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Podía sentir como mi corazón latía desbocado, lo escuchaba palpitar en mis oídos; probablemente también se escuchaba en toda la habitación. Mantuve mis ojos cerrados, enfocando toda mi atención en la aspereza y calidez que emanaban los labios que se presionaban torpemente contra los míos. Senku no opuso resistencia, pero tampoco hizo algo más allá que mantener su postura. A tientas, busqué colocar mi mano sobre sus mejillas y habiendo encontrado el lugar supe que su rostro estaba ardiendo, pero no se debía a un resfriado.

Estaba seguro de que Senku nunca había tenido alguna experiencia similar, probablemente el contacto físico más cercano fue el roce con otras manos al pasarse un matraz. Pero esta noche me dispuse a ir más allá y pasar sus límites. Quería decirle, no con palabras porque este día en especial no quería hablar, cuánto necesitaba la cercanía de alguien.

Entreabrí mis labios, forzando levemente para que los suyos hicieran lo mismo... Y fue ahí cuando el hechizo se acabó. Senku se separó y nuevamente regresé a la realidad abriendo mis ojos para observar la tímida expresión de un chico que había olvidado, era menor que yo. Sonreí aliviado, no me miraba con enojo o asco, pero era capaz de entender que no es muy común ser besado de la nada, mucho menos por alguien de tu mismo género.

— Me disculpo por mis impulsos, Senku-chan. Espero que no me odies por haber robado tu primer beso~ —dije con voz cantarina, intentando romper la tensión que aún se sentía en el ambiente con un intento de broma. Después agregué—: Creo que es hora de dormir, tú también deberías descansar. Buenas noches, Senku-chan~, ten dulces sueños.

Rápidamente me acosté dándole la espalda y cubriéndome con la manta hasta la barbilla. El efecto retardado del sonrojo llegó justo al tiempo en que procese lo que pasó durante un minuto, que debo decir, se sintió como si fuera una eternidad.

El colchón se meció cuando Senku se acomodó junto a mí. La cama era queen size, pero se sentía como si estuviéramos compartiendo el sofá de la sala. Después de lo que pasó el sueño que tenía se espantó por completo, y con ello llegó la ansiedad porque Senku no dijo palabra alguna.

Me voltee para mirar el techo perdiendo la noción de cuanto tiempo pasó, anticipando también que vería el amanecer. Tenía ambos brazos bajo la manta a cada lado de mi cuerpo, y de pronto sentí como la mano de Senku se deslizaba para estar sobre la mía. Giré mi muñeca, y nuestras palmas se tocaron para después entrelazar nuestros dedos.

¿Qué quería decirme con aquel gesto? ¿Se sentía de la misma manera que yo y no podía expresarlo con palabras? Apreté más su mano. Yo tampoco sabía que decirle, me frustraba el hecho de quedarme sin palabras siendo quien soy; pero a la vez, sentía el deber de ser yo quien rompiera el silencio.

— Me gustas, Senku-chan —confesé con voz bajita.

— Lo sé.

— Debe parecerte asqueroso, eh~.

— Si... que asco —pero su tono no mostraba desagrado, sino que era juguetón.

— ¿Verdad~?

Estuvimos en silencio un largo tiempo, aun tomados de las manos. Quería saber si se quedó dormido, así que rocé mi pulgar contra sus dedos y él correspondió.

— ¿Qué hiciste durante estas dos semanas?

— Trabajaba en un nuevo experimento... y me preparaba para un viaje.

— ¿...Viaje?

Oh no... nuevamente apareció el nudo en mi garganta junto con mi estómago que se sentía como plomo.

— Iré a Estados Unidos, me llamaron para hacer unas pruebas. Probablemente me quede allá un tiempo... Ya sabes, para ver si estoy calificado e ir de misión al espacio.

— Creí que las pruebas de admisión serían en algunos años más... —dije con apenas un hilo de voz.

— Al parecer mi caso es especial, precisamente iré para saber a detalle de que trata.

— ¿Cuándo te vas?

Silencio. Luego respondió:

— La siguiente semana.

La alegría de la confesión se esfumó. No tendría problema en ir a visitarlo, mi trabajo demanda mucho que vaya a E.U.A, pero precisamente son nuestros trabajos los que no eran para nada compatibles, cuanto y más si se trata de una distancia tan grande como la tierra y el espacio. Nuevamente la realidad me golpeó como valde de agua fría, Senku y yo éramos personas de distintos mundos, y el simple hecho de haber coincidido de esta manera ya se le puede llamar una casualidad de una en diez mil millones.

— Me alegra haberme enterado con tiempo —tragué saliva y aclaré mi garganta—. Le diré a Asami-chan que prolongue mis vacaciones para tener oportunidad de despedirte en el aeropuerto.

Me sorprendí a mí mismo ser capaz de decir toda esa frase sin quebrar mi voz, pero tan sólo imaginarlo fue suficiente para romper a llorar. ¿Dónde quedó tu autocontrol, Asagiri Gen? Si toda tu vida estuviste enajenado de las personas que te rodean, si nunca te permitiste crear un vínculo para evitar que tu historia se repitiera ¿por qué te permitiste enamorarte de Senku?

Sabía que dolería.

Lo supe desde el momento en que ambos miramos la misma luna, rodeados de las bombillas que, como un milagro, iluminaban la oscuridad de la noche.

Sabía que dolería.

Porque las vidas de un mentalista mentiroso y un científico que busca mejorar la humanidad no son compatibles.

Porque nuestro viaje en algún momento terminaría con nuestras vidas tomando un rumbo distinto.

Hierba Mora/SenGenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora