Hierba Mora/SenGen

La danza de las flores

Tsukasa, Chrome y Senku regresaron más tarde cuando solo unos pocos seguíamos en pie, pues la mayoría se había emborrachado lo suficiente como para quedarse dormidos en el primer lugar que encontraron. Supuse que Senku no desaprovecharía la oportunidad de despetrificar a Xeno cuanto antes, pues nos beneficiaba bastante tener a un científico de la NASA colaborando con nosotros. Aún así, Ukyo y Francois se pusieron alerta a cada lado de Ryusui quien, por su parte, sonrió de oreja a oreja al ver su entrada. Rápidamente explicaron que Xeno formaría parte de nuestro equipo y prometieron que mañana explicarían con más detalle el próximo plan que pondrían en marcha.

Esa noche, Ukyo y Tsukasa se turnarían para mantener vigilado a Xeno, quien optó por tomar una siesta alejado de todos. Ryusui se dirigió hasta la pequeña choza que Francois le construyó de forma improvisa horas antes, siendo el único lugar mediamente decente que había por dormir. Por otro lado, Chrome y Senku también se habían ido a alguna parte.

El silencio de la noche solo era interrumpido por las brazas de la fogata y algunos insectos que cantaban ocultos en la vegetación. Tomé un poco de leña y la aventé para avivar el fuego mientras calificaba el mejor lugar para pasar la noche, anticipando que no dormiría a pesar de que el cansancio provocó pesadez en mis párpados. Tenía miedo de esa primera noche... miedo de volver a esa oscuridad y tener pesadillas. O peor, darme cuenta de que estaba en otro sueño.

Caminé por los alrededores para despejarme con la suerte de que la luna iluminaba todo, permitiéndome recolectar pequeñas flores que jamás había visto para luego guardarlas dentro de los nuevos bolsillos de mis mangas. Más allá del espesor de la selva se encontraba el rio que fluía tranquilamente, y en la orilla estaba una persona leyendo lo que parecía ser un plano.

— Parte del trabajo es descansar, Senku-chan. ¿Acaso no has escuchado que para tener una mente sana se necesita mantener el cuerpo sano~?

Me hinqué a su lado a una distancia prudente que me permitió ver que, efectivamente, se trataba del plano de una extraña máquina.

— Necesito verificar las medidas para dárselo a Kaseki mañana temprano —respondió sin despegar los ojos del papel.

— Ah~ es bueno volver a ver lo diligente que eres cuando se trata de la ciencia. Peeero también es parte de mi trabajo como mentalista mantener al equipo en un estado mental saludable, y Senku-chan definitivamente necesita despejarse y descansar.

Me miró con los ojos entrecerrados, mientras yo me esforzaba por mantener la comisura de los labios sin temblar.

— Parece que no me dejarás en paz hasta que haga lo que dices —suspiró, doblando el pliego en cuatro partes—. Tu ganas, mentalista.

— ¡Siii, tienes razón!

Senku estiró sus extremidades y finalizó tronando su cuello, para luego regresar a la misma posición cruzado de piernas.

— No, no, así no. Tienes que dejar que tu sangre fluya correctamente, estira tu cuerpo y recuéstate~.

El pasto esponjoso y algunas ramitas crujieron al sentir su peso. Había obedecido sin decir más entrelazando las manos bajo su cabeza, observando el infinito cielo estrellado con una expresión más relajada. Elevé mi cabeza para contemplar la vista igualmente, trasladándome a ese apartamento inexistente en el centro de Tokyo imaginando el ruido de los autos pasando bajo nuestros pies, mientras cierta persona calibraba su telescopio.

— ¿Senku?

— ¿Qué pasa?

— La fase de esta luna... ¿es gibosa creciente? —pregunté con voz monótona, diferente a la melodiosa habitual.