku había leído cada centímetro de mi corazón. Definitivamente, él era capaz de ver más allá de mi máscara.

Y no me gustaba en absoluto.

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Entrada la noche el calefactor no fue suficiente contra el duro invierno que atravesaba la ciudad de Tokyo. Senku limpió lo que quedaba de la comida, pensé que después de eso nuevamente sería la única persona en este gran apartamento, pero no fue así.

— Tu manager y yo concluimos que no es buena idea dejarte solo esta noche. Decide mentalista, ¿nos quedamos en tu apartamento o vamos al mío?

Sopesé las opciones, ya me veía venir de todos modos esta situación. La verdad detesto este apartamento y seguramente Senku preferiría hacer su trabajo (fuera lo que fuera) en el suyo; la desventaja es que allá dormiría en el sillón... Pero bueno, la respuesta era obvia. Tomé una muda de ropa y la metí en un pequeño bolso, después nos dirigimos a su apartamento que estaba tal y como lo recordaba. Sin preguntar, acomodé la almohada y directamente me acosté cubriéndome de pies a cabeza con la manta que seguía en el mismo sitio en donde la deja semanas atrás.

— ¿Qué estas haciendo? La habitación esta arriba —señaló con el ceño fruncido.

— Soy un invitado, no puedo quitarte tu cama. No te preocupes por mí, Senku-chan~.

— No es preocupación, simplemente me harías las cosas más sencillas si te quedas ahí mientras trabajo.

Dicho esto quitó la manta de encima llevándosela junto con mi bolso al segundo piso. Suspiré, más por cansancio que por resignación, agradeciendo no tener trabajo al día siguiente. Al entrar a la habitación la cama ya estaba preparada; Senku señaló el lado izquierdo, obedientemente tomé ese lugar. Estaba mirando fijamente el techo, acostado, cuando vi de reojo que tomó su laptop para luego sentarse junto a mí.

— ¡¿Eh?! ¿Dormiremos en la misma cama? —pregunté mientras me sentaba abruptamente.

— Eres bastante bueno leyendo el ambiente ahora ¿eh? —insinuó con una sonrisa juguetona.

— ¿Qué clase de tsundere eres, Senku-chan?

— ¡¿Ah?! ¿Tsundere? ¡De qué mierda hablas, mentalista?

No pude evitar reírme de su expresión. Senku, el chico que siempre se mostraba apático, ahora tenía el rostro totalmente desencajado. Creí que se enojaría de verda pero en vez de eso su expresión se relajó.

— Kukuku no planeaba dormir, tengo trabajo que hacer.

— ¿Por qué siempre estas ocupado? Ni siquiera yo que trabajo en televisión estoy sin tiempo como tú —me crucé de brazos y miré mis uñas—. Por eso siempre he odiado la escuela.

— ¿No estudiaste una carrera? —negué con la cabeza— ¿Cómo puedes hacerte llamar mentalista entonces? Si pretendes comprender la mente humana, mínimamente deberías estudiar psicología, y con eso me refiero en una escuela.

— Querido Senku-chan, la información esta libre por todos sitios. Puedo asegurarte que he leído más libros que los estudiantes de la facultad, así es como funciona el ser autodidacta~. La escuela únicamente me sirvió como campo de experimentación —y tu debes saber de eso, fufufu— para probar las reacciones que estaba buscando después de leerlo en un libro.

— Bueno, debo darte la razón en ciertas partes. He aprendido más estudiando por mi cuenta y experimentando mediante prueba y error, que escuchando la exposición de un anciano.

Bien, al menos pensamos lo mismo de alguna manera. No tenía mucho sueño, así que me entretuve viendo (no entendiendo) lo que Senku hacía en su computadora. Pronto, mis párpados comenzaron a pesar y mi cuello poco a poco perdió su fuerza, acabando por recargarme en su hombro. No me dijo nada, tampoco me quitó, pero no quería molestarlo innecesariamente.

Estaba por desearle buenas noches para luego acostarme, cuando sentí una cálida sensación en mis mejillas. Senku deslizó la áspera yema de sus dedos para luego colocar detrás de mi oreja el mechón de cabello blanco que provocaba picor en mi nariz. Quise apretar los ojos con fuerza, pero eso solo delataría que aún seguía despierto, no quería que él dejara de tocarme. Quería saber que más llegaría a hacer.

Pero no hubo ningún otro toque de su parte aunque seguía reposando sobre su hombro. Lentamente, abrí mis ojos para evitar la luz repentina de la habitación, pero ésta se encontraba iluminada únicamente por la pantalla de la computadora que ahora estaba en la mesita noche. Fue suficiente para permitirme encontrar un par de ojos escarlatas mirándome fijamente.

No podía moverme.

No, más bien no quería hacerlo.

Pero mis instintos comenzaron a rugir dentro de mi cabeza diciendo una sola cosa: "es ahora o nunca".

Y sin arrepentimientos ni culpa por lo que pasaría después sucumbí ante ellos, besando a Senku en medio de la oscuridad, ahora que la pantalla se había apagado.

Hierba Mora/SenGenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora