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Amaris

Después de estar en la "casa" de Mael un buen rato, fue así como termine en el centro comercial con las gemelas Parks y Samantha.

— ¡Ese está divino! — Darah grita mirando un vestido color cereza.

— ¡Darah! Amaris no usa colores claros boba — Suelta Rebeka.

— Niñas... No sé falten el respeto — Dijo Samantha mirandolas con el ceño fruncido.

— Ella empezó! — Se señalaron mutuamente.

Negué con la cabeza varias veces riéndome por lo bajo.
Caminamos casi todo el centro cuando en un local un vestido negro, largo con abertura en una de las piernas, pegado desde arriba hasta las caderas y brillante llamo toda mi atención.

Lo mire de arriba abajo y sabía que ese era mi vestido.

— Ese es — dijo Samantha señalandolo.

— Si que lo es — sonreí y entramos al local.

Pedimos uno de mi talla y entre a un vestuario para probarmelo.
Salí y las mandíbulas de todas estaban literalmente en el suelo.

— Te ves preciosa — Se levantó Samantha aplaudiendo y con una enorme sonrisa en su cara.

— Lo que ella dijo — Sonrió Darah.

— Concuerdo — termino Rebeka.

Samantha me mira de arriba abajo, mirando cada detalle del vestido.
Un momento después llega una de las chicas que trabaja en el lugar y me sonríe ampliamente.

— Le queda muy bien — Dice con una sonrisa de oreja a oreja.

— Me lo quitaré — le dije a Samantha mientras entraba de nuevo al vestuario.

Minutos después salgo y ellas están esperándome para poder pagar y irnos.

Después de pagar salimos del local y nos dirigimos a un lugar donde vendan helados.
Comemos cada una uno y luego nos encaminamos de vuelta a la casa de Mael.

Manejando empezamos a cantar y por el espejo retrovisor podía ver las dos camionetas que nos seguían.

Antes de venir había quedado con ellos de que si debían vigilarme lo hicieran con cautela, no todo el mundo tenía que enterarse de que tenía casi diez hombres cubriendome.

Mael esperaba a las gemelas en la entrada así que no tuve que bajarme para dejarlas, se despidieron y salieron.

Fui directo a la casa de Samantha.

— Espérame, ya vuelvo — dijo mientras cerraba la puerta de mi coche.

A los dos minutos el ruido de su moto encendió todas mis alarmas, pare al lado de mi ventanilla obligandome a bajarla.

— A dónde vas? — pregunté.

— A tu casa, voy en mi moto porque se que luego te dará flojera traerme a casa — soltó.

Me causo gracia, pero la era la verdad, ya iba bastante cansada.

— Vale — fue lo único que respondí al volver a poner el coche en marcha.

Íbamos de camino, cuando nos cruzamos con Vanessa.
Iba llorando, tenía su ropa toda ancha y fea, sus ojos tenían bolsas y la mirada perdida.

El pitido de la moto de Samantha me saco de mis pensamientos.

— Oye concentrada, estás manejando — bufo.

Minutos después estamos aparcando frente a mi casa, seguidas de las camionetas.

Este si es mi cuento de hadas [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora