Por la mañana, Asami-chan hizo una visita rápida para confirmar mi estado, no sin antes agradecer a Senku por la molestia que le causaba.
La montaña rusa de emociones que tuve (o tuvimos) la noche anterior dejó secuelas en mi apetito y en las ojeras por no haber pegado el ojo durante el resto de la noche. Me tranquilizaba, al menos, que Senku pudo dormir unas cuantas horas, sin soltarme la mano ni por un segundo, cabe destacar.
No todo lo bueno tiende a durar para siempre, eso era lo que traté de hacerme entender en el transcurso de la mañana mientras observaba a Senku andar de arriba abajo. Ninguno de los dos mencionó cosa alguna sobre el beso, o sobre que omitió contarme acerca de su repentino viaje. Y juro que traté de ver el lado bueno de pasar sus últimos días juntos (al menos no es como si fuera a morir), por lo que me propuse dar lo mejor de mí para actuar lo más normal posible el tiempo que nos quedaba.
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Asami-chan solo pudo conseguirme dos días de descanso, además de liberar unas cuantas cosas de mi agenda para no sobrecargarme de eventos por día. Lamentablemente, fue imposible para él dejar la tarde libre del martes, no podría despedir a Senku en el aeropuerto. ¿Es que acaso mi vida está llena de clichés propios de historias románticas?
Al menos tendría mis noches libres y parte de mis mañanas, por lo que di inicio al maratón de “Senku-chan nocturno”, que por suerte él no me impidió llevarlo a cabo, dándome incluso la contraseña de su apartamento para así pasar el mayor tiempo posible con él.
Para mí fue inevitable no tratar de tener contacto físico en cada oportunidad que tenía, además de dejar varios regalitos en cada rincón: flores, figuras de origami y notas dándole los buenos días cuando tenía que salir antes de que despertara. Senku-chan, por su puesto, se “molestaba” cada vez que encontraba una guirnalda de flores decorando su telescopio, o cuando descubría que utilizaba sus tubos de ensaye como pequeños floreros para la hierba mora que encontraba en las mangas de mi saco. Pero sus sonrisas de lado lo delataban, y también que siempre llevaba en el pequeño bolsillo de su bata la primera flor de origami que le regalé.
⁜⁜⁜Los días pasaron rápidamente y el fatídico día antes de que Senku se marchara llegó.
Esa noche planeamos cenar juntos el ramen que tanto le gustaba. Me ofrecí a recoger el pedido y llevarlo a casa, siendo más rápida esa opción ya que utilizaría mi auto. Al llegar y ver el apartamento casi vacío dejó en mí un sabor amargo, pues apenas la noche anterior se veía igual que siempre, con el olor de químicos tan representativo del lugar.
Improvisó una mesa con un par de sillas en su balcón, junto al telescopio a medio desarmar. Ese día sería luna nueva, no había nada que ver en el cielo de todos modos.
— ¿Tienes todo listo, Senku-chan?
— Sí, antes de que llegaras empaqué las últimas cosas, mañana a medio día llevaré lo que falta al laboratorio de la facultad.
— ¿…Soy solo yo, o este ramen está amargo?
El nudo en mi pecho apenas contenía el profundo dolor que quería desbordarse. Era el temible momento de la despedida, y para alguien que jamás tuvo que hacerlo… Se sentía como el infierno. Apreté con fuerza mis nudillos, el amargo ramen dejó de emitir vapor.
— No me iré para siempre, mentalista.
Ojalá fuera verdad.
— Me disculpo por ser tan emocional, es sólo que no estoy acostumbrado a las despedidas —sonreí, más para mí que para él—. Sí, creo que fue bueno estar ocupado mañana, no podría decirte adiós en el aeropuerto.
— Si cambias de idea, estaré feliz de que seas tú la última persona que vea en Japón —dijo con una sonrisa, y no volvimos a hablar.
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Esa noche, Senku-chan me permitió dormir aferrado a él. Quería embriagarme con su olor, al menos una última vez.
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Me fui antes de que el sol saliera, quería ser egoísta y quedarme para mí el adiós destinado a Senku. Dejé mi última nota con un “hasta pronto”, junto a una pequeña flor azul*.
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Estuve ocupado todo el día, perdiendo la noción de lo tarde que era; seguramente Senku ya se encontraba en el aeropuerto. Asami-chan intentaba ser considerado, pero él sabía perfectamente que no me encontraba en mi mejor estado de ánimo. Aún así me mantuve profesional ante el público, finalizando el segmento con aplausos.
Detrás del escenario, Asami-chan me facilitó una botella de agua, mientras tomaba mis cosas rápidamente, a la vez que me jalaba hasta el estacionamiento.
— ¡¿Qué haces Asami-chan?! Ni siquiera me he quitado el vestuario…
— Estás a tiempo de ver a ese chico. Bueno, espero que lleguemos a tiempo, estuve revisando y el vuelo se atrasó debido al clima.
¿Era acaso otro estúpido cliché? Si lo era, me dejé arrastrar por la corriente del destino (seguramente decir eso frente a Senku le provocaría arcadas), y mientras Asami-chan manejaba a toda velocidad, me preparé mentalmente para las palabras que le diría.
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— Parece que aún no despega, vamos a buscarlo en la zona de abordaje.
Asami-chan parecía más emocionado que yo, seguramente le alegraba ver esta triste novela de romance entre dos chicos que no permanecerían juntos por mucho tiempo. El flujo de personas nos dirigió, como si fuera algo premeditado, hasta el científico de cabello puntiagudo que no dejaba de lado su bata de laboratorio, ni siquiera en medio de un aeropuerto.
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* La flor azul que dejó Gen es la llamada “nomeolvides”, y como podrán imaginar, en el lenguaje de las flores significa amor eterno, además de ser usada en despedidas.
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Hierba Mora/SenGen
FanfictionExisten cinco significados para la Hierba Mora -o solanum nigrum, como prefieras llamarle- en el lenguaje de las flores: falsedad, pensamientos oscuros, hechicería, brujería y escepticismo. Y por ello, se convirtió en la flor predilecta de Asagiri G...