Capítulo 11: Tierra firme

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Una vez despierta, pude sentir algo diferente. El aire no se sentía igual que ayer y yo tampoco era la misma. Ya era momento de adaptarme y tener una nueva disposición ante lo que sucede. Aunque no puedo acostumbrarme a la idea de estar rodeada de magia y eventos impensables para mi realidad, tengo que encontrar una forma de salir de acá y volver con mi familia.

Si eso significa cooperar con un pirata y su tripulación, y adentrarme a tierras desconocidas y peligrosas, lo haría.

Luego de preparar la cama, Garfio me dejó sola y me dijo que durmiera lo que más pudiera, ya que se nos vendría un largo camino por delante. Desapareció por la portezuela y no supe de él en toda la noche.

Me pregunto donde durmió, pero me convenzo de que no es asunto mío. Me reprendo por pensar en él más de lo que debería.

A lo lejos escucho movimiento desde la superficie. La tripulación ya está desembarcando y ya es momento de que me levante. En el escritorio siguen el mismo juego de lavabo; refresco mi cara con un poco de agua y uso una toalla limpia para sacar la suciedad restante de mis manos.

Me doy cuenta de que mi vestido no servirá de mucho si necesito caminar largas distancias, ni hablar de lo que desconozco del clima de estas tierras. Tengo que cambiarme de ropa.

Con toda la libertad del mundo, inspecciono los muebles de Garfio en su habitación y encuentro una cómoda con algunos cajones. Es una verdadera reliquia, pienso, mi madre estaría encantada de tenerlo en casa donde todos los invitados pudieran verlo.

Lo único que encuentro son prendas similares a las que usa él, por lo que cambio mi vestido de campesina por un pantalón marrón y camisa de lino desgastada color crema. Cuando me despojo de la ropa, me doy cuenta que mi sujetador está bastante asqueroso: lleno de polvo y restos de sangre.

Al diablo.

Con nada que sujete mis pechos, me cubro con la camisa y los pantalones, y ajusto todo con un cinturón de cuero negro alrededor de la cintura. Le robo un par de botas que están escondidas detrás de un baúl y recuerdo las veces que Lily se burló de mí por tener pies de troll. Bueno, ahora me sirvieron bastante porque Garfio parece calzar un número grande.

Por último, trenzo mi cabello porque es lo más cómodo y es el peinado que siempre llevo cuando hago senderismo. Le doy un vistazo a mi reflejo en un espejo que cuelga en la pared.

Estoy lista.

Cuando camino por cubierta me doy cuenta que los ruidos no provenían de acá, sino de tierra. Ya estamos en suelo firme y lo único que quiero es poder caminar un poco.

Hay algunos hombres en cubierta, arreglando las cuerdas y las velas, cargando cajas de un lado a otro. De repente, detienen lo que hacen para mirarme. Por las expresiones en sus rostros deduzco que notan mi cambio de ropa.

Espero que no noten la ausencia de sujetador. Odiaría una brisa helada en estos momentos. Veo como se miran entre sí, hay sorpresa y un poco de... ¿Miedo?

¿Habré cruzado un límite al sacar la ropa del capitán? ¿No esperará que camine por el bosque con un vestido delgado completamente inútil para lo que queremos hacer?

Intento ignorar las miradas y me dirijo hacia el puente para bajar del barco. Ubico a Garfio.

El capitán está dando órdenes a su gente y puedo ver a John y Smith a su alrededor con un mapa. Están concentrados en los papeles cuando me hago notar.

—¿Cuando partimos? —hablo. Garfio y los demás voltean.

A diferencia de la tripulación en el barco, los tres me miran con mucha normalidad.

AZUL GARFIO | FANFIC CAPITÁN GARFIO #OUATDonde viven las historias. Descúbrelo ahora